Libros Poéticos y Sapienciales

Proverbios sobre la vida y la conducta

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Poéticos y Sapienciales > Proverbios > Proverbios sobre la vida y la conducta (20:16:1 - 20:24:34)

Del hombre son los planes del corazón, pero de Jehovah es la respuesta de la lengua.

Todo camino del hombre es limpio en su propia opinión, pero Jehovah es el que examina los espíritus.

Encomienda a Jehovah tus obras, y tus pensamientos serán afirmados.

Todo lo ha hecho Jehovah para su propio propósito; y aun al impío, para el día malo.

Abominación es a Jehovah todo altivo de corazón; de ninguna manera quedará impune.

Con misericordia y verdad se expía la falta, y con el temor de Jehovah uno se aparta del mal.

Cuando los caminos del hombre le agradan a Jehovah, aun a sus enemigos reconciliará con él.

Es mejor lo poco con justicia que gran abundancia sin derecho.

El corazón del hombre traza su camino, pero Jehovah dirige sus pasos.

Hay oráculo en los labios del rey; en el juicio no yerra su boca.

La pesa y las balanzas justas son de Jehovah; obra suya son todas las pesas de la bolsa.

Es abominación a los reyes hacer impiedad, porque con justicia se afirma el trono.

Los reyes favorecen a los labios justos y aman al que habla lo recto.

La ira del rey es como mensajero de muerte, pero el hombre sabio la apaciguará.

En la alegría del rostro del rey está la vida; su favor es como nube de lluvia tardía.

Es mejor adquirir sabiduría que oro fino, y adquirir inteligencia vale más que la plata.

La vía de los rectos es apartarse del mal, y el que guarda su camino guarda su vida.

Antes de la quiebra está el orgullo; y antes de la caída, la altivez de espíritu.

Mejor es humillar el espíritu con los humildes que repartir botín con los soberbios.

El que está atento a la palabra hallará el bien, y el que confía en Jehovah es bienaventurado.

El sabio de corazón será llamado entendido, y la dulzura de labios aumenta el saber.

Fuente de vida es el entendimiento al que lo posee, pero el castigo de los insensatos es la misma insensatez.

El corazón del sabio hace prudente su boca, y con sus labios aumenta el saber.

Panal de miel son los dichos suaves; son dulces al alma y saludables al cuerpo.

Hay un camino que al hombre le parece derecho, pero que al final es camino de muerte.

El apetito del trabajador es lo que le obliga a trabajar, porque su boca lo apremia.

El hombre indigno trama el mal, y en sus labios hay como fuego abrasador.

El hombre perverso provoca la contienda, y el chismoso aparta los mejores amigos.

El hombre violento persuade a su amigo y le hace andar por camino no bueno.

El que entrecierra sus ojos para planear perversidades, el que aprieta sus labios, consuma el mal.

Corona de honra son las canas; en el camino de la justicia se encuentra.

Es mejor el que tarda en airarse que el fuerte; y el que domina su espíritu, que el que conquista una ciudad.

Las suertes se echan en el regazo, pero a Jehovah pertenece toda su decisión.

Mejor es un bocado seco y con tranquilidad que una casa llena de banquetes con contiendas.

El siervo prudente se enseñoreará sobre el hijo que avergüenza, y junto con los hermanos compartirá la herencia.

El crisol prueba la plata, y la hornaza el oro; pero el que prueba los corazones es Jehovah.

El malhechor está atento al labio inicuo, y el mentiroso escucha a la lengua destructora.

El que se mofa del pobre afrenta a su Hacedor, y el que se alegra por su calamidad no quedará impune.

Corona de los ancianos son los hijos de los hijos, y la gloria de los hijos son sus padres.

No conviene al hombre vil la grandilocuencia. Cuánto menos al noble el labio mentiroso.

Piedra de encanto es el soborno a los ojos del que lo practica; dondequiera se dirija, tiene éxito.

El que cubre la transgresión busca amistad, pero el que divulga el asunto aparta al amigo.

Más aprovecha una reprensión al hombre entendido, que cien azotes al necio.

El malo sólo busca la rebelión; un mensajero cruel será enviado contra él.

Mejor es encontrarse con una osa despojada de sus crías que con un necio empeñado en su insensatez.

Al que da mal por bien, el mal no se apartará de su casa.

El que comienza la contienda es quien suelta las aguas; desiste, pues, antes que estalle el pleito.

El que justifica al impío y el que condena al justo, ambos son abominables a Jehovah.

¿De qué sirve el dinero en la mano del necio para adquirir sabiduría, si no tiene entendimiento?

En todo tiempo ama el amigo, y el hermano nace para el tiempo de angustia.

El hombre falto de entendimiento estrecha la mano, dando fianza en presencia de su amigo.

El que ama la transgresión ama las contiendas, y el que se enaltece busca la ruina.

El perverso de corazón nunca hallará el bien, y el de doble lengua caerá en el mal.

Quien engendra al necio lo hace para su tristeza, y el padre del insensato no se alegrará.

El corazón alegre trae sanidad, pero un espíritu abatido seca los huesos.

El impío toma soborno de su seno para pervertir las sendas del derecho.

La sabiduría se refleja en la cara del hombre entendido, pero los ojos del necio vagan hasta el extremo de la tierra.

El hijo necio causa enojo a su padre y amargura a la que le dio a luz.

Ciertamente no es bueno imponer una multa al justo ni golpear a los nobles a causa de su integridad.

El que tiene conocimiento refrena sus palabras, y el de espíritu sereno es hombre prudente.

