Libros Proféticos

Regreso del remanente

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Jeremías > Regreso del remanente (24:23:1 - 24:23:8)

“¡Ay de los pastores, que echan a perder y dispersan a las ovejas de mi prado!, dice Jehovah.

Por tanto, así ha dicho Jehovah Dios de Israel a los pastores que apacientan a mi pueblo: Vosotros dispersasteis y ahuyentasteis mis ovejas, y no os ocupasteis de ellas. He aquí que yo me ocuparé de vosotros por la maldad de vuestras obras, dice Jehovah.

Pero yo reuniré al remanente de mis ovejas de todas las tierras a donde las eché y las haré volver a sus pastizales. Entonces serán fecundas y se multiplicarán.

Sobre ellas pondré pastores que las apacienten. No temerán más, ni se atemorizarán; no faltará ninguna, dice Jehovah.

“He aquí vienen días, dice Jehovah, en que levantaré a David un Retoño justo. Reinará un Rey que obrará con inteligencia y que practicará el derecho y la justicia en la tierra.

En sus días será salvo Judá, e Israel habitará seguro. Y este es el nombre con el cual será llamado: Jehovah, justicia nuestra.

Por tanto, dice Jehovah, he aquí vienen días en que no dirán más: ¡Vive Jehovah, que hizo subir a los hijos de Israel de la tierra de Egipto!,

sino: ¡Vive Jehovah, que hizo subir y trajo a los descendientes de la casa de Israel desde la tierra del norte y desde todas las tierras a donde los había desterrado! Y habitarán en su propio suelo.”

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Denunciación de los falsos profetas

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Jeremías > Denunciación de los falsos profetas (24:23:9 - 24:23:40)

Para los profetas: Mi corazón está quebrantado dentro de mí; todos mis huesos tiemblan. Estoy como un hombre ebrio y como un hombre dominado por el vino, a causa de Jehovah y a causa de sus santas palabras.

Porque la tierra está llena de adúlteros; porque por causa de éstos la tierra está enlutada, y los pastizales del desierto se han secado. La carrera de ellos es mala; su poderío no es recto.

“Tanto el profeta como el sacerdote son unos impíos, dice Jehovah. Aun en mi casa he hallado su maldad.

Por tanto, como resbaladeros en la oscuridad será su camino. Serán empujados y caerán en él, porque yo traeré el mal sobre ellos en el año de su castigo, dice Jehovah.

“En los profetas de Samaria he visto algo repulsivo: Profetizan en nombre de Baal y hacen errar a mi pueblo Israel.

Y en los profetas de Jerusalén he visto algo horrible: Cometen adulterio, andan en la mentira y fortalecen las manos de los malhechores, de manera que ninguno se convierta de su maldad. Todos ellos son para mí como Sodoma, y sus habitantes como Gomorra.

Por tanto, así ha dicho Jehovah de los Ejércitos acerca de los profetas: He aquí que les haré comer ajenjo y les haré beber aguas envenenadas, porque de los profetas de Jerusalén ha salido la corrupción a todo el país.”

Así ha dicho Jehovah de los Ejércitos: “No escuchéis las palabras de los profetas que os profetizan. Ellos os llenan de vanas esperanzas; hablan visión de su propio corazón, no de la boca de Jehovah.

Continuamente dicen a los que desprecian la palabra de Jehovah: Tendréis paz. Y a cualquiera que anda tras la porfía de su corazón dicen: No vendrá el mal sobre vosotros.”

Pero, ¿quién ha estado en el consejo secreto de Jehovah y ha percibido y oído su palabra? ¿Quién ha estado atento a su palabra y la ha obedecido?

He aquí que el huracán de Jehovah sale con furor. Es un huracán que gira e irrumpe sobre la cabeza de los impíos.

No se apartará la ira de Jehovah hasta que haya hecho y cumplido los propósitos de su corazón. Al final de los días lo entenderéis claramente.

“Yo no enviaba a aquellos profetas, pero ellos corrían. Yo no les hablaba, pero ellos profetizaban.

Si hubieran estado en mi consejo secreto, entonces habrían hecho oír mis palabras a mi pueblo, y les habrían hecho volver de su mal camino y de la maldad de sus obras.

“¿Acaso soy yo Dios de cerca, y no Dios de lejos?, dice Jehovah.

¿Acaso podrá alguien ocultarse en escondrijos para que yo no lo vea?, dice Jehovah. ¿Acaso no lleno yo el cielo y la tierra?, dice Jehovah.

“He oído lo que dijeron aquellos profetas que en mi nombre profetizan mentira, diciendo: ¡He soñado,

¿Hasta cuándo? ¿Qué hay en el corazón de los profetas que profetizan mentira y que profetizan el engaño de sus propios corazones?

¿Acaso con sus sueños que cada uno cuenta a su compañero, piensan hacer que mi pueblo se olvide de mi nombre, de la manera que sus padres se olvidaron de mi nombre por causa de Baal?

El profeta que tenga un sueño, que cuente el sueño; pero el que tenga mi palabra, que hable mi palabra con fidelidad. ¿Qué tiene que ver la paja con el trigo?, dice Jehovah.

