Libros Históricos

Prosperidad de Roboam

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Históricos > Segundo Libro de Crónicas > Prosperidad de Roboam (14:11:5 - 14:11:23)

Roboam habitó en Jerusalén y reedificó ciudades para la defensa de Judá.

Reedificó Belén, Etam, Tecoa,

Betsur, Soco, Adulam,

Gat, Maresa, Zif,

Adoraim, Laquis, Azeca,

Zora, Ajalón y Hebrón, ciudades fortificadas en Judá y en Benjamín.

También reforzó las fortificaciones y puso en ellas comandantes, provisiones, aceite y vino.

Proveyó escudos y lanzas a todas las ciudades, y las fortificó en gran manera. Así Judá y Benjamín le estaban sujetos.

Los sacerdotes y los levitas que estaban en todo Israel se pasaron a Roboam desde todo su territorio.

Los levitas abandonaban sus campos y sus posesiones, y se iban a Judá y a Jerusalén, porque Jeroboam y sus hijos los habían excluido de servir a Jehovah como sacerdotes.

Más bien, estableció sus propios sacerdotes para los lugares altos, para los demonios y para los becerros que había hecho.

Tras ellos llegaron también personas de todas las tribus de Israel, que habían decidido en su corazón buscar a Jehovah Dios de Israel. Ellos fueron a Jerusalén para ofrecer sacrificios a Jehovah, Dios de sus padres.

Así fortalecieron el reino de Judá y apoyaron a Roboam hijo de Salomón durante tres años, porque tres años anduvieron en los caminos de David y de Salomón.

Roboam tomó por mujer a Majalat hija de Jerimot, hijo de David, y de Abihaíl hija de Eliab, hijo de Isaí,

la cual le dio a luz estos hijos: Jeús, Semarías y Zaham.

Después de ella tomó a Maaca hija de Absalón, la cual le dio a luz a Abías, a Atai, a Ziza y a Selomit.

Roboam amaba a Maaca hija de Absalón más que a todas sus otras mujeres y concubinas; pues él tomó dieciocho mujeres y sesenta concubinas, y engendró veintiocho hijos y sesenta hijas.

Roboam puso a Abías, hijo de Maaca, como jefe y príncipe entre sus hermanos, a fin de proclamarle rey.

Pero con prudencia dispersó al resto de sus hijos por todas las tierras de Judá y de Benjamín, y por todas las ciudades fortificadas, dándoles abundantes provisiones. Y les buscó muchas mujeres.

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Sisac invade Judá

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Históricos > Segundo Libro de Crónicas > Sisac invade Judá (14:12:1 - 14:13:22)

Cuando se consolidó y se fortaleció el reino de Roboam, éste abandonó la ley de Jehovah, y todo Israel con él.

Y sucedió que en el quinto año del rey Roboam, por cuanto se habían rebelado contra Jehovah, subió Sisac, rey de Egipto, contra Jerusalén,

con 1.200 carros, 60.000 jinetes y gente innumerable que venía con él de Egipto: libios, suquienos y etíopes.

Tomó las ciudades fortificadas de Judá y llegó hasta Jerusalén.

Entonces el profeta Semaías fue a Roboam y a los gobernadores de Judá, que estaban reunidos en Jerusalén por causa de Sisac, y les dijo: —Así ha dicho Jehovah: “Vosotros me habéis abandonado; por tanto, yo también os he abandonado en mano de Sisac.”

Los jefes de Israel y el rey se humillaron y dijeron: —Justo es Jehovah.

Cuando Jehovah vio que se habían humillado, vino la palabra de Jehovah a Semaías, diciendo: —Se han humillado; no los destruiré. Les daré alguna liberación, y mi ira no se derramará sobre Jerusalén por medio de Sisac.

No obstante, serán sus siervos, para que sepan distinguir entre servirme a mí y servir a los reinos de otras tierras.

Entonces Sisac, rey de Egipto, subió contra Jerusalén y tomó los tesoros de la casa de Jehovah y los tesoros de la casa del rey; todo lo tomó. También tomó los escudos de oro que había hecho Salomón.

En lugar de ellos, el rey Roboam hizo escudos de bronce y los entregó a la custodia de los jefes de la escolta, que guardaban la entrada de la casa del rey.