Cuando calla, hasta el insensato es tenido por sabio; y el que cierra sus labios, por inteligente.

El que se aparta busca su propio deseo, y estalla en disputa contra toda iniciativa.

El necio no toma placer en el entendimiento, sino sólo en exponer lo que tiene en su corazón.

Cuando viene la impiedad, viene también el menosprecio; y con la deshonra viene la vergüenza.

Aguas profundas son las palabras de la boca del hombre, y arroyo que rebosa es la fuente de la sabiduría.

No es bueno mostrar preferencia por el impío, desviando al justo en el juicio.

Los labios del necio entran en contienda, y su boca clama por los golpes.

La boca del necio es su propia ruina; sus labios son la trampa de su vida.

Las palabras del chismoso parecen suaves y penetran hasta lo recóndito del ser.

El que es negligente en su trabajo es hermano del destructor.

Torre fortificada es el nombre de Jehovah; el justo correrá a ella y estará a salvo.

Las riquezas del rico son su ciudad fortificada; son como un alto muro en su imaginación.

Antes del quebrantamiento se enaltece el corazón del hombre, y antes de la honra está la humildad.

Al que responde antes de oír, le es insensatez y deshonra.

El ánimo del hombre soportará su enfermedad; pero, ¿quién soportará al espíritu abatido?

El corazón del entendido adquiere conocimiento, y el oído de los sabios busca el conocimiento.

El dar regalos le abre camino a un hombre, y le conduce a la presencia de los grandes.

El primero que aboga por su causa parece ser justo, pero viene su prójimo y lo pone a prueba.

El echar suertes pone fin a los pleitos y decide entre los poderosos.

El hermano ofendido resiste más que una ciudad fortificada; y las contiendas, más que los cerrojos de un castillo.

Del fruto de la boca del hombre se saciará su estómago; él se satisfará con el producto de sus labios.

La muerte y la vida están en el poder de la lengua, y los que gustan usarla comerán de su fruto.

El que halla esposa halla el bien y alcanza el favor de Jehovah.

El pobre habla con ruegos, pero el rico responde con dureza.

Hay amigos que uno tiene para su propio mal, pero hay un amigo que es más fiel que un hermano.

Mejor es el pobre que camina en su integridad que el de labios perversos y que es necio.

Tampoco es bueno hacer algo sin conocimiento, y peca el que se apresura con sus pies.

La insensatez del hombre pervierte su camino y enfurece su corazón contra Jehovah.

Las riquezas atraen muchos amigos, pero el pobre es abandonado por su prójimo.

El testigo falso no quedará impune, y el que respira mentiras no escapará.

Muchos imploran el favor del generoso; todos son amigos del hombre que da regalos.

Todos los hermanos del pobre le odian; cuánto más se alejarán de él sus amigos. Busca quienes le hablen, pero no los halla.

El que adquiere entendimiento ama su vida, y el que guarda la prudencia hallará el bien.

El testigo falso no quedará impune, y el que respira mentiras perecerá.

No conviene al necio la comodidad; cuánto menos al esclavo dominar a los gobernantes.

El discernimiento del hombre detiene su furor, y su honra es pasar por alto la ofensa.

Como rugido de león es la ira del rey, y su favor es como el rocío sobre la hierba.

El hijo necio es la ruina de su padre; y gotera continua son las contiendas de la mujer.

Una casa y riquezas son herencia de los padres, pero una mujer prudente lo es de Jehovah.

La pereza hace caer en sueño profundo, y la persona negligente padecerá de hambre.

El que guarda el mandamiento guarda su alma, pero el que menosprecia sus caminos morirá.

El que da al pobre presta a Jehovah, y él le dará su recompensa.

Corrige a tu hijo mientras haya esperanza, pero no se exceda tu alma para destruirlo.

El de gran ira llevará el castigo; si lo libras, tendrás que hacerlo de nuevo.

Escucha el consejo y acepta la corrección, para que seas sabio en tu porvenir.

Muchos planes hay en el corazón del hombre, pero sólo el propósito de Jehovah se cumplirá.

La ambición del hombre es su desgracia, y es mejor ser indigente que engañador.

El temor de Jehovah es para vida; el hombre vivirá satisfecho con él y no será visitado por el mal.

El perezoso hunde su mano en el plato, pero ni aun a su boca la llevará.

Golpea al burlador, y el ingenuo se hará sagaz; amonesta al entendido, y captará conocimiento.

El que roba a su padre y ahuyenta a su madre es hijo que avergüenza y deshonra.

Hijo mío, deja de atender la enseñanza que te hace divagar de las palabras del conocimiento.

El testigo perverso se burla del juicio, y la boca de los impíos expresa iniquidad.

Actos justicieros están preparados para los burladores; y azotes, para las espaldas de los necios.

El vino hace burla; el licor alborota. Y cualquiera que se descarría no es sabio.

Como rugido de león es la indignación del rey; el que lo enfurece peca contra sí mismo.

Al hombre le es honroso apartarse de la contienda, pero todo insensato se envolverá en ella.

El perezoso no ara al comienzo de la estación; buscará en el tiempo de la siega y no hallará.

Como aguas profundas es el propósito en el corazón del hombre, pero el hombre de entendimiento logrará extraerlo.

Muchos hombres proclaman su propia bondad; pero un hombre fiel, ¿quién lo hallará?

El justo camina en su integridad; bienaventurados serán sus hijos después de él.