¿No es mi palabra como el fuego y como el martillo que despedaza la roca?, dice Jehovah.

Por tanto, he aquí, yo estoy contra los profetas que hurtan mis palabras, cada uno de su vecino, dice Jehovah.

He aquí, yo estoy contra los profetas que con sus lenguas hablan lisonjas y proclaman: Jehovah dice.

He aquí, dice Jehovah, yo estoy contra los que profetizan sueños mentirosos y los cuentan, haciendo errar a mi pueblo con sus mentiras y con su liviandad. Yo no los envié ni les mandé. Ningún provecho traerán a este pueblo, dice Jehovah.

“Cuando este pueblo o algún profeta o sacerdote te pregunte diciendo: ¿Cuál es la profecía de Jehovah?, les dirás: ¿Vosotros sois la profecía, y yo os rechazaré, dice Jehovah.

“Al profeta, al sacerdote y a cualquiera del pueblo que diga: Profecía de Jehovah, yo castigaré a tal hombre y a su casa.

Así diréis cada cual a su compañero y cada uno a su hermano: ¿Qué ha respondido Jehovah? ¿Qué ha hablado?

Nunca más os acordaréis de decir: Profecía de Jehovah. Porque, ¿acaso ha de ser profecía la palabra de cada hombre? Vosotros pervertís las palabras del Dios vivo, Jehovah de los Ejércitos, nuestro Dios.

“Así dirás al profeta: ¿Qué te respondió Jehovah? ¿Qué habló Jehovah?

Pero si decís: Profecía de Jehovah, por eso ha dicho Jehovah: Porque dijisteis: Profecía de Jehovah, cuando yo os mandé decir: No digáis: Profecía de Jehovah;

por eso, he aquí que os olvidaré por completo y os arrojaré de mi presencia a vosotros y a la ciudad que os había dado.

Pondré sobre vosotros afrenta perpetua y eterna humillación que no serán olvidadas.”

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La señal de los higos buenos y malos

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Jeremías > La señal de los higos buenos y malos (24:24:1 - 24:24:10)

Después que Nabucodonosor, rey de Babilonia, había llevado cautivos a Joaquín hijo de Joacim, rey de Judá, a los magistrados de Judá, a los artesanos y a los herreros, de Jerusalén a Babilonia, Jehovah me mostró una visión: He aquí, dos canastas de higos estaban puestas delante del templo de Jehovah.

Una de las canastas tenía higos muy buenos, como brevas; la otra canasta tenía higos muy malos, tan malos que no se podían comer.

Y Jehovah me dijo: —¿Qué ves, Jeremías? Yo dije: —Higos. Higos buenos, muy buenos; e higos malos, muy malos, tan malos que no se pueden comer.

Entonces vino a mí la palabra de Jehovah, diciendo:

—Así ha dicho Jehovah Dios de Israel: Como a estos higos buenos, así consideraré, para bien, a los que fueron llevados cautivos de Judá, a quienes eché de este lugar a la tierra de los caldeos.

Pondré mis ojos sobre ellos, para bien, y les haré volver a esta tierra. Los edificaré y no los destruiré; los plantaré y no los arrancaré.

Les daré un corazón para que me conozcan, pues yo soy Jehovah. Ellos serán mi pueblo, y yo seré su Dios, porque volverán a mí de todo corazón.

Porque así ha dicho Jehovah: Como con los higos malos, que por ser tan malos no se pueden comer, así procederé con Sedequías rey de Judá, con sus magistrados, con el remanente de Jerusalén que ha sido dejado en esta tierra y con los que habitan en la tierra de Egipto,

para mal. Y haré que ante todos los reinos de la tierra sean objeto de espanto, de oprobio, de refrán, de burla y de maldición en todos los lugares adonde yo los empuje.

Y enviaré sobre ellos la espada, el hambre y la peste, hasta que sean exterminados de sobre el suelo que les di a ellos y a sus padres.

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Setenta años de desolación

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Jeremías > Setenta años de desolación (24:25:1 - 24:25:14)

La palabra que vino a Jeremías acerca de todo el pueblo de Judá, en el cuarto año de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, el cual era el primer año de Nabucodonosor, rey de Babilonia,

la cual habló el profeta Jeremías a todo el pueblo de Judá y a todos los habitantes de Jerusalén, diciendo:

“Desde el año 13 de Josías hijo de Amón, rey de Judá, hasta este día, durante veintitrés años ha venido a mí la palabra de Jehovah. Os he hablado persistentemente, pero no habéis escuchado.

Jehovah os envió persistentemente todos sus siervos los profetas, pero no escuchasteis ni inclinasteis vuestro oído para escuchar.

Os decían: Volveos, pues, cada uno de vuestro mal camino y de la maldad de vuestras obras, y habitad en la tierra que Jehovah os ha dado a vosotros y a vuestros padres, para siempre jamás.

No vayáis en pos de otros dioses, para rendirles culto y para postraros ante ellos. No me provoquéis a ira con la obra de vuestras manos, y no os haré mal.

