Jeremías

Impiedad de Jerusalén y de Judá

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Jeremías > Impiedad de Jerusalén y de Judá (24:5:1 - 24:5:31)

Recorred las calles de Jerusalén; mirad, pues, y sabed. Buscad en sus plazas a ver si halláis un solo hombre, a ver si hay alguno que practique el derecho y que busque la fidelidad; y yo la perdonaré.

Pero aunque dicen: “¡Vive Jehovah!,” ciertamente juran en falso.

Oh Jehovah, ¿no buscan tus ojos la fidelidad? Tú los azotaste, y no les dolió; los consumiste, pero rehusaron recibir corrección. Endurecieron sus caras más que la piedra y rehusaron volver.

Entonces dije: “Ciertamente ellos son unos pobres; se han entontecido, porque no han conocido el camino de Jehovah, el mandato de su Dios.

Me iré, pues, a los grandes y les hablaré, porque ellos sí conocen el camino de Jehovah, el juicio de su Dios.” Pero ellos también quebraron el yugo y rompieron las coyundas.

Por eso los herirá el león del bosque, los destruirá el lobo de los sequedales, y el leopardo acechará sus ciudades. Cualquiera que salga de ellas será despedazado; porque sus rebeliones se han multiplicado, y se ha aumentado su apostasía.

“¿Por qué te he de perdonar por esto? Tus hijos me abandonaron y juraron por lo que no es Dios. Yo los sacié, pero ellos cometieron adulterio y frecuentaron casas de prostitutas.

Como caballos de cría, excitados, cada cual relinchaba por la mujer de su prójimo.

¿No habré de castigar por esto?, dice Jehovah. ¿No tomará venganza mi alma de una nación como ésta?

“Escalad las terrazas de sus vides y destruid, pero no la consumáis. Quitad sus ramas, porque no son para Jehovah.

Porque resueltamente me han traicionado la casa de Israel y la casa de Judá,” dice Jehovah.

Negaron a Jehovah y dijeron: “El no existe. No vendrá el mal sobre vosotros, ni veremos espada ni hambre.

Los profetas serán convertidos en viento, puesto que la palabra no está en ellos. Así se ha de hacer con ellos.”

Por tanto, así ha dicho Jehovah Dios de los Ejércitos: “Porque dijisteis estas palabras, he aquí que yo pongo mis palabras en tu boca como fuego. Este pueblo será la leña, y el fuego los devorará.

He aquí, dice Jehovah, yo traigo sobre vosotros, oh casa de Israel, una nación distante, una nación robusta, una nación antigua, una nación cuya lengua ignoras; no entenderás lo que diga.

Su aljaba es como sepulcro abierto; todos ellos son valientes.

Comerá tu mies y tu pan; comerá a tus hijos y a tus hijas. Comerá tus ovejas y tus vacas; comerá tus viñas y tus higueras. A espada destruirá tus ciudades fortificadas en las cuales confías.

Sin embargo, dice Jehovah, no os consumiré del todo en aquellos días.

“Sucederá que cuando pregunten: ¿Por qué nos hizo Jehovah nuestro Dios todas estas cosas?, entonces les responderás: De la manera que me abandonasteis y servisteis a dioses extraños en vuestra tierra, así serviréis a extranjeros en tierra ajena.

“Anunciad esto en la casa de Jacob y hacedlo oír en Judá:

Oíd esto, pueblo insensato y sin entendimiento. Tienen ojos y no ven; tienen oídos y no oyen.

¿A mí no me temeréis?, dice Jehovah. ¿No temblaréis delante de mí, que puse la arena como límite del mar, por decreto eterno que no lo podrá traspasar? Se levantarán sus olas, pero no prevalecerán; rugirán, pero no lo pasarán.

No obstante, este pueblo tiene corazón obstinado y rebelde; se han apartado y se han ido.

No dicen en su corazón: Temamos, pues, a Jehovah nuestro Dios, que da en su tiempo la lluvia temprana y la tardía, y nos guarda los tiempos establecidos para la siega.

Vuestras iniquidades han desviado estas cosas, y vuestros pecados os han privado del bien.

Porque en mi pueblo se encuentran impíos que vigilan como quien ha puesto una trampa. Ponen objetos de destrucción y atrapan hombres.

Como jaulas llenas de pájaros, así están sus casas llenas de fraude. Así se han hecho grandes y ricos.

Se han puesto gordos y lustrosos. Incluso, sobrepasan las obras del malo. En el juicio no defienden la causa del huérfano de modo que se le haga prosperar, y no juzgan la causa de los necesitados.

