Epístolas

El ministerio de los apóstoles

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Primera epístola de San Pablo a los Corintios > El ministerio de los apóstoles (46:4:1 - 46:4:21)

Que todo hombre nos considere como servidores de Cristo y mayordomos de los misterios de Dios.

Ahora bien, lo que se requiere de los mayordomos es que cada uno sea hallado fiel.

Para mí es poca cosa el ser juzgado por vosotros o por cualquier tribunal humano; pues ni siquiera yo me juzgo a mí mismo.

No tengo conocimiento de nada en contra mía, pero no por eso he sido justificado; pues el que me juzga es el Señor.

Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, quien a la vez sacará a la luz las cosas ocultas de las tinieblas y hará evidentes las intenciones de los corazones. Entonces tendrá cada uno la alabanza de parte de Dios.

Hermanos, todo esto lo he aplicado a mí y a Apolos como ejemplo por causa de vosotros, para que aprendáis en nosotros a no pasar más allá de lo que está escrito, y para que no estéis inflados de soberbia, favoreciendo al uno contra el otro.

Pues, ¿quién te concede alguna distinción? ¿Qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te jactas como si no lo hubieras recibido?

Ya estáis saciados; ya os enriquecisteis; sin nosotros llegasteis a reinar. ¡Ojalá reinaseis, para que nosotros reináramos también con vosotros!

Porque considero que a nosotros los apóstoles, Dios nos ha exhibido en último lugar, como a condenados a muerte; porque hemos llegado a ser espectáculo para el mundo, para los ángeles y para los hombres.

Nosotros somos insensatos por causa de Cristo; vosotros sois sensatos en Cristo. Nosotros somos débiles; vosotros fuertes. Vosotros sois distinguidos, pero nosotros despreciados.

Hasta la hora presente sufrimos hambre y sed, nos falta ropa, andamos heridos de golpes y sin dónde morar.

Nos fatigamos trabajando con nuestras propias manos. Cuando somos insultados, bendecimos; cuando somos perseguidos, lo soportamos;

cuando somos difamados, procuramos ser amistosos. Hemos venido a ser hasta ahora como el desperdicio del mundo, el desecho de todos.

No os escribo esto para avergonzaros, sino para amonestaros como a mis hijos amados.

Pues aunque tengáis diez mil tutores en Cristo, no tenéis muchos padres; porque en Cristo Jesús yo os engendré por medio del evangelio.

Por tanto, os exhorto a que seáis imitadores de mí.

Por esto, os he enviado a Timoteo, quien es mi hijo amado y fiel en el Señor, el cual os hará recordar mi proceder en Cristo Jesús, tal como lo enseño por todas partes en todas las iglesias.

Pero algunos se han inflado de soberbia, como si yo nunca hubiera de ir a vosotros.

Pero iré pronto a vosotros, si el Señor quiere, y llegaré a conocer, ya no las palabras de aquellos inflados, sino su poder.

Porque el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder.

¿Qué queréis? ¿Que vaya a vosotros con un palo, o con amor y en espíritu de mansedumbre?

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Un caso de inmoralidad juzgado

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Primera epístola de San Pablo a los Corintios > Un caso de inmoralidad juzgado (46:5:1 - 46:5:13)

Ciertamente, se oye que hay entre vosotros inmoralidad sexual, y una inmoralidad tal como ni aun entre los gentiles se tolera; tanto, que hay quien tiene la esposa de su padre.

¡Y vosotros estáis inflados de soberbia! ¿No habría sido preferible llorar, para que el que ha cometido semejante acción fuera expulsado de entre vosotros?

Aunque por cierto estoy ausente en el cuerpo, estoy presente en el espíritu. Ya he juzgado, tal como si estuviera presente, a aquel que ha hecho semejante cosa.

En el nombre de nuestro Señor Jesús, reunidos vosotros y mi espíritu con el poder de nuestro Señor Jesús,

entregad al tal a Satanás para la destrucción de la carne, a fin de que su espíritu sea salvo en el día del Señor.

Vuestra jactancia no es buena. ¿No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa?

Limpiaos de la vieja levadura, para que seáis una nueva masa, como sois sin levadura; porque Cristo, nuestro Cordero pascual, ha sido sacrificado.

Así que celebremos la fiesta, no con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con pan sin levadura, de sinceridad y de verdad.