El rey se sienta en el trono del juicio; con su mirada disipa todo mal.

¿Quién podrá decir: “Yo he limpiado mi corazón; limpio estoy de mi pecado”?

Pesas falsas y medidas falsas: Ambas cosas son una abominación a Jehovah.

Aun el muchacho es conocido por sus hechos, si su conducta es pura y recta.

El oído que oye y el ojo que ve, ambas cosas ha hecho Jehovah.

No ames el sueño, para que no te empobrezcas; abre tus ojos, y te saciarás de pan.

El que compra dice: “Malo es, malo es”; pero apartándose, se jacta de lo comprado.

Existen el oro y una gran cantidad de perlas, pero los labios que saben son algo más precioso.

Quítale su ropa al que salió fiador del extraño, y tómale prenda al que se fía de la mujer ajena.

Sabroso es al hombre el pan mal adquirido; pero cuando haya llenado su boca, se convertirá en cascajo.

Confirma los planes mediante el consejo y haz la guerra con estrategia.

El que anda con chismes revela el secreto; no te metas con el suelto de lengua.

Al que maldice a su padre o a su madre, su lámpara se le apagará en medio de las tinieblas.

Los bienes adquiridos apresuradamente al comienzo, al fin de cuentas no serán bendecidos.

No digas: “Devolveré el mal.” Espera a Jehovah, y él te salvará.

Las pesas falsas son una abominación a Jehovah; y la balanza de engaño no es algo bueno.

De Jehovah son los pasos del hombre; ¿cómo podrá el hombre, por sí solo, entender su camino?

Es una trampa para el hombre declarar a la ligera algo como consagrado, y reflexionar sólo después de haber hecho los votos.

El rey sabio dispersa a los impíos, y sobre ellos hace rodar la rueda.

Lámpara de Jehovah es el espíritu del hombre, la cual escudriña lo más recóndito del ser.

La misericordia y la verdad guardan al rey, y con justicia sustenta su trono.

La gloria de los jóvenes es su fuerza; y el esplendor de los ancianos, sus canas.

Las marcas de los azotes purifican del mal, y los golpes purifican al corazón.

Como una corriente de agua es el corazón del rey en la mano de Jehovah, quien lo conduce a todo lo que quiere.

Todo camino del hombre es recto ante sus ojos, pero Jehovah es el que examina los corazones.

Practicar la justicia y el derecho es más aceptable a Jehovah que el sacrificio.

Pecado son la altivez de ojos y el orgullo del corazón, la lámpara de los impíos.

Los proyectos del diligente resultarán en abundancia, pero todo apresurado va a parar en la escasez.

Acumular tesoros mediante la lengua de engaño es vanidad fugaz de los que buscan la muerte.

La rapiña de los impíos los arrastrará, por cuanto rehúsan hacer justicia.

El camino del hombre es torcido y extraño, pero la conducta del limpio es recta.

Mejor es vivir en un rincón de la azotea que compartir una casa con una mujer rencillosa.

El alma del impío desea el mal; su prójimo no halla gracia ante sus ojos.

Cuando el burlador es castigado, el ingenuo se hace sabio; y cuando el sabio es instruido, adquiere conocimiento.

El justo observa la casa del impío; cómo los impíos son arruinados por el mal.

El que cierra su oído al clamor del pobre también clamará, y no se le responderá.

El regalo en secreto calma la ira; y el obsequio a escondidas, el fuerte furor.

Le es alegría al justo practicar el derecho, pero a los que practican la iniquidad les es un terror.

El hombre que se desvía del camino del entendimiento irá a parar en la compañía de los muertos.

El que ama los placeres se empobrecerá; el que ama el vino y los perfumes no se enriquecerá.

El impío es el rescate por el justo; y el traicionero, por los rectos.

Mejor es vivir en una tierra desierta que con una mujer rencillosa e iracunda.

Tesoro precioso y aceite hay en la morada del sabio, pero el hombre necio lo disipará.

El que sigue la justicia y la bondad hallará vida, justicia y honra.

El sabio conquista la ciudad de los poderosos y derriba la fuerza en que ella ha confiado.

El que guarda su boca y su lengua guarda su alma de angustias.

Escarnecedor es el nombre del arrogante y altivo, del que actúa con saña arrogante.

El deseo del perezoso lo mata, porque sus manos rehúsan trabajar.

Hay quien todo el día codicia y codicia, pero el justo da y no escatima.

El sacrificio que ofrecen los impíos es una abominación; cuánto más cuando lo ofrece con perversa intención.

El testigo mentiroso perecerá, pero el hombre que sabe escuchar siempre podrá hablar.

El hombre impío se muestra descarado, pero el recto pone en orden sus caminos.

No hay sabiduría ni entendimiento, ni consejo contra Jehovah.

El caballo es alistado para el día de la batalla, pero de Jehovah proviene la victoria.

Más vale el buen nombre que las muchas riquezas; y el ser apreciado, más que la plata y el oro.

El rico y el pobre tienen esto en común: A todos ellos los hizo Jehovah.

El prudente ve el mal y se esconde, pero los ingenuos pasan y reciben el daño.

Riquezas, honra y vida son la remuneración de la humildad y del temor de Jehovah.

Espinas y trampas hay en el camino del perverso; el que guarda su vida se alejará de ellos.

Instruye al niño en su camino; y aun cuando sea viejo, no se apartará de él.

El rico domina a los pobres, y el que toma prestado es esclavo del que presta.

El que siembra iniquidad segará maldad, y la vara de su ira será destruida.