“¿No habré de castigar por esto?, dice Jehovah. ¿No tomará venganza mi alma de una nación como ésta?

Cosas espantosas y horribles suceden en la tierra:

Los profetas profetizan con mentira, y los sacerdotes dirigen por su propia cuenta. Y mi pueblo así lo quiere. ¿Qué, pues, haréis cuando llegue su fin?

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El juicio contra Jerusalén y Judá

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Jeremías > El juicio contra Jerusalén y Judá (24:6:1 - 24:6:30)

“Oh hijos de Benjamín, huid de en medio de Jerusalén y tocad la corneta en Tecoa. Levantad señales de humo sobre Bet-haquérem, porque del norte se ve venir el mal y el gran quebrantamiento.

“Como una deleitosa pradera es la hija de Sion.

Hacia ella vienen los pastores con sus rebaños. Alrededor de ella ponen sus tiendas; cada cual apacienta en su lugar.”

¡Haced guerra santa contra ella! ¡Levantaos y subamos a mediodía! ¡Ay de nosotros, porque el día va declinando, y se extienden las sombras del anochecer!

¡Levantaos, subamos de noche y destruyamos sus palacios!

Porque así ha dicho Jehovah de los Ejércitos: “¡Cortad sus árboles y levantad un terraplén contra Jerusalén! Esta es la ciudad que ha de ser castigada. Todo en ella es opresión.

Como la cisterna preserva frescas sus aguas, así ella preserva fresca su maldad. En ella se oye hablar de violencia y destrucción; continuamente hay enfermedad y heridas en mi presencia.

Corrígete, oh Jerusalén, no sea que mi alma se aparte de ti; no sea que yo te convierta en desolación, en tierra no habitada.”

Así ha dicho Jehovah de los Ejércitos: “Al remanente de Israel lo rebuscarán como a una vid. Como un vendimiador, vuelve tu mano a las ramas.”

¿A quién tengo que hablar y amonestar, para que oigan? He aquí que sus oídos están sordos, y no pueden oír. He aquí que la palabra de Jehovah les es afrenta, y no la desean.

Por tanto, estoy lleno de la ira de Jehovah; cansado estoy de contenerme. “¡Derrámala sobre el niño en la calle, y sobre el círculo de los jóvenes! Porque tanto el marido como la mujer serán apresados, y el anciano con el lleno de días.

Sus casas serán traspasadas a otros; asimismo, sus campos y sus mujeres, dice Jehovah. Porque extenderé mi mano contra los habitantes del país,

pues desde el menor hasta el mayor de ellos, cada uno persigue las ganancias deshonestas. Desde el profeta hasta el sacerdote, todos obran con engaño

y curan con superficialidad el quebranto de mi pueblo, diciendo: Paz, paz. ¡Pero no hay paz!

“¿Acaso se han avergonzado de haber hecho abominación? ¡Ciertamente no se han avergonzado, ni han sabido humillarse! Por tanto, caerán entre los que caigan; en el tiempo en que yo los castigue, tropezarán,” ha dicho Jehovah.

Así ha dicho Jehovah: “Deteneos en los caminos y mirad. Preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad en él; y hallaréis descanso para vuestras almas.” Pero ellos dijeron: “¡No andaremos en él!”

“También puse sobre ellos centinelas que dijeran: ¡Escuchad el sonido de la corneta! Pero dijeron: No escucharemos.

Por tanto, oíd, oh naciones; y conoce, oh congregación, lo que les sucederá.

Escucha, oh tierra: He aquí, yo traigo sobre este pueblo el mal, el fruto de sus pensamientos. Porque no atendieron a mis palabras; y en cuanto a mi ley, la han desechado.

“¿De qué vale que me traigáis este incienso de Saba y caña aromática de tierra lejana? Vuestros holocaustos no son aceptables, ni vuestros sacrificios son de mi agrado.

Por tanto, así ha dicho Jehovah, he aquí que yo pongo tropiezos a este pueblo, y caerán en ellos los padres junto con los hijos; el vecino y su prójimo perecerán.”

Así ha dicho Jehovah: “He aquí que viene un pueblo de la tierra del norte; una gran nación se despertará en los confines de la tierra.

Empuñan el arco y la lanza. Son crueles; no tienen misericordia. Su estruendo resuena como el mar. Montan sobre caballos, y como un solo hombre se disponen para la batalla contra ti, oh hija de Sion.”

Oímos de su fama, y nuestras manos se debilitaron. La angustia se apoderó de nosotros, dolor como de mujer que da a luz.

