Primer Libro de Reyes

Un profeta de Judá amonesta a Jeroboam

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Históricos > Primer Libro de Reyes > Un profeta de Judá amonesta a Jeroboam (11:13:1 - 11:13:34)

He aquí que un hombre de Dios llegó de Judá a Betel, por mandato de Jehovah, cuando Jeroboam estaba de pie junto al altar para quemar incienso.

Y clamó contra el altar, por mandato de Jehovah, diciendo: —Altar, altar, así ha dicho Jehovah: “He aquí, a la casa de David le nacerá un hijo que se llamará Josías, quien matará sobre ti a los sacerdotes de los lugares altos que queman incienso sobre ti; y sobre ti quemarán huesos de hombres.”

Aquel mismo día dio una señal diciendo: —Esta es la señal de que Jehovah ha hablado: He aquí que el altar se partirá, y la ceniza que está sobre él se desparramará.

Sucedió que cuando el rey Jeroboam oyó la palabra que el hombre de Dios había clamado contra el altar de Betel, extendió su mano desde el altar, diciendo: —¡Prendedle! Pero se le secó la mano que había extendido contra él, de manera que no pudo volverla hacia sí.

Entonces el altar se partió, y la ceniza se desparramó del altar, conforme a la señal que el hombre de Dios había dado por mandato de Jehovah.

Entonces el rey respondió y dijo al hombre de Dios: —Implora, por favor, a Jehovah tu Dios y ora por mí, para que mi mano me sea restaurada. El hombre de Dios imploró el favor de Jehovah, y la mano del rey le fue restaurada, y volvió a ser como antes.

Entonces el rey dijo al hombre de Dios: —Ven conmigo a casa y come, y yo te daré un presente.

Pero el hombre de Dios respondió al rey: —Aunque me dieses la mitad de tu casa, no iría contigo, ni comería pan, ni bebería agua en este lugar;

porque me ha sido ordenado por mandato de Jehovah, diciendo: “No comas pan, ni bebas agua, ni vuelvas por el camino que vayas.”

Se fue, pues, por otro camino y no volvió por el camino por donde había venido a Betel.

Vivía en Betel un profeta anciano, a quien fueron sus hijos y le contaron todo lo que el hombre de Dios había hecho aquel día en Betel. También contaron a su padre las palabras que había hablado al rey.

Y su padre les preguntó: —¿Por qué camino se fue? Y sus hijos le mostraron el camino por donde se había ido el hombre de Dios que había venido de Judá.

El dijo a sus hijos: —Aparejadme el asno. Ellos le aparejaron el asno. Entonces montó sobre él,

fue tras aquel hombre de Dios y le halló sentado debajo de la encina. Le preguntó: —¿Eres tú el hombre de Dios que vino de Judá? Le respondió: —Sí, yo soy.

Entonces le dijo: —Ven conmigo a casa y come pan.

Pero él respondió: —No podré volver contigo ni entrar contigo. Tampoco comeré pan ni beberé agua contigo en este lugar,

porque me fue dicho por mandato de Jehovah: “No comas pan, ni bebas agua de allí, ni vuelvas por el camino que vayas.”

Y le dijo: —Yo también soy profeta como tú, y un ángel me ha hablado por mandato de Jehovah, diciendo: “Hazle volver contigo a tu casa, para que coma pan y beba agua.” Pero le mintió.

Entonces se volvió con él, y comió pan en su casa y bebió agua.

Y aconteció que estando ellos sentados a la mesa, vino la palabra de Jehovah al profeta que le había hecho volver,

y clamó al hombre de Dios que había venido de Judá, diciendo: —Así ha dicho Jehovah: “Porque has sido desobediente al dicho de Jehovah y no guardaste el mandamiento que Jehovah tu Dios te había mandado,

sino que volviste y comiste pan y bebiste agua en este lugar del cual él te había dicho que no comieras pan ni bebieras agua, tu cuerpo no entrará en el sepulcro de tus padres.”

Sucedió que cuando había comido pan y bebido agua, el profeta que le había hecho volver le aparejó el asno.

Cuando se fue, un león lo encontró en el camino y lo mató. Su cadáver quedó tendido en el camino. El asno estaba de pie junto a él, y también el león estaba de pie junto al cadáver.

Y he aquí que pasaron unos hombres y vieron el cadáver que estaba tendido en el camino y el león que estaba de pie junto al cadáver, y fueron y lo dijeron en la ciudad donde habitaba el profeta anciano.