Os he escrito por carta que no os asociéis con fornicarios.

No me refiero en forma absoluta a los que de este mundo son fornicarios, avaros, estafadores o idólatras, pues en tal caso os sería necesario salir del mundo.

Pero ahora os escribo que no os asociéis con ninguno que, llamándose hermano, sea fornicario, avaro, idólatra, calumniador, borracho o estafador. Con tal persona ni aun comáis.

Pues, ¿por qué tengo yo que juzgar a los que están afuera? ¿No juzgáis a los que están adentro?

Pues a los que están afuera Dios los juzgará. Pero quitad al malvado de entre vosotros.

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Litigios delante de los incrédulos

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Primera epístola de San Pablo a los Corintios > Litigios delante de los incrédulos (46:6:1 - 46:6:11)

¿Cómo se atreve alguno de vosotros, teniendo un asunto contra otro, a ir a juicio delante de los injustos y no, más bien, delante de los santos?

¿O no sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si el mundo ha de ser juzgado por vosotros, ¿sois indignos de juzgar pleitos tan pequeños?

¿No sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? ¡Cuánto más las cosas de esta vida!

Por tanto, en caso de haber pleitos con respecto a las cosas de esta vida, a los que para la iglesia son de poca estima, ¿a éstos ponéis para juzgar?

Para avergonzaros lo digo. Pues, ¿qué? ¿No hay entre vosotros ni un solo sabio que pueda juzgar entre sus hermanos?

Pero hermano va a juicio contra hermano, ¡y esto ante los incrédulos!

Sin lugar a duda, ya es un fracaso total para vosotros el que tengáis pleitos entre vosotros. ¿Por qué no sufrir más bien la injusticia? ¿Por qué no ser más bien defraudados?

Sin embargo, vosotros hacéis injusticia y defraudáis, ¡y esto a los hermanos!

¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No os engañéis: que ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales,

ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los calumniadores, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios.

Y esto erais algunos de vosotros, pero ya habéis sido lavados, pero ya sois santificados, pero ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios.

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Glorificad a Dios en vuestro cuerpo

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Primera epístola de San Pablo a los Corintios > Glorificad a Dios en vuestro cuerpo (46:6:12 - 46:6:20)

Todas las cosas me son lícitas, pero no todo me conviene. Todas las cosas me son lícitas, pero yo no me dejaré dominar por ninguna.

La comida es para el estómago, y el estómago para la comida, pero Dios destruirá tanto al uno como a la otra. El cuerpo no es para la inmoralidad sexual, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo.

Pues como Dios levantó al Señor, también a nosotros nos levantará por medio de su poder.

¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Quitaré, pues, los miembros de Cristo para hacerlos miembros de una prostituta? ¡De ninguna manera!

¿O no sabéis que el que se une con una prostituta es hecho con ella un solo cuerpo? Porque dice: Los dos serán una sola carne.

Pero el que se une con el Señor, un solo espíritu es.

Huid de la inmoralidad sexual. Cualquier otro pecado que el hombre cometa está fuera del cuerpo, pero el fornicario peca contra su propio cuerpo.

¿O no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que mora en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?

Pues habéis sido comprados por precio. Por tanto, glorificad a Dios en vuestro cuerpo.

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Problemas del matrimonio

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Primera epístola de San Pablo a los Corintios > Problemas del matrimonio (46:7:1 - 46:7:40)

En cuanto a las cosas de que me escribisteis, bueno es para el hombre no tocar mujer.

Pero a causa de la inmoralidad sexual, cada hombre tenga su esposa, y cada mujer tenga su esposo.

El esposo cumpla con su esposa el deber conyugal; asimismo la esposa con su esposo.

La esposa no tiene autoridad sobre su propio cuerpo, sino su esposo; asimismo el esposo tampoco tiene autoridad sobre su propio cuerpo, sino su esposa.

No os neguéis el uno al otro, a menos que sea de acuerdo mutuo por algún tiempo, para que os dediquéis a la oración y volváis a uniros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia.

Esto digo a modo de concesión, no como mandamiento.

Más bien, quisiera que todos los hombres fuesen como yo; pero cada uno tiene su propio don procedente de Dios: uno de cierta manera, y otro de otra manera.

