Libros Históricos

Muerte de Asa

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Históricos > Segundo Libro de Crónicas > Muerte de Asa (14:16:11 - 14:16:14)

He aquí que los hechos de Asa, los primeros y los últimos, están escritos en el libro de los reyes de Judá y de Israel.

En el año 39 de su reinado Asa se enfermó de los pies. Su enfermedad fue muy grave; pero aun en su enfermedad no consultó a Jehovah, sino a los médicos.

Asa reposó con sus padres y murió en el año 41 de su reinado,

y lo sepultaron en el sepulcro que él había cavado para sí en la Ciudad de David. Lo recostaron en un féretro, el cual llenaron de especias aromáticas y de todo tipo de ungüentos y mezclas de ungüentos, e hicieron una gran hoguera en su honor.

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Reinado de Josafat

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Históricos > Segundo Libro de Crónicas > Reinado de Josafat (14:17:1 - 14:17:19)

En lugar de Asa reinó su hijo Josafat, quien se hizo fuerte contra Israel.

Puso tropas en todas las ciudades fortificadas de Judá, y puso destacamentos en la tierra de Judá y en las ciudades de Efraín que su padre Asa había tomado.

Jehovah estuvo con Josafat, porque anduvo en los primeros caminos de su padre David, y no acudió a los Baales.

Más bien, buscó al Dios de su padre, andando según sus mandamientos y no según las obras de Israel.

Por eso Jehovah afirmó el reino en su mano. Todo Judá daba presentes a Josafat, y él tuvo riquezas y gloria en abundancia.

Elevó su corazón hacia los caminos de Jehovah, y quitó otra vez de Judá los lugares altos y los árboles rituales de Asera.

En el tercer año de su reinado envió a sus magistrados—Benjail, Abdías, Zacarías, Natanael y Micaías—, para que enseñasen en las ciudades de Judá.

Y con ellos, a los levitas Semaías, Netanías, Zebadías, Asael, Semiramot, Jonatán, Adonías, Tobías y Tob-adonías; y con los levitas, a los sacerdotes Elisama y Joram.

Ellos enseñaron en Judá, llevando consigo el libro de la Ley de Jehovah. E hicieron una gira por todas las ciudades de Judá, instruyendo al pueblo.

El temor de Jehovah cayó sobre todos los reinos de las tierras que estaban alrededor de Judá, y no hicieron guerra contra Josafat.

Algunos de los filisteos traían a Josafat presentes y tributos de plata. También los árabes le llevaban ganado: 7.700 carneros y 7.700 machos cabríos.

Josafat se fue engrandeciendo más y más, y edificó en Judá fortalezas y ciudades almacenes.

Tenía muchas provisiones en las ciudades de Judá. El tenía en Jerusalén guerreros y hombres valientes.

Esta era la lista de ellos, según sus casas paternas: Los jefes de millares de Judá: el jefe Adnas, y con él, 300.000 hombres valientes.

A su lado, el jefe Johanán, y con él, 280.000.

A su lado, Amasías hijo de Zicri, que se había ofrecido voluntariamente a Jehovah, y con él, 200.000 hombres valientes.

Los de Benjamín: Eliada, un hombre valiente, y con él, 200.000 hombres armados de arco y escudo.

A su lado, Jozabad, y con él, 180.000 hombres listos para la guerra.

Estos eran servidores del rey, sin contar los que el rey había puesto en las ciudades fortificadas, por todo Judá.

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Micaías profetiza la derrota de Acab

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Históricos > Segundo Libro de Crónicas > Micaías profetiza la derrota de Acab (14:18:1 - 14:18:34)

Josafat tenía riquezas y gloria en abundancia, y emparentó con Acab.

Después de algunos años descendió a Samaria para visitar a Acab, por lo que Acab mató muchas ovejas y vacas para él y para la gente que estaba con él. Y le persuadió a que subiese con él a Ramot de Galaad.

Acab, rey de Israel, preguntó a Josafat, rey de Judá: —¿Irás conmigo a Ramot de Galaad? Y él le respondió: —Yo soy como eres tú, y mi pueblo como tu pueblo. Iremos contigo a la guerra.

Además, Josafat dijo al rey de Israel: —Por favor, consulta hoy la palabra de Jehovah.

Entonces el rey de Israel reunió a los profetas, a 400 hombres, y les preguntó: —¿Iremos a la guerra contra Ramot de Galaad, o desistiré? Ellos respondieron: —Sube, porque Dios la entregará en mano del rey.