Cuando se enteró el profeta que le había hecho volver del camino, dijo: —El es el hombre de Dios que fue desobediente al mandato de Jehovah. Por eso Jehovah le ha entregado al león, que le ha destrozado y matado conforme a la palabra que Jehovah le había dicho.

Entonces habló a sus hijos diciendo: —Aparejadme el asno. Ellos se lo aparejaron.

Y fue y halló el cadáver tendido en el camino, y el asno y el león que estaban junto al cadáver. El león no había devorado el cadáver ni había destrozado al asno.

El profeta levantó el cuerpo del hombre de Dios, lo colocó sobre el asno y se lo llevó. El profeta anciano fue a la ciudad para hacer duelo por él y sepultarlo.

Puso su cuerpo en su propio sepulcro, e hicieron duelo por él diciendo: —¡Ay, hermano mío!

Sucedió que después de haberlo sepultado, habló a sus hijos diciendo: —Cuando yo muera, sepultadme en el sepulcro en que está sepultado el hombre de Dios. Poned mis restos junto a los suyos,

porque sin duda sucederá lo que él proclamó por mandato de Jehovah contra el altar que está en Betel y contra todos los santuarios de los lugares altos que hay en las ciudades de Samaria.

Después de este suceso, Jeroboam no se volvió de su mal camino. Más bien, volvió a designar sacerdotes de entre la gente común para los lugares altos. Investía a quien deseaba, y él llegaba a ser sacerdote de los lugares altos.

Y esto vino a ser el pecado de la casa de Jeroboam, por lo cual fue cortada y destruida de sobre la faz de la tierra.

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Profecía de Ahías contra Jeroboam

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Históricos > Primer Libro de Reyes > Profecía de Ahías contra Jeroboam (11:14:1 - 11:14:20)

En aquel tiempo Abías hijo de Jeroboam cayó enfermo,

y Jeroboam dijo a su mujer: —Por favor, levántate, disfrázate para que no reconozcan que eres la mujer de Jeroboam, y vé a Silo. He aquí que allá está el profeta Ajías, quien me dijo que yo iba a ser rey sobre este pueblo.

Toma contigo diez panes, galletas y un frasco de miel, y vé a él; él te dirá lo que ha de suceder al niño.

La mujer de Jeroboam lo hizo así. Se levantó, fue a Silo y llegó a la casa de Ajías. Ajías ya no podía ver, pues su vista se le había oscurecido a causa de su vejez.

Pero Jehovah había dicho a Ajías: —He aquí que la mujer de Jeroboam viene a consultarte acerca de su hijo que está enfermo. Así y así le has de responder, pues cuando ella venga, fingirá ser una desconocida.

Y sucedió que cuando Ajías oyó el ruido de sus pasos, al entrar ella por la puerta, dijo: —Entra, mujer de Jeroboam. ¿Por qué finjes ser una desconocida? Yo he sido enviado con malas noticias para ti.

Vé y di a Jeroboam que así ha dicho Jehovah Dios de Israel: “Pues bien, yo te levanté de en medio del pueblo y te hice el soberano de mi pueblo Israel;

arranqué el reino de la casa de David y te lo entregué a ti. Pero tú no has sido como mi siervo David, que guardó mis mandamientos y caminó en pos de mí con todo su corazón, haciendo sólo lo recto ante mis ojos.

Al contrario, has hecho lo malo, más que todos los que te han precedido, porque fuiste, y para provocarme a ira te hiciste otros dioses e imágenes de fundición; y a mí me diste la espalda.

Por tanto, he aquí que yo traeré el mal sobre la casa de Jeroboam; eliminaré en Israel a todo varón de Jeroboam, tanto al esclavo como al libre. Barreré por completo la casa de Jeroboam, como se barre el estiércol, hasta que no quede nada.

Al que de Jeroboam muera en la ciudad, se lo comerán los perros; y al que muera en el campo, se lo comerán las aves del cielo; porque Jehovah lo ha dicho.”

En cuanto a ti, levántate y vete a tu casa. Cuando tus pies entren en la ciudad, el niño morirá.

Todo Israel hará duelo por él y le sepultará; pues éste es el único de los de Jeroboam que será sepultado, porque de la casa de Jeroboam sólo en él se ha hallado algo bueno delante de Jehovah Dios de Israel.

Pero Jehovah levantará para sí un rey en Israel, el cual eliminará la casa de Jeroboam en este día y ahora mismo.

Y Jehovah golpeará a Israel, como cuando la caña se agita en las aguas. Arrancará a Israel de esta buena tierra que dio a sus padres, y los esparcirá hacia el otro lado del Río, porque han hecho sus árboles rituales de Asera y han provocado a ira a Jehovah.