Y sucedía que cuantas veces el rey entraba en la casa de Jehovah, los de la escolta venían y los llevaban, y después los volvían a poner en la cámara de los de la escolta.

Como Roboam se había humillado, la ira de Jehovah se apartó de él para no destruirlo del todo. Además, en Judá las cosas marchaban bien.

El rey Roboam se hizo fuerte en Jerusalén y reinó. Roboam tenía 41 años cuando comenzó a reinar, y reinó 17 años en Jerusalén, la ciudad que Jehovah había elegido de entre todas las tribus de Israel para poner allí su nombre. El nombre de su madre era Naama la amonita.

Roboam hizo lo malo, porque no dispuso su corazón para buscar a Jehovah.

Los hechos de Roboam, los primeros y los últimos, ¿no están escritos en las crónicas del profeta Semaías y del vidente Ido acerca del registro familiar? Hubo guerra constante entre Roboam y Jeroboam.

Roboam reposó con sus padres y fue sepultado en la Ciudad de David. Y su hijo Abías reinó en su lugar.

En el año 18 del rey Jeroboam comenzó a reinar Abías sobre Judá,

y reinó tres años en Jerusalén. El nombre de su madre era Maaca hija de Uriel, de Gabaa. Hubo guerra entre Abías y Jeroboam.

Abías dispuso la batalla con un ejército de 400.000 hombres de guerra escogidos. Jeroboam preparó la batalla contra él con 800.000 hombres escogidos y valientes.

Abías se levantó sobre el monte Zemaraim, que está en la región montañosa de Efraín, y dijo: “Oídme, Jeroboam y todo Israel:

¿No sabéis vosotros que Jehovah Dios de Israel dio a David el reinado sobre Israel para siempre, a él y a sus hijos, mediante un pacto de sal?

Pero Jeroboam hijo de Nabat, servidor de Salomón hijo de David, se levantó y se rebeló contra su señor.

Con él se agruparon hombres ociosos y perversos, que pudieron más que Roboam hijo de Salomón, pues Roboam era joven e inmaduro de corazón, y no se mantuvo fuerte ante ellos.

Y ahora vosotros tratáis de resistir al reinado de Jehovah que está en manos de los hijos de David, porque sois muchos y tenéis con vosotros los becerros de oro que Jeroboam os hizo como dioses.

¿No habéis excluido a los sacerdotes de Jehovah, los hijos de Aarón, y a los levitas, y os habéis hecho sacerdotes a la manera de los pueblos de otras tierras? Cualquiera que venga a consagrarse con un becerro y siete carneros se convierte en sacerdote de lo que no es Dios.

Pero en cuanto a nosotros, Jehovah es nuestro Dios, y no le hemos abandonado. Los sacerdotes que sirven a Jehovah son los hijos de Aarón, y los levitas están en la obra.

Ellos ofrecen a Jehovah los holocaustos cada mañana y cada tarde, queman el incienso aromático, hacen la presentación del pan sobre la mesa limpia y encienden el candelabro de oro con sus lámparas, para que ardan cada noche. Nosotros guardamos la ordenanza de Jehovah nuestro Dios, pero vosotros le habéis abandonado.

He aquí que Dios está con nosotros, a la cabeza, y sus sacerdotes tienen las trompetas de estrépito para tocar contra vosotros. ¡Oh hijos de Israel, no luchéis contra Jehovah, Dios de vuestros padres; porque no os irá bien!”

Pero Jeroboam puso una emboscada a fin de alcanzarlos por la retaguardia, de manera que estaban frente a Judá, pero tenían la emboscada a espaldas de ellos.

Judá se volvió, y he aquí que tenían la batalla por delante y por detrás. Entonces clamaron a Jehovah, y los sacerdotes tocaron las trompetas.

Los hombres de Judá gritaron con estruendo; y sucedió que mientras gritaban los hombres de Judá, Dios desbarató a Jeroboam y a todo Israel delante de Abías y de Judá.

Los hijos de Israel huyeron delante de Judá, y Dios los entregó en su mano.

Abías y su gente les ocasionaron una gran derrota, y de Israel cayeron muertos 500.000 hombres escogidos.