El de ojos bondadosos será bendito, porque de su pan da al necesitado.

Echa fuera al burlador, y se evitará la contienda; también cesarán el pleito y la afrenta.

El rey ama al de corazón puro, y el que tiene gracia de labios será su amigo.

Los ojos de Jehovah custodian el conocimiento, pero él arruina las cosas de los traicioneros.

Dice el perezoso: “¡Afuera hay un león! ¡En medio de la calle seré descuartizado!”

Fosa profunda es la boca de la mujer extraña; aquel contra quien Jehovah está airado caerá en ella.

La insensatez está ligada al corazón del joven, pero la vara de la disciplina la hará alejarse de él.

El que para enriquecerse explota al pobre o da al rico, ciertamente vendrá a pobreza.

Inclina tu oído y escucha las palabras de los sabios; dispón tu corazón a mi conocimiento.

Porque es cosa placentera que las guardes en tu corazón, y que a la vez se afirmen en tus labios.

Para que tu confianza esté en Jehovah te las hago saber hoy también a ti.

¿Acaso no he escrito para ti treinta dichos de consejos y conocimiento?

Son para darte a conocer la certidumbre de las palabras de verdad, a fin de que puedas responder palabras de verdad a los que te envían.

No robes al pobre, porque es pobre; ni oprimas al afligido en las puertas de la ciudad.

Porque Jehovah defenderá la causa de ellos y despojará al alma de quienes los despojan.

No hagas amistad con el iracundo, ni tengas tratos con el violento,

no sea que aprendas sus maneras y pongas una trampa para tu propia vida.

No estés entre los que se dan la mano, entre los que dan fianza por deudas.

Si no tienes con que pagar, ¿por qué han de quitar tu cama de debajo de ti?

No cambies de lugar el lindero antiguo que establecieron tus padres.

¿Has visto un hombre diligente en su trabajo? En la presencia de los reyes estará. No estará en presencia de los de baja condición.

Cuando te sientes a comer con un gobernante, considera bien lo que está delante de ti.

Pon cuchillo a tu garganta, si tienes gran apetito.

No codicies sus manjares delicados, porque es pan de engaño.

No te afanes por hacerte rico; sé prudente y desiste.

¿Has de hacer volar tus ojos tras las riquezas, siendo éstas nada? Porque ciertamente se harán alas como de águilas y volarán al cielo.

No comas pan con el de malas intenciones, ni codicies sus manjares delicados;

porque cual es su pensamiento en su mente, tal es él: “Come y bebe,” te dirá; pero su corazón no está contigo.

Vomitarás tu parte que comiste y echarás a perder tus suaves palabras.

No hables a oídos del necio, porque despreciará la prudencia de tus palabras.

No cambies de lugar el lindero antiguo, ni entres en los campos de los huérfanos.

Porque su Redentor es fuerte; él defenderá contra ti la causa de ellos.

Aplica tu corazón a la enseñanza y tus oídos a las palabras del conocimiento.

No rehúses corregir al muchacho; si le castigas con vara, no morirá.

Tú lo castigarás con vara y librarás su alma del Seol.

Hijo mío, si tu corazón es sabio, también a mí se me alegrará el corazón.

Mis entrañas se regocijarán, cuando tus labios hablen cosas rectas.

No tenga tu corazón envidia de los pecadores. Más bien, en todo tiempo permanece tú en el temor de Jehovah.

Porque ciertamente hay un porvenir, y tu esperanza no será frustrada.

Escucha tú, hijo mío, y sé sabio; endereza tu corazón en el camino.

No estés con los bebedores de vino, ni con los comilones de carne.

Porque el bebedor y el comilón empobrecerán, y el dormitar hará vestir harapos.

Escucha a tu padre, que te engendró; y cuando tu madre envejezca, no la menosprecies.

Adquiere la verdad y no la vendas; adquiere sabiduría, disciplina e inteligencia.

Mucho se alegrará el padre del justo; el que engendró un hijo sabio se gozará con él.

Alégrense tu padre y tu madre, y gócese la que te dio a luz.

Dame, hijo mío, tu corazón, y observen tus ojos mis caminos.

Porque fosa profunda es la prostituta; pozo angosto es la mujer extraña.

También ella acecha como asaltante, y multiplica entre los hombres a los traicioneros.

¿Para quién será el ay? ¿Para quién será el dolor? ¿Para quién serán las rencillas? ¿Para quién los quejidos? ¿Para quién las heridas gratuitas? ¿Para quién lo enrojecido de los ojos?

Para los que se detienen mucho sobre el vino; para los que se lo pasan probando el vino mezclado.

No mires el vino cuando rojea, cuando resplandece su color en la copa, cuando entra suavemente.

Al fin muerde como serpiente, y envenena como víbora.

Tus ojos mirarán cosas extrañas, y tu corazón hablará perversidades.

Serás como el que yace en medio del mar, o como el que yace en la punta de un mástil.

Dirás: “Me golpearon, pero no me dolió; me azotaron, pero no lo sentí. Cuando me despierte, lo volveré a buscar.”

No tengas envidia de los hombres malos, ni desees estar con ellos;

porque su corazón trama violencia, y sus labios hablan iniquidad.

Con sabiduría se edifica la casa y con prudencia se afirma.

Con conocimiento se llenan los cuartos de todo bien preciado y agradable.

Más vale el sabio que el fuerte; y el hombre de conocimiento, que el de vigor.

Porque con estrategia harás la guerra, y en los muchos consejeros está la victoria.