Entregará a Israel a causa de los pecados de Jeroboam, quien pecó e hizo pecar a Israel.

Entonces la mujer de Jeroboam se levantó, se fue y llegó a Tirsa. Cuando ella entró por el umbral de la casa, el niño murió.

Lo sepultaron, y todo Israel hizo duelo por él, conforme a la palabra que Jehovah había hablado por medio de su siervo, el profeta Ajías.

Los demás hechos de Jeroboam, las guerras que hizo y cómo reinó, he aquí que están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel.

El tiempo que reinó Jeroboam fue de 22 años, y reposó con sus padres. Y su hijo Nadab reinó en su lugar.

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Reinado de Roboam

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Históricos > Primer Libro de Reyes > Reinado de Roboam (11:14:21 - 11:14:31)

Roboam hijo de Salomón reinó en Judá. Roboam tenía 41 años cuando comenzó a reinar, y reinó 17 años en Jerusalén, la ciudad que Jehovah había elegido de entre todas las tribus de Israel para poner allí su nombre. El nombre de su madre era Naama la amonita.

Judá hizo lo malo ante los ojos de Jehovah; y con los pecados que cometieron, le provocaron a celos más que todo lo que habían hecho sus padres.

También se edificaron lugares altos, piedras rituales y árboles de Asera, en toda colina alta y debajo de todo árbol frondoso.

También había en el país varones consagrados a la prostitución ritual, e hicieron conforme a todas las prácticas abominables de las naciones que Jehovah había echado de delante de los hijos de Israel.

Y sucedió que en el quinto año del rey Roboam subió Sisac, rey de Egipto, contra Jerusalén

y tomó los tesoros de la casa de Jehovah y los tesoros de la casa del rey; todo lo tomó. También tomó todos los escudos de oro que había hecho Salomón.

En lugar de ellos, el rey Roboam hizo escudos de bronce y los entregó a la custodia de los jefes de la escolta, que guardaban la entrada de la casa del rey.

Y sucedía que cuantas veces el rey entraba en la casa de Jehovah, los de la escolta los llevaban, y después los volvían a poner en la cámara de los de la escolta.

Los demás hechos de Roboam y todas las cosas que hizo, ¿no están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Judá?

Hubo guerra constante entre Roboam y Jeroboam.

Roboam reposó con sus padres y fue sepultado con sus padres en la Ciudad de David. El nombre de su madre era Naama la amonita. Y su hijo Abías reinó en su lugar.

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Reinado de Abiam

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Históricos > Primer Libro de Reyes > Reinado de Abiam (11:15:1 - 11:15:8)

En el año 18 del rey Jeroboam hijo de Nabat, comenzó a reinar Abías sobre Judá,

y reinó 3 años en Jerusalén. El nombre de su madre era Maaca hija de Absalón.

El anduvo en todos los pecados que había cometido su padre antes de él. Su corazón no fue íntegro con Jehovah su Dios, como el corazón de su padre David.

No obstante, por amor a David, Jehovah su Dios le dio una lámpara en Jerusalén, levantando a un hijo suyo después de él y manteniendo en pie a Jerusalén.

Porque David había hecho lo recto ante los ojos de Jehovah y no se había apartado en todos los días de su vida de nada de lo que le había mandado, excepto en el asunto de Urías el heteo.

Hubo guerra entre Abías y Jeroboam todos los días de su vida.

Los demás hechos de Abías y todas las cosas que hizo, ¿no están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Judá? Había guerra entre Abías y Jeroboam.

Abías reposó con sus padres, y lo sepultaron en la Ciudad de David. Y su hijo Asa reinó en su lugar.

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Reinado de Asa

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Históricos > Primer Libro de Reyes > Reinado de Asa (11:15:9 - 11:15:15)

En el año 20 de Jeroboam rey de Israel, Asa comenzó a reinar sobre Judá;

y reinó 41 años en Jerusalén. El nombre de su madre era Maaca hija de Absalón.

Asa hizo lo recto ante los ojos de Jehovah, como su padre David.

Barrió del país a los varones consagrados a la prostitución ritual y quitó todos los ídolos que habían hecho sus padres.

También depuso a su madre Maaca de ser reina madre, porque ella había hecho una monstruosa imagen de Asera. Asa destruyó la monstruosa imagen y la quemó junto al arroyo de Quedrón.

Aunque no quitó los lugares altos, sin embargo, el corazón de Asa fue íntegro para con Jehovah, todos sus días.

El introdujo en la casa de Jehovah lo que había consagrado su padre, y lo que él mismo había consagrado: plata, oro y utensilios.

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