Así fueron humillados los hijos de Israel en aquel tiempo, pero los hijos de Judá se hicieron fuertes, porque se apoyaban en Jehovah, Dios de sus padres.

Abías persiguió a Jeroboam y le tomó las ciudades de Betel con sus aldeas, Jesana con sus aldeas y Efrón con sus aldeas.

Jeroboam no recuperó su poderío en los días de Abías. Después Jehovah lo hirió, y murió.

Pero Abías se hizo fuerte. Tomó para sí catorce mujeres, y engendró veintidós hijos y dieciséis hijas.

Los demás hechos de Abías, sus caminos y sus palabras están escritos en la historia del profeta Ido.

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Reinado de Asa

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Históricos > Segundo Libro de Crónicas > Reinado de Asa (14:14:1 - 14:14:15)

Abías reposó con sus padres, y lo sepultaron en la Ciudad de David. Y su hijo Asa reinó en su lugar, en cuyos días la tierra tuvo tranquilidad durante diez años.

Asa hizo lo bueno y lo recto ante los ojos de Jehovah su Dios.

Quitó los altares de culto extraño y los lugares altos, rompió las piedras rituales y quebró los árboles rituales de Asera.

Mandó a los de Judá que buscaran a Jehovah, Dios de sus padres, y que pusieran por obra la ley y los mandamientos.

Quitó los lugares altos y los altares de incienso de todas las ciudades de Judá. El reino estuvo en calma bajo él,

y edificó ciudades fortificadas en Judá, porque había tranquilidad en la tierra. En aquellos años no había guerra contra él, porque Jehovah le había dado reposo.

Por tanto, dijo a Judá: “Edifiquemos estas ciudades y rodeémoslas de murallas, torres, puertas y cerrojos, mientras la tierra esté ante nosotros, porque hemos buscado a Jehovah nuestro Dios. Le hemos buscado, y él nos ha dado reposo por todas partes.” Entonces edificaron y fueron prosperados.

Asa tuvo un ejército de 300.000 de Judá, que llevaba escudos grandes y lanzas; también tuvo 280.000 de Benjamín, quienes llevaban escudos pequeños y disparaban con el arco. Todos eran hombres valientes.

Zéraj el etíope salió contra ellos con un ejército de 1.000.000 de hombres y 300 carros, y llegó hasta Maresa.

Asa salió contra él, y dispusieron la batalla en el valle de Sefata, junto a Maresa.

Asa invocó a Jehovah su Dios, diciendo: “¡Oh Jehovah, no hay otro como tú para ayudar tanto al poderoso como al que no tiene fuerzas! Ayúdanos, oh Jehovah, Dios nuestro, porque en ti nos apoyamos y en tu nombre vamos contra esta multitud. ¡Oh Jehovah, tú eres nuestro Dios; no prevalezca contra ti el hombre!”

Entonces Jehovah desbarató a los etíopes delante de Asa y de Judá, y los etíopes huyeron.

Asa y la gente que estaba con él los persiguieron hasta Gerar. Cayeron tantos de los etíopes que no quedaron sobrevivientes de ellos, porque fueron destrozados delante de Jehovah y de su ejército, y les tomaron un gran botín.

Atacaron también todas las ciudades de los alrededores de Gerar, porque el terror de Jehovah había caído sobre éstas. Saquearon todas las ciudades, porque en ellas había mucho botín.

Asimismo, cayeron sobre las tiendas de los que tenían ganado, y se llevaron muchas ovejas y camellos. Luego volvieron a Jerusalén.

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Reformas religiosas de Asa

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Históricos > Segundo Libro de Crónicas > Reformas religiosas de Asa (14:15:1 - 14:15:19)

Entonces el Espíritu de Dios vino sobre Azarías hijo de Oded,

quien salió al encuentro de Asa y le dijo: “Oídme, Asa y todo Judá y Benjamín: Jehovah estará con vosotros cuando vosotros estéis con él. Si le buscáis, él se dejará hallar; pero si le abandonáis, él os abandonará.

Por mucho tiempo ha estado Israel sin el Dios verdadero, sin sacerdote que les enseñase, y sin ley.

Pero cuando en su tribulación se volvieron a Jehovah Dios de Israel y le buscaron, él se dejó hallar por ellos.