Entonces preguntó Josafat: —¿No hay aquí todavía algún profeta de Jehovah, para que consultemos por medio de él?

El rey de Israel respondió a Josafat: —Todavía hay un hombre por medio del cual podríamos consultar a Jehovah; pero yo le aborrezco, porque no me profetiza el bien, sino el mal, todos sus días. Es Micaías hijo de Imla. Josafat respondió: —No hable así el rey.

Entonces el rey de Israel llamó a un funcionario y le dijo: —Trae pronto a Micaías hijo de Imla.

El rey de Israel y Josafat, rey de Judá, vestidos con sus vestiduras reales, estaban sentados, cada uno en su trono, en la era a la entrada de la puerta de Samaria; y todos los profetas profetizaban delante de ellos.

Sedequías hijo de Quenaana se había hecho unos cuernos de hierro y decía: —Así ha dicho Jehovah: “¡Con éstos embestirás a los sirios, hasta acabar con ellos!”

Y todos los profetas profetizaban de la misma manera, diciendo: —Sube a Ramot de Galaad y triunfa, porque Jehovah la entregará en mano del rey.

El mensajero que había ido a llamar a Micaías le habló diciendo: —He aquí, las palabras de los profetas unánimemente anuncian el bien al rey. Sea, pues, tu palabra como la de uno de ellos, y anuncia el bien.

Pero Micaías respondió: —¡Vive Jehovah, que lo que mi Dios me diga, eso hablaré! Llegó al rey,

y el rey le preguntó: —Micaías, ¿iremos a la guerra contra Ramot de Galaad, o desistiré? El respondió: —Subid y triunfad, porque serán entregados en vuestra mano.

El rey le dijo: —¿Cuántas veces tengo que hacerte jurar que no me digas sino la verdad en el nombre de Jehovah?

Entonces respondió: —He visto a todo Israel dispersado por los montes como ovejas que no tienen pastor. Y Jehovah dijo: “Estos no tienen señor; vuélvase cada uno a su casa en paz.”

Entonces el rey de Israel dijo a Josafat: —¿No te dije que no profetizaría acerca de mí el bien, sino el mal?

Luego dijo Micaías: —Escuchad, pues, la palabra de Jehovah: Yo he visto a Jehovah sentado en su trono, y todo el ejército de los cielos estaba de pie a su derecha y a su izquierda.

Entonces Jehovah preguntó: “¿Quién inducirá a Acab, rey de Israel, para que suba y caiga en Ramot de Galaad?” Y uno respondía de una manera, y otro respondía de otra manera.

Entonces salió un espíritu, se puso delante de Jehovah y dijo: “Yo le induciré.” Jehovah le preguntó: “¿De qué manera?”

Y él respondió: “Saldré y seré espíritu de mentira en la boca de todos sus profetas.” Y Jehovah dijo: “Tú lo inducirás, y también prevalecerás. Sal y hazlo así.”

Ahora pues, he aquí que Jehovah ha puesto un espíritu de mentira en la boca de estos tus profetas, porque Jehovah ha decretado el mal con respecto a ti.

Entonces se acercó Sedequías hijo de Quenaana y golpeó a Micaías en la mejilla, diciéndole: —¿Por qué camino se apartó de mí el Espíritu de Jehovah, para hablarte a ti?

Y Micaías respondió: —¡He aquí, tú lo verás aquel día, cuando te metas de cuarto en cuarto para esconderte!

Entonces dijo el rey de Israel: —Tomad a Micaías y hacedlo volver a Amón, alcalde de la ciudad, y a Joás, hijo del rey.

Y diles: “El rey ha dicho así: Poned a éste en la cárcel y mantenedle con una escasa ración de pan y de agua, hasta que yo vuelva en paz.”

Y Micaías dijo: —Si logras volver en paz, Jehovah no ha hablado por medio de mí. —Y añadió—: ¡Oídlo, pueblos todos!

El rey de Israel subió con Josafat, rey de Judá, a Ramot de Galaad.

El rey de Israel dijo a Josafat: —Yo me disfrazaré y entraré en la batalla; pero tú, vístete con tus vestiduras. Entonces el rey de Israel se disfrazó, y entraron en la batalla.

Ahora bien, el rey de Siria había mandado a los jefes de los carros que tenía, diciendo: “No luchéis contra chico ni contra grande, sino sólo contra el rey de Israel.”