Sin embargo, dice Jehovah, no me escuchasteis, de modo que me habéis provocado a ira con la obra de vuestras manos, para vuestro propio mal.

“Por tanto, así ha dicho Jehovah de los Ejércitos: Por cuanto no habéis escuchado mis palabras,

he aquí yo enviaré a tomar a todas las gentes del norte y a Nabucodonosor rey de Babilonia, mi siervo, y los traeré contra esta tierra y contra sus habitantes, y contra todas las naciones de alrededor, dice Jehovah. Los destruiré por completo y los convertiré en escarnio, rechifla y ruinas perpetuas.

Haré perecer entre ellos la voz del gozo y la voz de la alegría, la voz del novio y la voz de la novia, el ruido de las piedras del molino y la luz de la lámpara.

Toda esta tierra será convertida en desolación y espanto. Y estas naciones servirán al rey de Babilonia durante setenta años.

“Pero sucederá que cuando se hayan cumplido los setenta años, castigaré al rey de Babilonia, a aquella nación y a la tierra de los caldeos, por su maldad. Yo la convertiré en perpetua desolación.

Traeré contra aquella tierra todas mis palabras que he hablado acerca de ella, todo lo que está escrito en este libro que ha profetizado Jeremías contra todas las naciones.

Porque también de ellos se servirán muchas naciones y grandes reyes. Yo les retribuiré conforme a sus hechos y conforme a la obra de sus manos.”

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La copa de ira para las naciones

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Jeremías > La copa de ira para las naciones (24:25:15 - 24:25:38)

Así me ha dicho Jehovah Dios de Israel: “Toma de mi mano esta copa del vino de la ira, y da de beber a todas las naciones a las cuales te envío.

Ellas beberán y vomitarán; enloquecerán a causa de la espada que yo envío entre ellas.”

Tomé, pues, la copa de la mano de Jehovah y di de beber a todas las naciones a las cuales Jehovah me había enviado:

A Jerusalén y a las ciudades de Judá, a sus reyes y a sus magistrados, para convertirlos en ruinas, en horror, en rechifla y en maldición, como en este día.

Al faraón rey de Egipto, a sus servidores, a sus magistrados, a todo su pueblo

y a toda su población asimilada. A todos los reyes de la tierra de Uz y a todos los reyes de la tierra de Filistea (Ascalón, Gaza, Ecrón y los sobrevivientes de Asdod).

A Edom, a Moab, a los hijos de Amón;

a todos los reyes de Tiro, a todos los reyes de Sidón y a los reyes de las costas que están al otro lado del mar.

A Dedán, a Tema, a Buz y a todos los que se rapan las sienes.

A todos los reyes de Arabia y a todos los reyes de la población asimilada que habita en el desierto.

A todos los reyes de Zimri, a todos los reyes de Elam y a todos los reyes de Media.

A todos los reyes del norte, tanto a los cercanos como a los lejanos, a los unos como a los otros. Di de beber a todos los reinos que hay sobre la faz de la tierra, y el rey de Sesac beberá después de ellos.

“Les dirás que así ha dicho Jehovah de los Ejércitos, Dios de Israel: Bebed y embriagaos; vomitad y caed. No os levantaréis a causa de la espada que yo envío contra vosotros.

Y sucederá que si rehúsan tomar la copa de tu mano para beber, les dirás que así ha dicho Jehovah de los Ejércitos: Tenéis que beberla,

porque he aquí que yo comienzo a hacer mal a la ciudad que es llamada por mi nombre; y vosotros, ¿quedaréis impunes? ¡No quedaréis impunes, porque yo llamo la espada contra todos los habitantes de la tierra!, dice Jehovah de los Ejércitos.

“Tú profetizarás contra ellos todas estas palabras y les dirás: Jehovah ruge desde lo alto, y da su voz desde su santa habitación. Ruge enfurecido contra su morada; y un grito como el de los que pisan la uva, responderá a todos los habitantes de la tierra.

Tal rugido llegará hasta el extremo de la tierra, porque Jehovah tiene litigio contra las naciones. El entra en juicio contra todo mortal; entregará los impíos a la espada,” dice Jehovah.

Así ha dicho Jehovah de los Ejércitos: “He aquí que el mal irá de nación en nación, y un gran huracán se desatará desde los extremos de la tierra.

En aquel día los muertos por Jehovah estarán desde un extremo de la tierra hasta el otro. No serán llorados; no serán recogidos ni sepultados. Serán convertidos en abono sobre la superficie de la tierra.”

¡Gemid, oh pastores, y gritad! Revolcaos en el polvo, oh mayorales del rebaño; porque se han cumplido los días para que seáis degollados y dispersados. Y caeréis como carneros escogidos.

Se acabará el refugio de los pastores, y el escape de los mayorales del rebaño.

Se oye el ruido del griterío de los pastores, y del gemido de los mayorales del rebaño. Porque Jehovah ha devastado sus prados.

Los apacibles pastizales son devastados a causa del furor de la ira de Jehovah.

Cual león, ha dejado su guarida, pues la tierra de ellos se ha convertido en horror a causa de la ira del opresor y a causa del furor de su enojo.

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