No salgas al campo, ni vayas por el camino; porque la espada del enemigo y el terror están por todas partes.

Oh hija de mi pueblo, cíñete de cilicio y revuélcate en ceniza. Haz duelo como por hijo único, llanto de amargura; porque súbitamente vendrá sobre nosotros el destructor.

“Te he puesto en la torre como un centinela en medio de mi pueblo. Conoce, pues, y observa el camino de ellos.

Todos ellos son de lo más obstinados y andan calumniando. Son bronce y hierro; todos ellos son corruptores.

El fuelle sopla, y el plomo es consumido por el fuego. En vano se esfuerza el fundidor, pues los malos no se desprenden.

Los llaman Plata Desechada, porque Jehovah los ha desechado.”

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Mejorad vuestros caminos y vuestras obras

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Jeremías > Mejorad vuestros caminos y vuestras obras (24:7:1 - 24:1:1)

La palabra de Jehovah que vino a Jeremías, diciendo:

“Ponte de pie junto a la puerta de la casa de Jehovah y proclama allí esta palabra. Diles: Oíd la palabra de Jehovah, todos los de Judá que entráis por estas puertas para adorar a Jehovah.

Así ha dicho Jehovah de los Ejércitos, Dios de Israel: Corregid vuestros caminos y vuestras obras, y os dejaré habitar en este lugar.

No confiéis en palabras de mentira que dicen: ¡Templo de Jehovah, templo de Jehovah! ¡Este es el templo de Jehovah!

Porque si realmente corregís vuestros caminos y vuestras obras, si realmente practicáis lo justo entre el hombre y su prójimo,

si no oprimís al forastero, al huérfano y a la viuda, si no derramáis sangre inocente en este lugar, y si no vais tras otros dioses para vuestro propio mal,

entonces os dejaré habitar en este lugar, en la tierra que desde siempre y para siempre di a vuestros padres.

“He aquí que vosotros estáis confiando en palabras de mentira que no aprovechan.

Después de robar, de matar, de cometer adulterio, de proferir falso testimonio, de ofrecer incienso a Baal y de ir tras otros dioses que no conocisteis,

¿vendréis para estar delante de mí en este templo que es llamado por mi nombre y para decir: Somos libres (para seguir haciendo todas estas abominaciones)?

¿Acaso este templo, que es llamado por mi nombre, es ante vuestros ojos una cueva de ladrones? He aquí que yo también lo he visto, dice Jehovah.

“Id, pues, a mi lugar que estuvo en Silo, donde al principio hice morar mi nombre, y ved lo que le hice a causa de la maldad de mi pueblo Israel.

Ahora pues, dice Jehovah, por cuanto habéis hecho todas estas obras—y a pesar de que os hablé persistentemente, no escuchasteis; y cuando os llamé, no respondisteis—,

por eso, como hice a Silo, haré a este templo que es llamado por mi nombre y en el cual confiáis, a este lugar que os di a vosotros y a vuestros padres.

Y os echaré de mi presencia como eché a todos vuestros hermanos, a toda la descendencia de Efraín.

“Tú, pues, no ores por este pueblo. No levantes por ellos clamor ni oración; no intercedas ante mí, porque no te escucharé.

¿No ves lo que hacen éstos en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén?

Los hijos recogen la leña, y los padres encienden el fuego. Las mujeres amasan la masa para hacer junto al Nilo;

Las palabras de Jeremías hijo de Hilquías, de los sacerdotes que estaban en Anatot, en la tierra de Benjamín.

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Llamamiento y misión de Jeremías

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Jeremías > Llamamiento y misión de Jeremías (24:1:2 - 24:1:19)

La palabra de Jehovah le vino en los días de Josías hijo de Amón, rey de Judá, en el año 13 de su reinado.

También le vino en los días de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, hasta el final del año 11 de Sedequías hijo de Josías, rey de Judá, es decir, hasta la cautividad de Jerusalén en el mes quinto.

Vino a mí la palabra de Jehovah, diciendo:

—Antes que yo te formase en el vientre, te conocí; y antes que salieses de la matriz, te consagré y te di por profeta a las naciones.

Y yo dije: —¡Oh Señor Jehovah! He aquí que no sé hablar, porque soy un muchacho.

Pero Jehovah me dijo: —No digas: “Soy un muchacho”; porque a todos a quienes yo te envíe tú irás, y todo lo que te mande dirás.

No tengas temor de ellos, porque yo estaré contigo para librarte, dice Jehovah.