Muy alta está la sabiduría para el insensato; en la puerta de la ciudad no abrirá su boca.

Al que planea hacer el mal le llamarán hombre de malas intenciones.

La intención del insensato es pecado, y el burlador es abominación a los hombres.

Si desmayas en el día de la dificultad, también tu fuerza se reducirá.

Libra a los que son llevados a la muerte; no dejes de librar a los que van tambaleando a la matanza.

Si dices: “En verdad, no lo supimos,” ¿no lo entenderá el que examina los corazones? El que vigila tu alma, él lo sabrá y recompensará al hombre según sus obras.

Come, hijo mío, de la miel, porque es buena; y del panal, que es dulce a tu paladar.

Así aprópiate de la sabiduría para tu alma. Si la hallas, habrá un porvenir, y tu esperanza no será frustrada.

Oh impío, no aceches la morada del justo, ni destruyas su lugar de reposo;

porque siete veces cae el justo y se vuelve a levantar, pero los impíos tropezarán en el mal.

No te alegres cuando caiga tu enemigo; y cuando tropiece, no se regocije tu corazón,

no sea que lo vea Jehovah, y le desagrade, y aparte de él su enojo.

No te enfurezcas a causa de los malhechores, ni tengas envidia de los impíos;

porque no habrá un buen porvenir para el malo, y la lámpara de los impíos será apagada.

Hijo mío, teme a Jehovah y al rey, y no te asocies con los inestables.

Porque su calamidad surgirá de repente, y el castigo que procede de ambos, ¡quién lo puede saber!

También los siguientes dichos pertenecen a los sabios: No es bueno hacer distinción de personas en el juicio.

Al que dice al impío: “Eres justo,” los pueblos lo maldecirán; las naciones lo detestarán.

Pero los que lo reprenden serán apreciados, y sobre ellos vendrá la bendición del bien.

Besados serán los labios del que responde palabras correctas.

Ordena tus labores afuera; ocúpate en ellas en el campo. Y después edifícate una casa.

No testifiques sin causa contra tu prójimo, ni le engañes con tus labios.

No digas: “Como me hizo, así le haré a él; recompensaré al hombre según su acción.”

Pasé junto al campo de un hombre perezoso y junto a la viña de un hombre falto de entendimiento.

Y he aquí que por todos lados habían crecido ortigas; los cardos habían cubierto el área, y su cerco de piedra estaba destruido.

Yo observé esto y lo medité en mi corazón; lo vi y saqué esta enseñanza:

Un poco de dormir, un poco de dormitar y un poco de cruzar las manos para reposar.

Así vendrá tu pobreza como un vagabundo, y tu escasez como un hombre armado.

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Comparaciones y lecciones morales

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Poéticos y Sapienciales > Proverbios > Comparaciones y lecciones morales (20:25:1 - 20:27:27)

También éstos son proverbios de Salomón, los cuales copiaron los hombres de Ezequías, rey de Judá:

Es gloria de Dios ocultar una cosa, y es gloria del rey escudriñarla.

La altura de los cielos, la profundidad de la tierra y el corazón de los reyes son inescrutables.

Quita las escorias de la plata, y saldrá un objeto para el fundidor.

Quita al impío de la presencia del rey, y su trono se afirmará con justicia.

No te vanagloríes delante del rey, ni te entremetas en el lugar de los grandes;

porque mejor es que se te diga: “Sube acá,” antes que seas humillado delante del noble. Cuando tus ojos hayan visto algo,

no entres apresuradamente en pleito. Porque, ¿qué más harás al final, cuando tu prójimo te haya avergonzado?

Discute tu causa con tu prójimo y no des a conocer el secreto de otro.

No sea que te deshonre el que te oye, y tu infamia no pueda ser reparada.

Manzana de oro con adornos de plata es la palabra dicha oportunamente.

Como zarcillo de oro y joya de oro fino es el que reprende al sabio que tiene oído dócil.

Como el frescor de la nieve en tiempo de siega es el mensajero fiel a los que lo envían, pues da refrigerio al alma de su señor.

Como nubes y vientos sin lluvia, así es el hombre que se jacta de un regalo que al fin no da.

Con larga paciencia se persuade al jefe, y la lengua blanda quebranta los huesos.

¿Hallaste miel? Come sólo lo suficiente, no sea que te hartes de ella y la vomites.

Detén tu pie de la casa de tu vecino, no sea que se harte de ti y te aborrezca.

Mazo, espada y flecha dentada es el hombre que da falso testimonio contra su prójimo.

Diente quebrado y pie que resbala es la confianza en el traicionero, en el día de angustia.

El que canta canciones al corazón afligido es como el que quita la ropa en tiempo de frío o el que echa vinagre sobre el jabón.

Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer pan; y si tiene sed, dale de beber agua;

pues así carbones encendidos tú amontonas sobre su cabeza, y Jehovah te recompensará.

El viento del norte trae la lluvia; y la lengua detractora, el rostro airado.

Mejor es vivir en un rincón de la azotea que compartir una casa con una mujer rencillosa.

Como el agua fría al alma sedienta, así son las buenas nuevas de lejanas tierras.

Como manantial turbio y fuente corrompida es el justo que vacila ante el impío.

Comer mucha miel no es bueno, ni es gloria buscar la propia gloria.

Como una ciudad cuya muralla ha sido derribada, es el hombre cuyo espíritu no tiene freno.

Como nieve en el verano y lluvia en la siega, así no le caen bien los honores al necio.