Y sucedió que cuando los jefes de los carros vieron a Josafat, dijeron: —¡Este es el rey de Israel! Entonces se dirigieron hacia él para atacarle; pero Josafat gritó, y Jehovah le ayudó. Dios los desvió de él.

Y sucedió que al ver los jefes de los carros que no era el rey de Israel, se apartaron de él.

Entonces un hombre tiró con su arco a la ventura e hirió al rey de Israel por entre las junturas de la armadura y la coraza. Y él dijo al que guiaba el carro: —¡Da la vuelta y sácame de la batalla, porque he sido herido!

La batalla arreció aquel día, y el rey de Israel fue sostenido en pie en el carro, frente a los sirios, hasta el atardecer. Y murió al ponerse el sol.

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El profeta Jehú amonesta a Josafat

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Históricos > Segundo Libro de Crónicas > El profeta Jehú amonesta a Josafat (14:19:1 - 14:19:11)

Josafat, rey de Judá, volvió en paz a su casa en Jerusalén.

Pero el vidente Jehú hijo de Hanani le salió al encuentro y dijo al rey Josafat: —¿Das ayuda al impío y amas a los que aborrecen a Jehovah? Por esto, la ira de Jehovah será contra ti.

Sin embargo, se han hallado en ti cosas buenas, porque has eliminado del país los árboles rituales de Asera y has dispuesto tu corazón para buscar a Dios.

Josafat habitaba en Jerusalén, pero volvió a salir entre el pueblo desde Beerseba hasta la región montañosa de Efraín, y los hacía volver a Jehovah, Dios de sus padres.

También estableció jueces en la tierra, de ciudad en ciudad, en todas las ciudades fortificadas de Judá.

Y dijo a los jueces: “Mirad lo que hacéis, porque no juzgáis en lugar del hombre, sino en lugar de Jehovah, quien estará con vosotros en materia de juicio.

Ahora pues, que el temor de Jehovah esté en vosotros. Actuad cuidadosamente, porque con Jehovah nuestro Dios no hay maldad, ni distinción de personas, ni aceptación de soborno.”

Josafat también estableció en Jerusalén a algunos de los levitas, de los sacerdotes y de los jefes de las casas paternas, para la administración de la justicia de Jehovah y para los pleitos de los habitantes de Jerusalén.

Y les mandó diciendo: “Habréis de proceder con temor de Jehovah, con fidelidad y con corazón íntegro.

En cualquier pleito que traigan a vosotros vuestros hermanos que habitan en sus ciudades (sean delitos de sangre o cuestiones de instrucción, mandamientos, leyes o decretos), habéis de advertirles a fin de que no pequen contra Jehovah y que no haya ira contra vosotros y contra vuestros hermanos. Al obrar de este modo, no tendréis culpabilidad.

He aquí que el sumo sacerdote Amarías será quien os presida en cualquier asunto de Jehovah. Zebadías hijo de Ismael, dirigente de la tribu de Judá, os presidirá en cualquier asunto del rey. Los levitas también actuarán delante de vosotros como oficiales. Esforzaos y actuad, y Jehovah esté con el bueno.”

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Victoria sobre Moab y Amón

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Históricos > Segundo Libro de Crónicas > Victoria sobre Moab y Amón (14:20:1 - 14:20:30)

Aconteció después de esto que los hijos de Moab y de Amón, y con ellos algunos de los amonitas, salieron a la guerra contra Josafat.

Entonces fueron e informaron a Josafat diciendo: “Una gran multitud viene contra ti de la otra orilla del mar, de Edom. Y he aquí que están en Hazezón-tamar, que es En-guedi.”

Josafat tuvo temor, se propuso consultar a Jehovah e hizo pregonar ayuno en todo Judá.

Se reunieron los de Judá para pedir socorro a Jehovah, y de todas las ciudades de Judá vinieron para buscar a Jehovah.

Entonces Josafat se puso de pie ante la congregación de Judá y de Jerusalén, en la casa de Jehovah, delante del atrio nuevo,

y dijo: “Oh Jehovah, Dios de nuestros padres, ¿no eres tú Dios en los cielos, que gobiernas en todos los reinos de las naciones y que tienes en tu mano fuerza y poder, de modo que nadie te pueda resistir?

¿No fuiste tú, oh Dios nuestro, el que echaste a los habitantes de esta tierra de la presencia de tu pueblo Israel y la diste a la descendencia de tu amigo Abraham para siempre?

