Libros Proféticos

Su misericordia abandonan.

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Jonás > Su misericordia abandonan. (32:2:9 - 32:2:9)

Pero yo te ofreceré sacrificio con voz de alabanza. Lo que prometí haciendo votos, lo cumpliré. ¡La salvación pertenece a Jehovah!”

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Pagaré lo que prometí.

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Jonás > Pagaré lo que prometí. (32:2:10 - 32:2:10)

Entonces Jehovah habló al pez, y éste vomitó a Jonás en tierra.

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Nínive se arrepiente

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Jonás > Nínive se arrepiente (32:3:1 - 32:3:10)

La palabra de Jehovah vino por segunda vez a Jonás, diciendo:

“Levántate y vé a Nínive, la gran ciudad, y proclámale el mensaje que yo te daré.”

Entonces Jonás se levantó y fue a Nínive, conforme a la palabra de Jehovah. Nínive era una ciudad grande, de tres días de camino.

Jonás comenzó a recorrer la ciudad durante un día de recorrido, y proclamaba diciendo: “¡De aquí a cuarenta días Nínive será destruida!”

Pero los hombres de Nínive creyeron a Dios, proclamaron ayuno y se cubrieron de cilicio, desde el mayor hasta el menor.

El asunto llegó hasta el rey de Nínive, quien se levantó de su trono, se despojó de su manto, se cubrió de cilicio y se sentó sobre ceniza.

E hizo proclamar y anunciar en Nínive, por mandato del rey y de sus grandes: “¡Que hombres y animales, bueyes y ovejas, no coman cosa alguna! ¡No se les dé alimento, ni beban agua!

Cúbranse de cilicio tanto hombres como animales. Invoquen a Dios con todas sus fuerzas, y arrepiéntase cada uno de su mal camino y de la violencia que hay en sus manos.

¿Quién sabe si Dios desiste y cambia de parecer, y se aparta del furor de su ira, y así no pereceremos?”

Dios vio lo que hicieron, que se volvieron de su mal camino, y desistió del mal que había determinado hacerles, y no lo hizo.

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El enojo de Jonás

Imagen El enojo de Jonás 1

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Jonás > El enojo de Jonás (32:4:1 - 33:4:13)

Pero esto desagradó grandemente a Jonás y lo enojó.

Y oró a Jehovah diciendo: —Oh Jehovah, ¿no es esto lo que decía yo estando aún en mi tierra? ¡Por eso me adelanté a huir a Tarsis! Porque sabía que tú eres un Dios clemente y compasivo, lento para la ira, grande en misericordia y que desistes de hacer el mal.

Ahora, oh Jehovah, por favor, quítame la vida, porque mejor sería mi muerte que mi vida.

Jehovah le respondió: —¿Haces bien en enojarte tanto?

Entonces Jonás salió de la ciudad y se sentó al oriente de ella. Allí se hizo una enramada y se sentó a su sombra hasta ver qué sucedería a la ciudad.

Entonces Jehovah dispuso que creciera una planta de ricino, para que hiciese sombra sobre la cabeza de Jonás para protegerle de la insolación. Y Jonás se alegró muchísimo por el ricino.

Pero Dios dispuso también, al amanecer del día siguiente, un gusano que atacó la planta de ricino, y ésta se secó.

Y aconteció que al salir el sol, Dios dispuso un sofocante viento oriental, y el sol hirió la cabeza de Jonás, de modo que se desmayaba y anhelaba morirse. Y dijo: —¡Mejor sería mi muerte que mi vida!

Entonces Dios dijo a Jonás: —¿Te parece bien enojarte por lo de la planta de ricino? El respondió: —¡Me parece bien enojarme, hasta la muerte!

Y Jehovah le dijo: —Tú te preocupas por la planta de ricino, por la cual no trabajaste ni la hiciste crecer, que en una noche llegó a existir y en una noche pereció.

¿Y no he de preocuparme yo por Nínive, aquella gran ciudad, donde hay más de 120.000 personas que no distinguen su mano derecha de su mano izquierda, y muchos animales?

Ahora se han reunido muchas naciones contra ti y dicen: “¡Sea profanada, y vean nuestros ojos la ruina de Sion!”

Pero ellos no conocen los planes de Jehovah ni comprenden su consejo, a pesar de que él los ha juntado como a gavillas en la era.

¡Levántate y trilla, oh hija de Sion! Haré que tu cuerno sea de hierro y tus uñas, de bronce. Desmenuzarás a muchos pueblos, y consagrarás a Jehovah el botín de ellos, y sus riquezas al Señor de toda la tierra.

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El reinado del libertador desde Belén

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Miqueas > El reinado del libertador desde Belén (33:5:1 - 33:5:15)

¡Reúne ahora tus tropas, ciudad de tropas! ¡Nos han sitiado! ¡Con vara herirán en la mejilla al juez de Israel!

Pero tú, oh Belén Efrata, aunque eres pequeña entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será el gobernante de Israel, cuyo origen es antiguo, desde los días de la eternidad.

Sin embargo, Dios los abandonará hasta el tiempo en que dé a luz la que ha de dar a luz, y vuelva el resto de sus hermanos para reunirse con los hijos de Israel.

El se levantará y los apacentará con el poder de Jehovah, con la grandeza del nombre de Jehovah su Dios, y se establecerán, porque entonces será engrandecido hasta los fines de la tierra.

¡Y éste será la paz! Cuando Asiria venga contra nuestra tierra y pisotee nuestros palacios, entonces levantaremos contra ellos siete pastores y ocho hombres principales.

Gobernarán a espada la tierra de Asiria y la tierra de Nimrod con sus espadas desenvainadas. Y nos librará de los asirios cuando vengan contra nuestra tierra y pisen nuestro territorio.

El remanente de Jacob será en medio de muchos pueblos como el rocío de Jehovah, como la lluvia sobre la hierba. No aguardará a nadie ni pondrá su esperanza en los hijos de los hombres.

El remanente de Jacob será entre las naciones, en medio de muchos pueblos, como el león entre las fieras salvajes, como el cachorro de león entre las manadas de ovejas, el cual, al pasar, pisotea y arrebata; no habrá quien escape.

Levanta tu mano sobre tus enemigos, y sean destruidos todos tus adversarios.

“Acontecerá en aquel día, dice Jehovah, que eliminaré tus caballos en medio de ti, y haré destruir tus carros.

También haré destruir las ciudades fortificadas de tu tierra y arruinaré todas tus fortalezas.

“Asimismo, destruiré de tu mano las hechicerías, y no se hallarán en ti los que practican la magia.

“Haré destruir tus ídolos y tus piedras rituales en medio de ti, y nunca más te inclinarás hacia la obra de tus manos.

Arrancaré de en medio de ti tus árboles de Asera y destruiré tus ciudades.

Con ira y furor haré venganza en las naciones que no escucharon.”

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