Como escapa el ave y vuela la golondrina, así la maldición sin causa no se realizará.

El látigo es para el caballo, y el freno para el asno, y la vara para la espalda de los necios.

Nunca respondas al necio según su insensatez, para que no seas tú también como él.

Responde al necio según su insensatez, para que no se estime sabio en su propia opinión.

Se corta los pies y bebe violencia el que envía recado por medio de un necio.

Como las piernas del cojo, que cuelgan inútiles, es el proverbio en la boca de los necios.

Como atar una piedra a la honda, así es dar honor al necio.

Como espina que penetra en la mano del borracho, es el proverbio en la boca de los necios.

Como el arquero que hiere a todos, es el que contrata a necios y vagabundos.

Como perro que vuelve a su vómito, así es el necio que repite su insensatez.

¿Has visto a un hombre sabio en su propia opinión? ¡Más esperanza hay del necio que de él!

Dice el perezoso: “¡Hay un león en el camino! ¡Hay un león en medio de las calles!”

Como las puertas giran sobre sus bisagras, así también el perezoso en su cama.

El perezoso hunde su mano en el plato, y se cansa de volverla a su boca.

El perezoso es más sabio en su opinión que siete que responden con discreción.

El que se entremete en pleito ajeno es como el que agarra de las orejas a un perro que pasa.

Como el que enloquece y arroja dardos y flechas de muerte,

así es el hombre que defrauda a su amigo y dice: “¿Acaso no estaba yo bromeando?”

Sin leña se apaga el fuego; y donde no hay chismoso, cesa la contienda.

El carbón es para las brasas, la leña para el fuego, y el hombre rencilloso para provocar peleas.

Las palabras del chismoso parecen suaves, pero penetran hasta lo recóndito del ser.

Como escorias de plata arrojadas sobre un tiesto, son los labios enardecidos y el corazón vil.

El que aborrece disimula con sus labios, pero en su interior trama el fraude.

Cuando hable amigablemente, no le creas; porque siete abominaciones hay en su corazón.

Aunque con engaño encubra su odio, su maldad será descubierta en la congregación.

El que cava fosa caerá en ella; y al que hace rodar una piedra, ésta le vendrá encima.

La lengua mentirosa atormenta a su víctima, y la boca lisonjera causa la ruina.

No te jactes del día de mañana, porque no sabes qué dará de sí el día.

Que te alabe el extraño, y no tu propia boca; el ajeno, y no tus propios labios.

Pesada es la piedra; también la arena pesa. Pero el enojo del insensato es más pesado que ambas.

Cruel es la ira e impetuoso el furor; pero, ¿quién podrá mantenerse en pie delante de los celos?

Mejor es la reprensión manifiesta que el amor oculto.

Fieles son las heridas que causa el que ama, pero engañosos son los besos del que aborrece.

La persona saciada desprecia el panal, pero para la hambrienta todo lo amargo es dulce.

Como el ave que vaga lejos de su nido, así es el hombre que vaga lejos de su lugar.

El aceite y el perfume alegran el corazón; y la dulzura de un amigo, más que el consejo del alma.

No abandones a tu amigo ni al amigo de tu padre, y no vayas a la casa de tu hermano en el día de tu infortunio; pues es mejor el vecino cerca que el hermano lejos.

Sé sabio, hijo mío, y alegra mi corazón; así tendré qué responder al que me ultraja.

El prudente ve el mal y se esconde, pero los ingenuos pasan y reciben el daño.

Quítale su ropa al que salió fiador del extraño, y tómale prenda al que se fía de la mujer ajena.

Al que bendice a su prójimo en alta voz, madrugando de mañana, se le contará por maldición.

Gotera continua en un día de lluvia y mujer rencillosa son semejantes;

sujetarla es sujetar al viento, o al aceite en la mano derecha.

El hierro con hierro se afila, y el hombre afina el semblante de su amigo.

El que cuida de su higuera comerá de su fruto, y el que atiende a su señor logrará honra.

Como el agua refleja la cara, así el corazón del hombre refleja al hombre.

El Seol y el Abadón nunca se sacian; así nunca se sacian los ojos del hombre.

El crisol prueba la plata, la hornaza el oro; y al hombre, la boca del que lo alaba.

Aunque machaques al insensato con el pisón de un mortero en medio del grano, no se apartará de su insensatez.

Considera atentamente el estado de tu ganado; presta atención a tus rebaños.

Porque las riquezas no duran para siempre, ni se transmite una corona de generación en generación.

Saldrá la grama, aparecerá la hierba, y serán recogidas las plantas de las colinas.

Los corderos proveerán para tu vestido, y los machos cabríos para el precio del campo.

La abundancia de la leche de las cabras será para tu sustento y para el sustento de tu casa y de tus criadas.

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Proverbios antitéticos

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Poéticos y Sapienciales > Proverbios > Proverbios antitéticos (20:28:1 - 20:29:27)

Huye el impío sin que nadie lo persiga, pero los justos están confiados como un león.

Por la rebelión del país se multiplican sus gobernantes, pero por el hombre de entendimiento y de inteligencia permanecerá.

El hombre pobre que oprime a los más débiles es como lluvia torrencial que deja sin pan.

Los que abandonan la ley alaban a los impíos, pero los que guardan la ley contenderán con ellos.

Los hombres malos no entienden el derecho, pero los que buscan a Jehovah lo entienden todo.

Mejor es el pobre que camina en su integridad que el de caminos torcidos, aunque sea rico.