Entonces Jehovah extendió su mano y tocó mi boca. Y me dijo Jehovah: —He aquí, pongo mis palabras en tu boca.

Mira, en este día te he constituido sobre naciones y sobre reinos, para arrancar y desmenuzar, para arruinar y destruir, para edificar y plantar.

Entonces vino a mí la palabra de Jehovah, diciendo: —¿Qué ves, Jeremías? Y respondí: —Veo una vara de almendro.

Y Jehovah me dijo: —Has visto bien, porque yo vigilo sobre mi palabra para ponerla por obra.

Vino a mí la palabra de Jehovah por segunda vez, diciendo: —¿Qué ves? Y respondí: —Veo una olla hirviente que se vuelca desde el norte.

Entonces Jehovah me dijo: —Del norte se desatará el mal sobre todos los habitantes del país.

Porque he aquí que yo convoco a todas las familias de los reinos del norte, dice Jehovah. Ellos vendrán, y cada uno pondrá su trono a la entrada de las puertas de Jerusalén, junto a todos sus muros alrededor y en todas las ciudades de Judá.

Y proferiré mis juicios contra ellos por toda su maldad con que me abandonaron, pues ofrecieron incienso a otros dioses y se postraron ante la obra de sus propias manos.

Tú, pues, ciñe tus lomos y levántate; tú les dirás todo lo que yo te mande. No te amedrentes delante de ellos, no sea que yo te amedrente delante de ellos.

Porque he aquí que yo te he puesto hoy como una ciudad fortificada, como una columna de hierro y como un muro de bronce contra todo el país; tanto para los reyes de Judá, como para sus magistrados, para sus sacerdotes y para el pueblo de la tierra.

Lucharán contra ti, pero no te vencerán; porque yo estaré contigo para librarte, dice Jehovah.

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Jehová y la apostasía de Israel

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Jeremías > Jehová y la apostasía de Israel (24:2:1 - 24:3:5)

Vino a mí la palabra de Jehovah, diciendo:

“Vé, proclama a los oídos de Jerusalén y diles que así ha dicho Jehovah: Me acuerdo de ti, de la lealtad de tu juventud, del amor de tu noviazgo, cuando andabas en pos de mí en el desierto, en una tierra no sembrada.

Santo era Israel para Jehovah, primicia de su cosecha. Todos los que le devoraban eran culpables, y el mal recaía sobre ellos, dice Jehovah.”

¡Oíd la palabra de Jehovah, oh casa de Jacob y todas las familias de la casa de Israel!

Así ha dicho Jehovah: “¿Qué maldad hallaron en mí vuestros padres, para que se hayan alejado de mí y se hayan ido tras la vanidad, haciéndose vanos ellos mismos?

No dijeron: ¿Dónde está Jehovah, que nos hizo subir de la tierra de Egipto y nos condujo por el desierto, por una tierra árida y de hoyos, por una tierra reseca y de densa oscuridad, por una tierra por la cual ningún hombre ha pasado, ni habitó allí hombre alguno?

Yo os introduje en una tierra fértil, para que comierais de su fruto y de lo bueno de ella. Pero cuando entrasteis, contaminasteis mi tierra y convertisteis mi heredad en abominación.

Los sacerdotes no dijeron: ¿Dónde está Jehovah? Los que se ocupaban de la ley no me conocieron. Los pastores se rebelaron contra mí, y los profetas profetizaron en nombre de Baal y anduvieron tras lo que no aprovecha.

Por tanto, dice Jehovah, aún contenderé contra vosotros; contra los hijos de vuestros hijos contenderé.

Pasad a las costas de Quitim y observad. Enviad a Quedar y considerad cuidadosamente. Ved si acaso se ha hecho algo semejante a esto.

¿Acaso alguna nación ha cambiado sus dioses, a pesar de que ellos no son dioses? Sin embargo, mi pueblo ha cambiado su gloria por lo que no aprovecha.

“¡Espantaos, oh cielos, y horrorizaos por esto! Temblad en gran manera, dice Jehovah.

Porque dos males ha hecho mi pueblo: Me han abandonado a mí, que soy fuente de aguas vivas, y han cavado para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen el agua.

“¿Acaso es Israel un esclavo, o uno nacido en casa? ¿Por qué ha llegado a ser una presa?

Los leones rugieron contra él, emitieron su voz e hicieron de su tierra una desolación. Sus ciudades están devastadas y sin habitantes.

Aun los hijos de Menfis y de Tafnes te rompieron el cráneo.

¿No te ha sobrevenido esto porque abandonaste a Jehovah tu Dios cuando él te conducía por el camino?

