Hechos

Pablo en manos del tribuno

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Hechos > Pablo en manos del tribuno (44:22:22 - 44:22:29)

Le escucharon hasta esta palabra. Entonces alzaron la voz diciendo: —¡Quita de la tierra a tal hombre, porque no conviene que viva!

Como ellos daban voces, arrojaban sus ropas y echaban polvo al aire,

el tribuno mandó que metieran a Pablo en la fortaleza y ordenó que le sometieran a interrogatorio mediante azotes, para saber por qué causa daban voces así contra él.

Pero apenas lo estiraron con las correas, Pablo dijo al centurión que estaba presente: —¿Os es lícito azotar a un ciudadano romano que no ha sido condenado?

Cuando el centurión oyó esto, fue e informó al tribuno diciendo: —¿Qué vas a hacer? Pues este hombre es romano.

Vino el tribuno y le dijo: —Dime, ¿eres tú romano? Y él dijo: —Sí.

El tribuno respondió: —Yo logré esta ciudadanía con una gran suma. Entonces Pablo dijo: —Pero yo la tengo por nacimiento.

Así que, en seguida se retiraron de él los que le iban a interrogar. También el tribuno tuvo temor cuando supo que Pablo era ciudadano romano y que le había tenido atado.

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Pablo ante el concilio

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Hechos > Pablo ante el concilio (44:22:30 - 44:23:11)

Al día siguiente, queriendo saber con certeza la verdadera razón por la que era acusado por los judíos, le desató y mandó reunir a todos los principales sacerdotes y a todo el Sanedrín de ellos. Y sacando a Pablo, lo presentó delante de ellos.

Entonces Pablo, fijando la vista en el Sanedrín, dijo: —Hermanos, yo he vivido delante de Dios con toda buena conciencia hasta el día de hoy.

Y el sumo sacerdote Ananías mandó a los que estaban a su lado, que le golpeasen en la boca.

Entonces Pablo dijo: —¡Dios te ha de golpear a ti, pared blanqueada! Tú estás sentado para juzgarme conforme a la ley; y quebrantando la ley, ¿mandas que me golpeen?

Los que estaban presentes le dijeron: —¿Insultas tú al sumo sacerdote de Dios?

Y Pablo dijo: —No sabía, hermanos, que fuera el sumo sacerdote; pues escrito está: No maldecirás al gobernante de tu pueblo.

Entonces Pablo, sabiendo que una parte del Sanedrín eran saduceos y la otra parte fariseos, gritó en el Sanedrín: —Hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseos. Es por la esperanza y la resurrección de los muertos que soy juzgado.

Cuando dijo esto, se produjo disensión entre los fariseos y los saduceos. La asamblea se dividió,

porque los saduceos dicen que no hay resurrección, ni ángeles, ni espíritus; pero los fariseos afirman todas estas cosas.

Se levantó un gran vocerío, y algunos de los escribas del partido de los fariseos se levantaron y contendían diciendo: —No hallamos ningún mal en este hombre. ¿Y qué hay si un espíritu o un ángel le ha hablado?

Como hubo grande disensión, el tribuno, temiendo que Pablo fuese despedazado, mandó a los soldados que bajaran para arrebatarlo de en medio de ellos y llevarlo a la fortaleza.

A la noche siguiente se le presentó el Señor y le dijo: “Sé valiente, Pablo, pues así como has testificado de mí en Jerusalén, así es necesario que testifiques también en Roma.”

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Complot contra Pablo

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Hechos > Complot contra Pablo (44:23:12 - 44:23:22)

Cuando llegó el día, los judíos tramaron un complot y se juraron bajo maldición, diciendo que no comerían ni beberían hasta que hubieran dado muerte a Pablo.

Eran más de cuarenta los que habían hecho esta conjuración.

Ellos fueron a los principales sacerdotes y a los ancianos, y les dijeron: —Nosotros hemos jurado bajo maldición, que no gustaremos nada hasta que hayamos dado muerte a Pablo.

Ahora, pues, vosotros con el Sanedrín solicitad al tribuno que le saque mañana a vosotros, como si tuvierais que investigar su caso con más exactitud. Pero nosotros estaremos preparados para matarle antes que él llegue.

Pero el hijo de la hermana de Pablo oyó hablar de la emboscada. El fue, entró en la fortaleza y se lo informó a Pablo.

Pablo llamó a uno de los centuriones y le dijo: —Lleva a este joven al tribuno, porque tiene algo que comunicarle.

Entonces él le tomó, le llevó al tribuno y le dijo: —El preso Pablo me llamó y me rogó que trajera este joven a ti, porque tiene algo que decirte.

El tribuno le tomó de la mano, y llevándolo aparte le preguntó en privado: —¿Qué es lo que tienes que decirme?

Y él dijo: —Los judíos han acordado rogarte que mañana saques a Pablo al Sanedrín, como si fueran a indagar algo más exacto acerca de él.

Pues tú, no les creas, porque más de cuarenta hombres de ellos le están preparando una emboscada. Se han jurado bajo maldición que no comerán ni beberán hasta que le hayan asesinado. Ahora están listos, esperando una promesa de parte tuya.

Luego el tribuno despidió al joven encargándole: —No digas a nadie que me has informado de esto.