El que guarda la ley es hijo inteligente, pero el que se junta con glotones avergüenza a su padre.

El que aumenta sus riquezas con usura e intereses acumula para el que se compadece de los pobres.

El que aparta su oído para no oír la ley, aun su oración es abominable.

El que hace errar a los rectos por el mal camino, él caerá en su propia fosa; pero los íntegros heredarán el bien.

El hombre rico es sabio en su propia opinión, pero el pobre que es inteligente lo escudriña.

Cuando triunfan los justos, grande es la gloria; pero cuando se levantan los impíos, se esconden los hombres.

El que encubre sus pecados no prosperará, pero el que los confiesa y los abandona alcanzará misericordia.

Bienaventurado el hombre que siempre teme, pero el que endurece su corazón caerá en el mal.

León rugiente y oso que embiste es el gobernante impío sobre el pueblo empobrecido.

El gobernante falto de entendimiento aumenta la extorsión, pero el que aborrece las ganancias deshonestas alargará sus días.

El hombre que carga con un delito de sangre huirá hasta la fosa, y nadie lo detendrá.

El que camina en integridad será salvo, pero el de caminos torcidos caerá en una fosa.

El que cultiva su tierra se saciará de pan, pero el que persigue cosas vanas se saciará de pobreza.

El hombre fiel tendrá muchas bendiciones, pero el que se apresura a enriquecerse no quedará impune.

No es bueno hacer distinción de personas, pues un hombre puede delinquir hasta por un bocado de pan.

El hombre de malas intenciones se apresura a enriquecerse, y no sabe que le ha de venir escasez.

El que reprende al hombre hallará después mayor gracia que el que le lisonjea con la lengua.

El que roba a su padre y a su madre, y dice que no es maldad, es compañero del destructor.

El de ánimo altivo suscita contiendas, pero el que confía en Jehovah prosperará.

El que confía en su propio corazón es un necio, pero el que camina en sabiduría estará a salvo.

Al que da al pobre no le faltará, pero el que cierra ante él sus ojos tendrá muchas maldiciones.

Cuando se levantan los impíos, se ocultan los hombres; pero cuando perecen, los justos se engrandecen.

El hombre que al ser reprendido endurece la cerviz, de repente será quebrantado, y para él no habrá remedio.

Cuando los justos aumentan, el pueblo se alegra; pero cuando gobierna el impío, el pueblo gime.

El hombre que ama la sabiduría alegra a su padre, pero el que se junta con prostitutas malgasta sus bienes.

El rey con la justicia da estabilidad al país, pero el que lo abruma con impuestos lo destruye.

El hombre que lisonjea a su prójimo le tiende red ante sus pasos.

El hombre malo cae en la trampa de su propia transgresión, pero el justo cantará y se alegrará.

El justo se preocupa por la causa de los más necesitados, pero el impío no entiende tal preocupación.

Los burladores agitan la ciudad, pero los sabios aplacan la ira.

Si el sabio pleitea con el necio, aunque se enoje o se ría, no tendrá reposo.

Los hombres sanguinarios aborrecen al íntegro, pero los rectos buscan su bien.

El necio da rienda suelta a toda su ira, pero el sabio conteniéndose la apacigua.

Si el gobernante atiende a palabras mentirosas, todos sus servidores serán unos impíos.

El pobre y el opresor tienen esto en común: A ambos Jehovah les alumbra los ojos.

El rey que juzga a los pobres según la verdad afirma su trono para siempre.

La vara y la corrección dan sabiduría, pero el muchacho dejado por su cuenta avergüenza a su madre.

Cuando abundan los impíos, abunda la transgresión; pero los justos verán la ruina de ellos.

Corrige a tu hijo, y te dará reposo; él dará satisfacciones a tu alma.

Donde no hay visión, el pueblo se desenfrena; pero el que guarda la ley es bienaventurado.

El siervo no se corrige sólo con palabras; porque entiende, pero no hace caso.

¿Has visto a un hombre apresurado en sus palabras? Más esperanza hay del necio que de él.

El que mima a su siervo desde la niñez, a la postre, éste será su heredero.

El hombre iracundo suscita contiendas, y el furioso comete muchas transgresiones.

La soberbia del hombre lo abate, pero al humilde de espíritu le sustenta la honra.

El cómplice del ladrón aborrece su vida; aunque oiga las maldiciones, no lo denunciará.

El temor al hombre pone trampas, pero el que confía en Jehovah estará a salvo.

Muchos buscan el favor del gobernante, pero de Jehovah proviene el derecho de cada uno.

Abominación es a los justos el hombre inicuo, y el de caminos rectos es abominación al impío.

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Las palabras de Agur

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Poéticos y Sapienciales > Proverbios > Las palabras de Agur (20:30:1 - 20:30:33)

Las palabras de Agur hijo de Jaqué, de Masá: El hombre dice: “No hay Dios; no hay Dios.” ¿Y acaso podré yo saber?

Ciertamente yo soy el más ignorante de los hombres y no tengo entendimiento humano.

No he aprendido sabiduría para conocer al Santo.

¿Quién ha subido al cielo y ha descendido? ¿Quién reunió los vientos en sus puños? ¿Quién contuvo las aguas en un manto? ¿Quién levantó todos los extremos de la tierra? ¿Cuál es su nombre, y el nombre de su hijo, si lo sabes?

Probada es toda palabra de Dios; él es escudo a los que en él se refugian.

No añadas a sus palabras, no sea que te reprenda, y seas hallado mentiroso.

