Libros Proféticos

El juicio sobre Israel se acerca

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Amós > El juicio sobre Israel se acerca (30:8:4 - 30:9:10)

Oíd esto, los que pisoteáis a los necesitados y arruináis a los pobres de la tierra,

diciendo: “¿Cuándo pasará la luna nueva, para que vendamos el trigo; y el sábado, para que abramos los almacenes del trigo; para que reduzcamos el peso y aumentemos el precio, falsificando fraudulentamente las balanzas;

para comprar a los pobres por dinero y a los necesitados por un par de zapatos; para que vendamos los desechos del trigo?”

Jehovah ha jurado por la gloria de Jacob: “¡No me olvidaré jamás de todas las cosas que han hecho!

¿No temblará la tierra por esto? ¿No harán duelo todos sus habitantes? Subirá toda como el río Nilo; se agitará y mermará como el Nilo de Egipto.

Sucederá en aquel día, dice el Señor Jehovah, que haré que el sol se oculte al medio día; y en pleno día haré que la tierra sea cubierta de tinieblas.

Convertiré vuestras fiestas en duelo y todas vuestras canciones en cantos fúnebres. Haré que todos los lomos se cubran de luto, y que se rapen todas las cabezas. Traeré a ella duelo como por hijo único, y su final será un día de amargura.

“He aquí que vienen días, dice el Señor Jehovah, en los cuales enviaré hambre a la tierra; no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír las palabras de Jehovah.

Irán errantes de mar a mar. Desde el norte hasta el oriente andarán errantes buscando palabra de Jehovah y no la encontrarán.

En aquel día desmayarán de sed las bellas muchachas y los jóvenes.

Los que juran por la culpa de Samaria, diciendo: ¡Viva tu dios, oh Dan! y ¡Que viva el camino de Beerseba! caerán y nunca más se levantarán.”

Vi al Señor que estaba de pie sobre el altar, y dijo: “¡Golpea los capiteles de las columnas, y estremézcanse los umbrales! Hazlos pedazos sobre las cabezas de todos ellos, y a sus descendientes los mataré a espada. ¡De ellos no habrá quien se fugue ni escape!

“Aunque caven hasta el Seol, de allá los tomará mi mano. Si suben hasta los cielos, de allá los haré bajar.

Si se esconden en la cumbre del Carmelo, allí los buscaré y los tomaré. Aunque se escondan de mis ojos en el fondo del mar, allí mandaré la serpiente, y los morderá.

Aunque vayan cautivos delante de sus enemigos, allí mandaré la espada que los matará. Sobre ellos pondré mis ojos para mal y no para bien.”

El Señor Jehovah de los Ejércitos es el que toca la tierra, y ella se derrite. Hacen duelo todos los que habitan en ella. Toda la tierra sube como el Nilo, y luego merma como el Nilo de Egipto.

El edifica su morada en los cielos, y pone en la tierra los cimientos de su firmamento. Convoca las aguas del mar y las derrama sobre la faz de la tierra. ¡Jehovah es su nombre!

“Oh hijos de Israel, ¿acaso no me sois como los hijos de los etíopes?, dice Jehovah. ¿No hice yo subir a Israel de la tierra de Egipto, a los filisteos de Caftor y a los sirios de Quir?

He aquí, los ojos del Señor Jehovah están contra el reino pecador. Yo lo destruiré de sobre la faz de la tierra, pero no destruiré del todo a la casa de Jacob, dice Jehovah.

Pues he aquí que yo mandaré y haré que la casa de Israel sea sacudida entre las naciones, como se sacude en un harnero, sin que caiga a tierra un solo grano.

Pero a espada morirán todos los pecadores de mi pueblo que dicen: No se acercará ni nos alcanzará el desastre.

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Restauración futura de Israel

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Amós > Restauración futura de Israel (30:9:11 - 30:9:15)

“En aquel día levantaré el tabernáculo caído de David y cerraré sus brechas. Reconstruiré sus ruinas y lo edificaré como en el tiempo pasado,

para que posean lo que quede de Edom y de todos los pueblos sobre los cuales es invocado mi nombre, dice Jehovah que hace esto.

“He aquí que vienen días, dice Jehovah, cuando el que ara alcanzará al que siega, y el que pisa las uvas al que lleva la semilla; las montañas gotearán vino nuevo, y todas las colinas se derretirán.

Pues restauraré de la cautividad a mi pueblo Israel, y ellos edificarán las ciudades desoladas y las habitarán. Plantarán viñas y beberán del vino de ellas; plantarán huertos y comerán de sus frutos.

Pues los plantaré en su tierra, y nunca más serán arrancados de la tierra que yo les di,” ha dicho Jehovah tu Dios.

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La humillación de Edom

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Abdías > La humillación de Edom (31:1:1 - 31:1:14)

La visión de Abdías: Así ha dicho el Señor Jehovah acerca de Edom (hemos escuchado de parte de Jehovah la noticia de que ha sido enviado un mensajero a las naciones, diciendo: “¡Levantaos! ¡Levantémonos contra él en batalla!”):

“He aquí, te empequeñeceré entre las naciones; serás muy menospreciado.

La soberbia de tu corazón te ha engañado a ti que habitas en las hendiduras de la peña, en tu morada elevada; a ti que decías en tu corazón: ¿Quién me hará caer a tierra?

Aunque remontes vuelo como águila y entre las estrellas pongas tu nido, de allí te haré descender, dice Jehovah.

Si hubieran venido a ti ladrones o asaltantes de noche, ¿no te habrían robado lo que les bastase? Si hubiesen venido a ti vendimiadores, ¿no habrían dejado siquiera rebuscos? Pero, ¡cómo has sido arrasado!