Digo, pues, a los no casados y a las viudas que les sería bueno si se quedasen como yo.

Pero si no tienen don de continencia, que se casen; porque mejor es casarse que quemarse.

Pero a los que se han casado mando, no yo, sino el Señor: que la esposa no se separe de su esposo

(pero si ella se separa, que quede sin casarse o que se reconcilie con su esposo), y que el esposo no abandone a su esposa.

A los demás digo yo, no el Señor: que si algún hermano tiene esposa no creyente, y ella consiente en vivir con él, no la abandone.

Y si alguna esposa tiene esposo no creyente, y él consiente en vivir con ella, no lo abandone.

Porque el esposo no creyente es santificado en la esposa, y la esposa no creyente en el creyente. De otra manera vuestros hijos serían impuros, pero ahora son santos.

Pero si el no creyente se separa, que se separe. En tal caso, el hermano o la hermana no han sido puestos bajo servidumbre, pues Dios os ha llamado a vivir en paz.

Porque, ¿cómo sabes, oh esposa, si quizás harás salvo a tu esposo? ¿O cómo sabes, oh esposo, si quizás harás salva a tu esposa?

Solamente que viva cada uno como el Señor le asignó, y tal como era cuando Dios le llamó; así ordeno en todas las iglesias.

¿Fue llamado alguien ya circuncidado? No disimule su circuncisión. ¿Ha sido llamado alguien incircunciso? No se circuncide.

La circuncisión no es nada, y la incircuncisión no es nada; más bien, lo que vale es guardar los mandamientos de Dios.

Cada uno permanezca en la condición en que fue llamado.

¿Fuiste llamado siendo esclavo? No te preocupes; pero si puedes hacerte libre, por supuesto procúralo.

Porque el que en el Señor es llamado siendo esclavo, es hombre libre del Señor. De igual manera, también el que es llamado siendo libre, es esclavo del Señor.

Por precio fuisteis comprados; no os hagáis esclavos de los hombres.

Hermanos, que cada uno se quede para con Dios en la condición en que fue llamado.

Pero con respecto a los que son solteros, no tengo mandamiento del Señor, aunque les doy mi parecer como quien ha alcanzado misericordia del Señor para ser fiel.

Pues, a causa de la presente dificultad, bien me parece que al hombre le sea bueno quedarse como está.

¿Estás ligado a esposa? No procures desligarte. ¿Estás libre de esposa? No busques esposa.

Pero también, si te casas, no pecas; y si la soltera se casa, no peca; aunque aquellos que se casan tendrán aflicción en la carne, y yo quisiera evitárosla.

Pero os digo esto, hermanos, que el tiempo se ha acortado. En cuanto al tiempo que queda, los que tienen esposas sean como si no las tuvieran;

los que lloran, como si no lloraran; los que se alegran, como si no se alegraran; los que compran, como si no poseyeran;

y los que disfrutan de este mundo, como si no disfrutaran de él. Porque el orden presente de este mundo está pasando.

Quisiera, pues, que estuvieseis libres de ansiedad. El no casado se preocupa de las cosas del Señor, de cómo agradar al Señor;

pero el casado se preocupa de las cosas de la vida, de cómo ha de agradar a su esposa,

y su atención está dividida. La mujer no casada, o soltera, se preocupa de las cosas del Señor, a fin de ser consagrada tanto en cuerpo como en espíritu. En cambio, la casada tiene cuidado de las cosas de la vida, de cómo ha de agradar a su esposo.

Esto digo para vuestro provecho; no para poneros restricción, sino para que viváis honestamente, atendiendo al Señor sin impedimento.

Si alguien considera que su comportamiento es inadecuado hacia su virgen y si está en la flor de la edad y por eso siente obligación de casarse, puede hacer lo que quiere; no comete pecado. Cásense.

Pero el que está firme en su corazón, no teniendo necesidad, sino que tiene dominio sobre su propia voluntad y así ha determinado en su corazón conservársela virgen, hará bien.

De modo que el que se casa con su virgen hace bien; y de igual manera, el que no se casa hace mejor.

La esposa está ligada mientras viva su esposo. Pero si su esposo muere, está libre para casarse con quien quiera, con tal que sea en el Señor.

Pero según mi opinión, más feliz será si permanece así. Y pienso que yo también tengo el Espíritu de Dios.

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