Dos cosas te he pedido; no me las niegues antes que muera:

Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí, y no me des pobreza ni riqueza. Sólo dame mi pan cotidiano;

no sea que me sacie y te niegue, o diga: “¿Quién es Jehovah?” No sea que me empobrezca y robe, y profane el nombre de mi Dios.

No difames al siervo ante su señor; no sea que te maldiga, y seas hallado culpable.

Hay generación que maldice a su padre y no bendice a su madre.

Hay generación limpia en su propia opinión, a pesar de que no ha sido lavada de su inmundicia.

Hay generación cuyos ojos son altivos y cuya vista es altanera.

Hay generación cuyos dientes son espadas y cuyas mandíbulas son cuchillos, para devorar a los pobres de la tierra y a los necesitados de entre los hombres.

La sanguijuela tiene dos hijas: Dame y Dame.

Tres cosas hay que nunca se sacian, y la cuarta nunca dice: “¡Basta!” El Seol, la matriz estéril, la tierra que no se sacia de agua y el fuego que jamás dice: “¡Basta!”

Al ojo que se burla de su padre y menosprecia el obedecer a su madre, sáquenlo los cuervos de la quebrada, y tráguenlo los polluelos del águila.

Tres cosas me son misteriosas, y tampoco comprendo la cuarta:

el rastro del águila en el aire, el rastro de la serpiente sobre la peña, el rastro del barco en el corazón del mar y el rastro del hombre en la joven.

La mujer adúltera procede así: Come, limpia su boca y dice: “No he hecho ninguna iniquidad.”

Por tres cosas tiembla la tierra, y la cuarta no puede soportar:

por el esclavo, cuando llega a ser rey; por el vil, cuando se sacia de pan;

por la mujer aborrecida, cuando se casa; y por una criada que hereda a su señora.

Cuatro cosas son de las más pequeñas de la tierra, y las mismas son más sabias que los sabios:

las hormigas, pueblo no fuerte, pero en el verano preparan su comida;

los conejos, pueblo no poderoso, pero tienen su casa en la roca;

las langostas, que no tienen rey, pero salen por cuadrillas;

y la lagartija, que atrapas con las manos, pero está en los palacios del rey.

Hay tres cosas de paso gallardo; y la cuarta camina muy bien:

el león, fuerte entre todos los animales, que no vuelve atrás por nada;

el gallo erguido, el macho cabrío; y el rey, a quien nadie resiste.

Si neciamente te has enaltecido y has pensado el mal, pon tu mano sobre tu boca:

Ciertamente el que bate la leche sacará mantequilla; el que con fuerza se suena la nariz sacará sangre, y el que provoca la ira causará contienda.

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Exhortación a un rey

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Poéticos y Sapienciales > Proverbios > Exhortación a un rey (20:31:1 - 21:11:8)

Palabras de Lemuel, rey de Masá, que le enseñara su madre:

¡Oh, hijo mío! ¡Oh, hijo de mi vientre! ¡Oh, hijo de mis votos!

No des a las mujeres tu fuerza, ni tus caminos a las que destruyen a los reyes.

No es cosa de reyes, oh Lemuel, no es cosa de reyes beber vino; ni de los magistrados, el licor.

Si se embota el hacha y no es afilada, hay que añadir más esfuerzo. Pero es más ventajoso aplicar la sabiduría.

Si la serpiente muerde antes de ser encantada, de nada sirve el encantador.

Las palabras de la boca del sabio son agradables, pero los labios del necio causan su propia ruina.

El comienzo de las palabras de su boca es necedad, y el final de su hablar es locura nociva.

El insensato multiplica las palabras, aunque el hombre no sabe lo que ha de suceder. Y lo que habrá de ser después de él, ¿quién se lo declarará?

El duro trabajo fatiga al necio, de manera que él ni siquiera sabe cómo ir a la ciudad.

¡Ay de ti, oh tierra, cuando tu rey es un muchacho y tus príncipes se festejan de mañana!

Bienaventurada tú, oh tierra, cuando tu rey es un hijo de nobles, y tus príncipes comen a su hora, para reponer sus fuerzas y no para embriagarse.

Por la pereza se hunde el techo, y por la flojedad de manos tiene goteras la casa.

El alimento se prepara para disfrutarlo, el vino alegra la vida, y el dinero preocupa a todos.

Ni aun en tu alcoba maldigas al rey, ni en tu dormitorio maldigas al rico; porque las aves del cielo llevarán la voz, y las criaturas aladas declararán el asunto.

Echa tu pan sobre las aguas, porque después de muchos días lo volverás a encontrar.

Reparte a siete, y también a ocho; porque no sabes qué mal vendrá sobre la tierra.

Si las nubes se recargan de agua, derramarán lluvia sobre la tierra. Y si el árbol cae hacia el sur o hacia el norte, en el lugar donde caiga, allí quedará.

El que observa el viento no sembrará, y el que se queda mirando las nubes no segará.

Como tú no comprendes cómo entra el espíritu a los huesos en el vientre de la mujer encinta, así no comprenderás la obra de Dios, quien hace todas las cosas.

En la mañana siembra tu semilla, y por la tarde no dejes reposar tu mano; porque tú no sabes cuál será mejor, si esto o lo otro, o si ambas cosas son igualmente buenas.

Agradable es la luz, y bueno es a los ojos ver el sol.

Si el hombre vive muchos años, alégrese en todos ellos; pero traiga a la memoria los días de las tinieblas, que serán muchos. Todo lo que habrá ocurrido es vanidad.

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