Libros Poéticos y Sapienciales

Excelencia de la sabiduría

Imagen Excelencia de la sabiduría 1

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Poéticos y Sapienciales > Eclesiastés > Excelencia de la sabiduría (21:10:1 - 21:10:9)

Las moscas muertas hacen heder el frasco del fino perfume del perfumista. Así afecta un poco de necedad a la sabiduría y a la honra.

El corazón del sabio se inclina a su derecha; pero el corazón del necio, a su izquierda.

Aun cuando el insensato ande en el camino, le falta entendimiento, y a todos hace saber que es insensato.

Si el ánimo del gobernante se excita contra ti, no abandones tu puesto; porque la serenidad apacigua grandes ofensas.

Hay un mal que he observado debajo del sol, como el error que proviene de un gobernante:

El insensato es colocado en grandes alturas, y los ricos habitan en posición humilde.

He visto siervos a caballo y príncipes andando a pie como siervos.

El que cava un hoyo caerá en él, y al que rompa el cerco le morderá una serpiente.

El que corta piedras se lastima con ellas, y el que parte leña corre peligro con ella. amado a su huerto y coma de su exquisito fruto. Cantares 5

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La esposa y las hijas de Jerusalén

Imagen La esposa y las hijas de Jerusalén 1

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Poéticos y Sapienciales > Cantares > La esposa y las hijas de Jerusalén (22:1:1 - 22:1:8)

El cantar de los cantares, el cual es de Salomón.

¡Oh, que él me besara con los besos de su boca! Mejor que el vino es tu amor.

Tu nombre es como perfume derramado; por el olor de tu suave perfume las jóvenes se enamoran de ti.

Atráeme en pos de ti. ¡Corramos! El rey me ha llevado a sus habitaciones. Nos gozaremos y nos alegraremos contigo. Nos acordaremos de tu amor más que del vino. Con razón te aman.

Soy morena y bella, oh hijas de Jerusalén. Soy como las tiendas en Quedar o como los pabellones de Salomón.

No os fijéis en que soy morena, pues el sol me bronceó. Los hijos de mi madre se enojaron contra mí y me pusieron a cuidar viñas. ¡Y mi propia viña no cuidé!

Hazme saber, oh amado de mi alma, dónde pastorearás; dónde harás recostar el rebaño al mediodía, para que yo no ande errante tras los rebaños de tus compañeros.

Si no lo sabes, oh la más hermosa de las mujeres, sigue las huellas del rebaño y apacienta tus cabritas cerca de las cabañas de los pastores.

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La esposa y el esposo

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Poéticos y Sapienciales > Cantares > La esposa y el esposo (22:1:9 - 22:2:17)

A mi yegua, entre los carros del faraón, te he comparado, oh amada mía.

¡Qué bellas son tus mejillas entre tus aretes, y tu cuello entre los collares!

Te haremos aretes de oro con engastes de plata.

Cuando el rey estaba en su diván, mi nardo liberó su fragancia.

Mi amado se parece a un manojito de mirra, que duerme entre mis pechos.

Mi amado se parece a un racimo de flores de alheña de las viñas de En-guedi.

¡Qué bella eres, oh amada mía! ¡Qué bella eres! Tus ojos son como de palomas.

¡Qué bello y dulce eres tú, oh amado mío! Nuestra cama es frondosa,

las vigas de nuestra casa son los cedros, y nuestros artesonados son los cipreses. Cantares 2

Yo soy la rosa de Sarón y el lirio de los valles.

Como un lirio entre los cardos es mi amada entre las jóvenes.

Como un manzano entre los árboles del bosque es mi amado entre los jóvenes. Me agrada sentarme bajo su sombra; su fruto es dulce a mi paladar.

El me lleva a la sala del banquete, y su bandera sobre mí es el amor.

¡Oh, agasajadme con pasas, refrescadme con manzanas, porque estoy enferma de amor!

Su brazo izquierdo está debajo de mi cabeza, y su derecho me abraza.

¡Juradme, oh hijas de Jerusalén, por las ciervas y por las gacelas del campo, que no despertaréis ni provocaréis el amor, hasta que quiera!

¡La voz de mi amado! El viene saltando sobre los montes, brincando sobre las colinas.

Mi amado es como un venado o un cervatillo. ¡Mirad! Está detrás de nuestra cerca, mirando por las ventanas, atisbando por las celosías.

Mi amado habló y me dijo: “¡Levántate, oh amada mía! ¡Oh hermosa mía, sal!

Ya ha pasado el invierno, la estación de la lluvia se ha ido.

Han brotado las flores en la tierra. El tiempo de la canción ha llegado, y de nuevo se escucha la tórtola en nuestra tierra.

La higuera ha echado higos, y despiden fragancia las vides en flor. ¡Levántate, oh amada mía! ¡Oh hermosa mía, ven!”

Palomita mía, que te escondes en las hendijas de la peña y en los sitios secretos de las terrazas: Déjame ver tu figura; hazme oír tu voz. Porque dulce es tu voz y preciosa tu figura.

Atrapadnos las zorras, las zorras pequeñas, que echan a perder las viñas, pues nuestras viñas están en flor.

¡Mi amado es mío, y yo soy suya! El apacienta entre los lirios

hasta que raye el alba, y huyan las sombras. ¡Vuelve, oh amado mío! Sé semejante al venado o al cervatillo sobre los montes de las especias. Cantares 3

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El ensueño de la esposa

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Poéticos y Sapienciales > Cantares > El ensueño de la esposa (22:3:1 - 22:3:5)

De noche, sobre mi cama, buscaba al que ama mi alma. Lo busqué, pero no lo hallé.

Pensé: “Me levantaré e iré por la ciudad, por las calles y las plazas, buscando al que ama mi alma.” Lo busqué, pero no lo hallé.

Me encontré con los guardias que rondan la ciudad, y les pregunté: “¿Habéis visto al que ama mi alma?”

Tan pronto como pasé de allí, hallé al que ama mi alma. Me prendí de él y no lo solté, hasta que lo traje a la casa de mi madre, a la habitación de la que me concibió.

¡Juradme, oh hijas de Jerusalén, por las ciervas y por las gacelas del campo, que no despertaréis ni provocaréis el amor, hasta que quiera!

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El cortejo de bodas

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Poéticos y Sapienciales > Cantares > El cortejo de bodas (22:3:6 - 22:3:11)

¿Quién es aquella que viene del desierto como columna de humo, perfumada con mirra, incienso y todo polvo de mercader?

¡Mirad! Es la litera de Salomón. Sesenta valientes la rodean, de los más fuertes de Israel.

Todos ellos ciñen espadas y son diestros en la guerra. Cada uno lleva espada al cinto por causa de los temores de la noche.

El rey Salomón se hizo una carroza de madera del Líbano.

Sus columnas eran de plata, su respaldo de oro, su asiento de púrpura; y su interior fue decorado con amor por las hijas de Jerusalén.

Salid, oh hijas de Sion, y ved al rey Salomón con la diadema con que le ciñó su madre en el día de sus bodas, el día en que se regocijó su corazón. Cantares 4

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