Ahora pues, ¿qué tienes tú que ver con el camino de Egipto, para que bebas las aguas del Nilo? ¿Y qué tienes que ver con el camino de Asiria, para que bebas las aguas del Río?”

El Señor Jehovah de los Ejércitos dice: “Tu maldad te castigará, y tu apostasía te condenará. Reconoce, pues, y ve cuán malo y amargo es el haber abandonado a Jehovah tu Dios y el no haberme temido.

Porque desde hace mucho quebraste tu yugo y rompiste tus coyundas. Dijiste: ¡No serviré! Ciertamente sobre toda colina alta y debajo de todo árbol frondoso te echabas tú, oh prostituta.

Yo te planté como una vid escogida, como una simiente del todo verdadera. ¿Cómo, pues, te me has convertido en una cosa repugnante, en una vid extraña?”

El Señor Jehovah dice: “Aunque te laves con lejía y amontones jabón sobre ti, la mancha de tu pecado permanecerá delante de mí.

¿Cómo puedes decir: No estoy contaminada; nunca anduve tras los Baales? Mira tu proceder en el valle; reconoce lo que has hecho, oh camellita liviana que entrecruza sus caminos.

Eres un asna montés, acostumbrada al desierto, que en el ardor de su deseo olfatea el viento. Estando en su celo, ¿quién la detendrá? Todos los que la busquen no tendrán que fatigarse, pues la hallarán en su ardor.

¡Evita que tus pies anden descalzos y que tu garganta tenga sed! Pero dijiste: ¡No, es inútil! Porque amo a los extraños, y tras ellos he de ir.

“Como el ladrón se avergüenza cuando es sorprendido, así se avergonzarán los de la casa de Israel—ellos, sus reyes, sus magistrados, sus sacerdotes y sus profetas—,

los que dicen a un árbol: Tú eres mi padre, y a una piedra: Tú me has dado a luz. “Ciertamente me han dado las espaldas y no la cara, pero en el tiempo de su angustia dicen: ¡Levántate y líbranos!

Pero, ¿dónde están tus dioses que te hiciste? ¡Que se levanten, si te han de librar en el tiempo de tu desgracia! Porque según el número de tus ciudades, oh Judá, han sido tus dioses.

¿Por qué contendéis conmigo? Todos vosotros os habéis rebelado contra mí, dice Jehovah.

En vano he azotado a vuestros hijos; ellos no han recibido corrección. Vuestra espada ha devorado a vuestros profetas como un león destructor.

¡Oh generación, considerad la palabra de Jehovah! ¿Acaso he sido para Israel como un desierto o como una tierra de tinieblas? ¿Por qué ha dicho mi pueblo: Somos libres; nunca más volveremos a ti?

¿Se olvida acaso la virgen de sus joyas, o la novia de su atavío? Sin embargo, mi pueblo se ha olvidado de mí por innumerables días.

“¡Qué bien dispones tus caminos para buscar amor! Ciertamente aun a las malas mujeres enseñaste tus caminos.

Hasta en tus faldas se ha encontrado la sangre de las personas pobres e inocentes. No los hallaste forzando la entrada. Sin embargo, en todo esto

tú dices: Soy inocente; ciertamente él ha apartado su ira de mí. Porque dijiste: No he pecado, he aquí que yo entraré en juicio contra ti.

¡Cuán frívola eres para cambiar tus caminos! También serás avergonzada por Egipto, como fuiste avergonzada por Asiria.

También de allí saldrás con las manos sobre tu cabeza. Porque Jehovah ha desechado los objetos de tu confianza, y no prosperarás con ellos.”

Se dice: “Si alguno despide a su mujer, y ella se va de él y se casa con otro hombre, ¿podrá él después volver a ella? ¿No habrá sido esa tierra del todo profanada? “Tú te has prostituido con muchos amantes; pero, ¡vuelve a mí!, dice Jehovah.

Alza tus ojos a los cerros y mira: ¿En qué lugar no se han acostado contigo? En los caminos te sentabas para ellos, como un árabe en el desierto. Con tus prostituciones y con tu maldad has profanado la tierra.

Por esta causa han sido detenidos los aguaceros, y ha faltado la lluvia tardía. Sin embargo, tuviste el descaro de una prostituta y no quisiste tener vergüenza.

¿Acaso no me llamas ahora: Padre mío, o Tú eres el amigo de mi juventud?

¿Guardará enojo para siempre? ¿Eternamente lo guardará? He aquí que has hablado así, pero has hecho cuantas maldades podías.”

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