Ellos han habitado en ella y han edificado allí un santuario a tu nombre, diciendo:

Si el mal viniese sobre nosotros (espada de juicio, peste o hambre), nos presentaremos delante de este templo y delante de ti, porque tu nombre está en este templo. A ti clamaremos en nuestra tribulación, y tú nos escucharás y librarás.

“Ahora pues, he aquí que los hijos de Amón, los de Moab y los de la región montañosa de Seír (la tierra de los cuales no quisiste que Israel atravesase cuando venía de la tierra de Egipto, por lo que se apartaron de ellos y no los destruyeron);

he aquí que ahora ellos nos pagan viniendo a expulsarnos de la heredad que tú nos has dado en posesión.

Oh Dios nuestro, ¿no los juzgarás tú? Porque nosotros no disponemos de fuerzas contra esta multitud tan grande que viene contra nosotros. No sabemos qué hacer, pero en ti ponemos nuestros ojos.”

Todo Judá estaba de pie delante de Jehovah, con sus pequeños, sus mujeres y sus hijos.

También estaba allí Yajaziel hijo de Zacarías, hijo de Benaías, hijo de Jeiel, hijo de Matanías, levita de los hijos de Asaf, sobre el cual vino el Espíritu de Jehovah en medio de la congregación,

y dijo: “Oíd, todo Judá y habitantes de Jerusalén, y tú, oh rey Josafat, así os ha dicho Jehovah: No temáis ni desmayéis delante de esta multitud tan grande, porque la batalla no será vuestra, sino de Dios.

Descended mañana contra ellos. He aquí que ellos subirán por la cuesta de Sis, y los encontraréis en el extremo del valle, frente al desierto de Jeruel.

En esta ocasión, vosotros no tendréis que luchar. Deteneos, estaos quietos y ved la victoria que Jehovah logrará para vosotros. ¡Oh Judá y Jerusalén, no temáis ni desmayéis! ¡Salid mañana a su encuentro, y Jehovah estará con vosotros!”

Entonces Josafat inclinó su rostro a tierra. Del mismo modo, todo Judá y los habitantes de Jerusalén se postraron delante de Jehovah, y adoraron a Jehovah.

Luego se levantaron los levitas de los hijos de Cohat y de los hijos de Coré, para alabar con fuerte y alta voz a Jehovah Dios de Israel.

Se levantaron muy de mañana y salieron hacia el desierto de Tecoa. Y mientras ellos salían, Josafat se puso de pie y dijo: “Oídme, Judá y habitantes de Jerusalén: ¡Creed en Jehovah vuestro Dios, y estaréis seguros! ¡Creed a sus profetas y seréis prosperados!”

Después de consultar con el pueblo, designó a algunos de ellos para que cantasen a Jehovah y le alabasen en la hermosura de la santidad, mientras iban delante del ejército, diciendo: “¡Alabad a Jehovah, porque para siempre es su misericordia!”

Cuando comenzaron el canto y la alabanza, Jehovah puso emboscadas contra los hijos de Amón, los de Moab y los de la región montañosa de Seír que habían venido contra Judá, y fueron derrotados.

Los hijos de Amón y de Moab se levantaron contra los de la región montañosa de Seír, para destruirlos por completo y aniquilarlos. Cuando habían acabado con los de la región montañosa de Seír, cada cual contribuyó a la destrucción de su campañero.

Cuando los de Judá llegaron a cierta altura que domina el desierto, miraron hacia la multitud; y he aquí que ellos yacían muertos en tierra. Ninguno había escapado.

Entonces Josafat y su gente fueron para despojarlos, y entre los cadáveres hallaron muchas riquezas, tanto vestidos como objetos preciosos, los que arrebataron para sí en tal cantidad que les era imposible llevar. Tres días duró el despojo, porque era mucho.

Al cuarto día se congregaron en el valle de Berajá. Allí bendijeron a Jehovah; por eso llamaron el nombre de aquel lugar valle de Berajá, hasta hoy.

Todos los hombres de Judá y de Jerusalén, con Josafat a la cabeza, partieron gozosos para regresar a Jerusalén; porque Jehovah les había dado gozo sobre sus enemigos.

Llegaron a Jerusalén, a la casa de Jehovah, con liras, arpas y trompetas.

Y cuando oyeron que Jehovah había combatido contra los enemigos de Israel, el temor de Dios cayó sobre todos los reinos de aquellas tierras.

Entonces el reino de Josafat tuvo tranquilidad, porque su Dios le dio reposo por todas partes.

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