¡Cómo fue saqueado Esaú; sus tesoros escondidos fueron saqueados!

Hasta la frontera te arrojaron tus propios aliados. Te defraudaron y pudieron más que tus confidentes. Los que comían de tu pan te han puesto trampa. ¡No hay en él discernimiento!

“¿No haré que perezcan en aquel día los sabios de Edom y el discernimiento de la región montañosa de Esaú?, dice Jehovah.

Tus valientes, oh Temán, serán destrozados, para que todo hombre sea destruido por la masacre en los montes de Esaú.

“Por la violencia hecha a tu hermano Jacob, te cubrirá la vergüenza, y serás destruido para siempre.

En el día cuando te pusiste firme del lado contrario, en el día cuando su poderío fue llevado cautivo por los extraños, y los extranjeros llegaron hasta sus puertas y echaron suertes por Jerusalén, tú también te comportaste como uno de ellos.

No debiste haberte quedado mirando a tu hermano en su día trágico, en el día de su desgracia. No debiste alegrarte de los hijos de Judá en el día de su ruina. No debiste extralimitarte con tu boca en el día de la angustia.

No debiste entrar por la puerta de mi pueblo en el día de su ruina. Tampoco debiste mirar su miseria en el día de su ruina. No debiste echar mano de sus bienes en el día de su ruina.

Tampoco debiste ponerte en las encrucijadas de los caminos para aniquilar a sus fugitivos. No debiste haber entregado a sus sobrevivientes en el día de la desgracia.

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La exaltación de Israel

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Abdías > La exaltación de Israel (31:1:15 - 31:1:21)

“Cercano está el día de Jehovah sobre todas las naciones. Como tú hiciste, se hará contigo; tu retribución volverá sobre tu cabeza.

Porque como bebisteis en mi santo monte, beberán todas las naciones de alrededor. Beberán ruidosamente, y quedarán como si nunca hubiesen existido.

“Pero en el monte Sion estarán los libertados, y será santo. La casa de Jacob poseerá las posesiones de ellos.

La casa de Jacob será fuego, y la casa de José será llama. La casa de Edom será estopa, y ellos los quemarán y los consumirán. Ni un solo sobreviviente quedará de la casa de Esaú,” porque Jehovah lo ha dicho.

Los del Néguev poseerán la región montañosa de Esaú; y los de la Sefela, la tierra de los filisteos. También poseerán los campos de Efraín y de Samaria, y los de Benjamín poseerán Galaad.

Esta tropa de cautivos de los hijos de Israel poseerá lo que fuera de los cananeos hasta Sarepta, y los de Jerusalén que están cautivos en Sefarad poseerán las ciudades del Néguev.

Subirán victoriosos desde el monte Sion para juzgar la región montañosa de Esaú. ¡Y el reino será de Jehovah!

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Jonás huye de Jehová

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Jonás > Jonás huye de Jehová (32:1:1 - 32:1:17)

La palabra de Jehovah vino a Jonás hijo de Amitai, diciendo:

“Levántate y vé a Nínive, la gran ciudad, y predica contra ella; porque su maldad ha subido a mi presencia.”

Entonces Jonás se levantó para huir de la presencia de Jehovah a Tarsis. Descendió a Jope y halló un barco que iba a Tarsis; y pagando su pasaje, entró en él para irse con ellos a Tarsis, huyendo de la presencia de Jehovah.

Pero Jehovah lanzó un gran viento sobre el mar, y se produjo una enorme tempestad, de manera que el barco estaba a punto de romperse.

Los marineros tuvieron miedo, y cada uno invocaba a su dios. Y echaron al mar el cargamento que había en el barco, para aligerarlo. Pero Jonás había bajado al fondo del barco, se había acostado y se había quedado profundamente dormido.

El capitán del barco se acercó a Jonás y le dijo: —¿Qué te pasa, dormilón? ¡Levántate e invoca a tu dios! Quizás él se fije en nosotros, y no perezcamos.

Entonces se dijeron unos a otros: —¡Venid y echemos suertes para saber por culpa de quién nos ha sobrevenido este mal! Echaron suertes, y la suerte cayó sobre Jonás.

Entonces le dijeron: —Decláranos por qué nos ha sobrevenido este mal. ¿Qué oficio tienes y de dónde vienes? ¿Cuál es tu país, y de qué pueblo eres?

El respondió: —Soy hebreo y temo a Jehovah, Dios de los cielos, que hizo el mar y la tierra.

Aquellos hombres temieron muchísimo y le preguntaron: —¿Por qué has hecho esto? Pues entendieron que huía de la presencia de Jehovah, ya que él se lo había declarado.

Y le preguntaron: —¿Qué haremos contigo para que el mar se nos calme? Porque el mar se embravecía más y más.

Y él respondió: —Levantadme y echadme al mar, y se os calmará; pues yo sé que por mi causa os ha sobrevenido esta gran tempestad.

Aquellos hombres remaban para hacer volver el barco a tierra, pero no pudieron, porque el mar se embravecía cada vez más.

Entonces clamaron a Jehovah diciendo: —¡Oh Jehovah, por favor, no perezcamos nosotros por la vida de este hombre! No nos hagas responsables de sangre inocente, porque tú, oh Jehovah, has hecho como has querido.

Entonces levantaron a Jonás y lo echaron al mar, y el mar cesó de su furia.

Y aquellos hombres temieron grandemente a Jehovah; le ofrecieron un sacrificio e hicieron votos.

Pero Jehovah dispuso un gran pez que se tragase a Jonás. Y éste estuvo en el vientre del pez tres días y tres noches.

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