Epístola de San Pablo a los Gálatas

Salutación

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Epístola de San Pablo a los Gálatas > Salutación (48:1:1 - 48:1:5)

Pablo, apóstol—no de parte de hombres ni por medio de hombre, sino por medio de Jesucristo y de Dios Padre, quien lo resucitó de entre los muertos—

y todos los hermanos que están conmigo; a las iglesias de Galacia:

Gracia a vosotros y paz, de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo,

quien se dio a sí mismo por nuestros pecados. De este modo nos libró de la presente época malvada, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre,

a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Poner en mi Poner en mi Facebookacebook


No hay otro evangelio

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Epístola de San Pablo a los Gálatas > No hay otro evangelio (48:1:6 - 48:1:10)

Estoy asombrado de que tan pronto os estéis apartando del que os llamó por la gracia de Cristo, para ir tras un evangelio diferente.

No es que haya otro evangelio, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo.

Pero aun si nosotros mismos o un ángel del cielo os anunciara un evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema.

Como ya lo hemos dicho, ahora mismo vuelvo a decir: Si alguien os está anunciando un evangelio contrario al que recibisteis, sea anatema.

¿Busco ahora convencer a los hombres, o a Dios? ¿Será que busco agradar a los hombres? Si yo todavía tratara de agradar a los hombres, no sería siervo de Cristo.

Poner en mi Poner en mi Facebookacebook


El ministerio de Pablo

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Epístola de San Pablo a los Gálatas > El ministerio de Pablo (48:1:11 - 48:2:10)

Pero os hago saber, hermanos, que el evangelio que fue anunciado por mí no es según hombre;

porque yo no lo recibí, ni me fue enseñado de parte de ningún hombre, sino por revelación de Jesucristo.

Ya oísteis acerca de mi conducta en otro tiempo en el judaísmo: que yo perseguía ferozmente a la iglesia de Dios y la estaba asolando.

Me destacaba en el judaísmo sobre muchos de mis contemporáneos en mi nación, siendo mucho más celoso de las tradiciones de mis padres.

Pero cuando Dios—quien me apartó desde el vientre de mi madre y me llamó por su gracia— tuvo a bien

revelar a su Hijo en mí para que yo lo anunciase entre los gentiles, no consulté de inmediato con ningún hombre

ni subí a Jerusalén a los que fueron apóstoles antes que yo, sino que partí para Arabia y volví de nuevo a Damasco.

Luego, después de tres años, subí a Jerusalén para entrevistarme con Pedro y permanecí con él quince días.

No vi a ningún otro de los apóstoles, sino a Jacobo, el hermano del Señor;

y en cuanto a lo que os escribo, he aquí delante de Dios, que no miento.

Después fui a las regiones de Siria y de Cilicia.

Y yo no era conocido de vista por las iglesias de Judea, las que están en Cristo.

Solamente oían decir: “El que antes nos perseguía ahora proclama como buena nueva la fe que antes asolaba.”

Y daban gloria a Dios por causa de mí.

Luego, después de catorce años, subí otra vez a Jerusalén, junto con Bernabé, y llevé conmigo también a Tito.

Pero subí de acuerdo con una revelación y les expuse el evangelio que estoy proclamando entre los gentiles. Esto lo hice en privado ante los de reputación, para asegurarme de que no corro ni he corrido en vano.

Sin embargo, ni siquiera Tito quien estaba conmigo, siendo griego, fue obligado a circuncidarse,

a pesar de los falsos hermanos quienes se infiltraron secretamente para espiar nuestra libertad que tenemos en Cristo Jesús, a fin de reducirnos a esclavitud.

Ni por un momento cedimos en sumisión a ellos, para que la verdad del evangelio permaneciese a vuestro favor.

Sin embargo, aquellos que tenían reputación de ser importantes—quiénes hayan sido en otro tiempo, a mí nada me importa; Dios no hace distinción de personas— a mí, a la verdad, los de reputación no me añadieron nada nuevo.

Más bien, al contrario, cuando vieron que me había sido confiado el evangelio para la incircuncisión igual que a Pedro para la circuncisión

—porque el que actuó en Pedro para hacerle apóstol de la circuncisión actuó también en mí para hacerme apóstol a favor de los gentiles—,

y cuando percibieron la gracia que me había sido dada, Jacobo, Pedro y Juan, quienes tenían reputación de ser columnas, nos dieron a Bernabé y a mí la mano derecha en señal de compañerismo, para que nosotros fuésemos a los gentiles y ellos a los de la circuncisión.

Solamente nos pidieron que nos acordásemos de los pobres, cosa que procuré hacer con esmero.

Poner en mi Poner en mi Facebookacebook


Pablo reprende a Pedro en Antioquía

Imagen Pablo reprende a Pedro en Antioquía 1

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Epístola de San Pablo a los Gálatas > Pablo reprende a Pedro en Antioquía (48:2:11 - 48:2:21)

Pero cuando Pedro vino a Antioquía, yo me opuse a él frente a frente, porque era reprensible.

Pues antes que viniesen ciertas personas de parte de Jacobo, él comía con los gentiles; pero cuando llegaron, se retraía y apartaba, temiendo a los de la circuncisión.

Y los otros judíos participaban con él en su simulación, de tal manera que aun Bernabé fue arrastrado por la hipocresía de ellos.

En cambio, cuando vi que no andaban rectamente ante la verdad del evangelio, dije a Pedro delante de todos: “Si tú que eres judío vives como los gentiles y no como judío, ¿por qué obligas a los gentiles a hacerse judíos?”

Nosotros somos judíos de nacimiento y no pecadores de entre los gentiles;

pero sabiendo que ningún hombre es justificado por las obras de la ley, sino por medio de la fe en Jesucristo, hemos creído nosotros también en Cristo Jesús, para que seamos justificados por la fe en Cristo, y no por las obras de la ley. Porque por las obras de la ley nadie será justificado.

Pero si es que nosotros, procurando ser justificados en Cristo, también hemos sido hallados pecadores, ¿será por eso Cristo servidor del pecado? ¡De ninguna manera!

Pues cuando edifico de nuevo las mismas cosas que derribé, demuestro que soy transgresor.

Porque mediante la ley he muerto a la ley, a fin de vivir para Dios.

Con Cristo he sido juntamente crucificado; y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en la carne, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y se entregó a sí mismo por mí.

No desecho la gracia de Dios; porque si la justicia fuese por medio de la ley, entonces por demás murió Cristo.

Poner en mi Poner en mi Facebookacebook


El Espíritu se recibe por la fe

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Epístola de San Pablo a los Gálatas > El Espíritu se recibe por la fe (48:3:1 - 48:3:5)

¡Oh gálatas insensatos, ante cuyos ojos Jesucristo fue presentado como crucificado! ¿Quién os hechizó?

Sólo esto quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley o por haber oído con fe?

¿Tan insensatos sois? Habiendo comenzado en el Espíritu, ¿ahora terminaréis en la carne?

¿Tantas cosas padecisteis en vano, si de veras fue en vano?

Entonces, el que os suministra el Espíritu y obra maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley o por el oír con fe?

Poner en mi Poner en mi Facebookacebook