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Pablo es enviado a Félix el gobernador

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Hechos > Pablo es enviado a Félix el gobernador (44:23:23 - 44:23:35)

Entonces el tribuno llamó a dos de los centuriones y dijo: —Para la tercera hora de la noche, preparad

soldados, más 70 de caballería y 200 lanceros para que vayan a Cesarea.

A la vez, ordenó que proveyeran cabalgaduras para que Pablo montara, y le llevasen a salvo al procurador Félix.

También escribió una carta en estos términos:

Claudio Lisias, al excelentísimo procurador Félix. Saludos.

Cuando este hombre fue prendido por los judíos y estaba a punto de ser muerto por ellos, yo le rescaté acudiendo con la tropa, habiendo entendido que era romano.

Queriendo saber el delito por el cual le acusaban, le hice bajar al Sanedrín de ellos.

Hallé que era acusado de cuestiones de la ley de ellos, pero sin ninguna acusación de crimen digno de muerte o de prisión.

Pero como se me informó que habría un complot contra el hombre, inmediatamente le envié a ti y he informado también a sus acusadores que declaren delante de ti lo que tienen contra él.

Por tanto, de acuerdo con las órdenes que habían recibido, los soldados tomaron a Pablo y le llevaron de noche a Antípatris.

Y al día siguiente, dejando que la caballería siguiera con él, regresaron a la fortaleza.

Después de llegar a Cesarea y entregar la carta al procurador, presentaron también a Pablo delante de él.

El procurador leyó la carta y le preguntó de qué provincia era. Informado que era de Cilicia, dijo:

—Oiré tu causa cuando vengan tus acusadores. Y mandó que le guardaran en el Pretorio de Herodes.

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Defensa de Pablo ante Félix

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Hechos > Defensa de Pablo ante Félix (44:24:1 - 44:24:27)

Cinco días después, descendió el sumo sacerdote Ananías con algunos de los ancianos y un orador, un cierto Tértulo. Ellos comparecieron delante del procurador contra Pablo.

Y al ser llamado éste, Tértulo comenzó a acusarle diciendo: —Puesto que gozamos de mucha paz, gracias a ti, y se están realizando reformas en beneficio de esta nación debido a tu prudencia,

oh excelentísimo Félix, siempre y en todo lugar lo aceptamos con toda gratitud.

Pero para no molestarte más largamente, te ruego que nos escuches brevemente, conforme a tu equidad.

Porque hemos hallado que este hombre es una plaga, y es promotor de sediciones entre los judíos de todo el mundo y cabecilla de la secta de los nazarenos.

Intentó también profanar el templo, pero le prendimos. Nosotros quisimos juzgarle conforme a nuestra ley.

Pero intervino el tribuno Lisias y con gran violencia le quitó de nuestras manos,

mandando a sus acusadores que se presenten delante de ti. Al examinarle, tú mismo podrás saber todas estas cosas de las que le acusamos.

También los judíos lo confirmaban, alegando que estas cosas eran así.

Entonces, cuando el procurador le dio señal para hablar, Pablo contestó: —Sabiendo que por muchos años has sido juez de esta nación, con confianza expondré mi defensa.

Tú puedes cerciorarte de que no hace más de doce días que subí a Jerusalén para adorar.

No me hallaron disputando con nadie en el templo, ni provocando tumultos del pueblo, ni en las sinagogas ni en la ciudad.

Tampoco pueden ellos comprobarte las cosas de las que ahora me acusan.

Sin embargo, te confieso esto: que sirvo al Dios de mis padres conforme al Camino que ellos llaman secta, creyendo todo lo que está escrito en la Ley y en los Profetas.

Tengo esperanza en Dios, la cual ellos mismos también abrigan, de que ha de haber resurrección de los justos y de los injustos.

Y por esto yo me esfuerzo siempre por tener una conciencia sin remordimiento delante de Dios y los hombres.

Pasados muchos años, vine para presentar donativos y ofrendas a mi nación.

Mientras hacía esto, unos judíos de Asia me hallaron purificado en el templo (no en tumulto ni con alboroto).

Ellos deberían comparecer delante de ti y traer acusaciones, si es que tienen algo contra mí.

O que digan éstos mismos qué delito hallaron cuando comparecí ante el Sanedrín,

salvo que cuando estuve entre ellos lancé este grito: “¡Con respecto a la resurrección de los muertos yo soy juzgado hoy por vosotros!”

Entonces Félix, estando bien informado acerca de este Camino, les aplazó diciendo: —Cuando venga el tribuno Lisias, examinaré vuestro caso.

Dio órdenes al centurión de que Pablo fuese custodiado, pero que tuviera algunos privilegios y que no se impidiese a ninguno de los suyos atenderle.

Algunos días después, vino Félix con Drusila su esposa, que era judía. Mandó traer a Pablo, y le oyó acerca de la fe en Cristo Jesús.

Cuando Pablo disertaba de la justicia, del dominio propio y del juicio venidero, Félix se llenó de miedo y respondió: —Por ahora, vete; pero cuando tenga oportunidad, te llamaré.

A la vez, Félix esperaba también que se le diera algún dinero de parte de Pablo. Por eso le hacía venir con frecuencia y hablaba con él.

Pero al cabo de dos años, Félix recibió como sucesor a Porcio Festo, y queriéndose congraciar con los judíos, Félix dejó preso a Pablo.

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