En aquellos tiempos no había paz ni para el que salía, ni para el que entraba, porque había muchas aflicciones sobre todos los habitantes de los países.

Una nación era destruida por otra nación, y una ciudad por otra ciudad, porque Dios los turbaba con toda clase de calamidades.

Pero vosotros, esforzaos; no desfallezcan vuestras manos, porque vuestra obra tiene recompensa.”

Cuando Asa oyó estas palabras y la profecía del profeta Oded, tomó ánimo y quitó los ídolos abominables de toda la tierra de Judá y de Benjamín, así como de las ciudades que él había tomado en la región montañosa de Efraín. También reparó el altar de Jehovah que estaba delante del pórtico de la casa de Jehovah.

Después reunió a todo Judá y Benjamín, y a los que residían con ellos de Efraín, Manasés y Simeón; pues muchos de Israel se habían pasado a él, al ver que Jehovah su Dios estaba con él.

Se reunieron, pues, en Jerusalén en el mes tercero del año 15 del reinado de Asa.

Aquel día ofrecieron como sacrificio a Jehovah, del botín que habían traído, 700 vacas y 7.000 ovejas.

Luego hicieron un pacto prometiendo que buscarían a Jehovah, Dios de sus padres, con todo su corazón y con toda su alma;

y que todo el que no buscase a Jehovah Dios de Israel muriese, fuera grande o pequeño, hombre o mujer.

Y lo juraron a Jehovah en voz alta y con júbilo, al son de trompetas y de cornetas.

Todos los de Judá se alegraron por dicho juramento, porque juraron con todo su corazón. Así buscaron a Jehovah con toda su voluntad, y él se dejó hallar por ellos. Y Jehovah les dio reposo por todas partes.

También depuso a Maaca, madre del rey Asa, de ser reina madre, porque ella había hecho una monstruosa imagen de Asera. Asa destruyó la monstruosa imagen, la desmenuzó y la quemó junto al arroyo de Quedrón.

Aunque no quitó de Israel los lugares altos, sin embargo, el corazón de Asa fue íntegro todos sus días.

El introdujo en la casa de Dios lo que había consagrado su padre y lo que él mismo había consagrado: plata, oro y utensilios.

No hubo guerra hasta el año 35 del reinado de Asa.

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Alianza de Asa con Ben-adad

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Históricos > Segundo Libro de Crónicas > Alianza de Asa con Ben-adad (14:16:1 - 14:16:10)

Pero en el año 36 del reinado de Asa, Baasa rey de Israel subió contra Judá y estaba reedificando Ramá para no dejar que ninguno tuviera acceso a Asa, rey de Judá.

Entonces Asa sacó plata y oro de los tesoros de la casa de Jehovah y de la casa del rey, y los envió a Ben-hadad, rey de Siria, que habitaba en Damasco, diciendo:

“Haya alianza entre tú y yo, como la había entre mi padre y tu padre. He aquí, yo te envío plata y oro; vé y anula tu alianza con Baasa, rey de Israel, para que él se retire de mí.”

Ben-hadad consintió con el rey Asa. Envió contra las ciudades de Israel a los jefes de sus ejércitos, y atacaron Ijón, Dan, Abel-maim y todas las ciudades almacenes de Neftalí.

Cuando Baasa oyó esto, dejó de reedificar Ramá e hizo cesar su obra.

Entonces el rey Asa trajo a todo Judá, y se llevaron las piedras y la madera de Ramá, con que Baasa edificaba. Y con ellas reedificó Geba y Mizpa.

En aquel tiempo el vidente Hanani fue a Asa, rey de Judá, y le dijo: “Por haberte apoyado en el rey de Siria y no haberte apoyado en Jehovah tu Dios, por eso el ejército del rey de Siria se ha escapado de tu mano.

¿No eran los etíopes y los libios un ejército numerosísimo, con muchos carros y jinetes? Con todo, porque te apoyaste en Jehovah, él los entregó en tu mano.

Porque los ojos de Jehovah recorren toda la tierra para fortalecer a los que tienen un corazón íntegro para con él. Locamente has actuado en esto, y de ahora en adelante habrá guerras contra ti.”

Asa se enojó contra el vidente y lo puso en la cárcel, porque se encolerizó contra él por esto. En aquel tiempo también maltrató a algunos del pueblo.

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