Primera epístola de San Pablo a los Corintios

La ofrenda para los santos

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > EpĂ­stolas > Primera epĂ­stola de San Pablo a los Corintios > La ofrenda para los santos (46:16:1 - 46:16:4)

En cuanto a la ofrenda para los santos, haced vosotros también de la misma manera que ordené a las iglesias de Galacia.

El primer día de la semana, cada uno de vosotros guarde algo en su casa, atesorando en proporción a cómo esté prosperando, para que cuando yo llegue no haya entonces que levantar ofrendas.

Cuando yo esté allí, enviaré a los que vosotros aprobéis por cartas, para llevar vuestro donativo a Jerusalén.

Y si conviene que yo también vaya, ellos irán conmigo.

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Planes de Pablo

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > EpĂ­stolas > Primera epĂ­stola de San Pablo a los Corintios > Planes de Pablo (46:16:5 - 46:16:12)

Iré a vosotros cuando haya pasado por Macedonia, porque por Macedonia he de pasar.

Puede ser que me quede con vosotros o que hasta pase allí el invierno, para que luego vosotros me encaminéis a donde deba ir.

Porque ahora no quiero veros de paso, sino que espero quedarme algún tiempo con vosotros, si el Señor lo permite.

Pero me quedaré en Efeso hasta Pentecostés;

porque se me ha abierto una puerta grande y eficaz, y hay muchos adversarios.

Si llega Timoteo, mirad que esté con vosotros sin temor; porque él trabaja en la obra del Señor, igual que yo.

Por tanto, nadie le tenga en poco; más bien, encaminadlo en paz para que venga a mí, porque le espero con los hermanos.

Acerca del hermano Apolos, le animé mucho a que fuera a vosotros con los hermanos; pero de ninguna manera había voluntad para ir ahora. Sin embargo, irá cuando tenga oportunidad.

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Salutaciones finales

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > EpĂ­stolas > Primera epĂ­stola de San Pablo a los Corintios > Salutaciones finales (46:16:13 - 46:16:24)

Vigilad; estad firmes en la fe; sed valientes y esforzaos.

Todas vuestras cosas sean hechas con amor.

Hermanos, sabéis que la casa de Estéfanas es las primicias de Acaya y que se han dedicado al servicio de los santos; os ruego

que vosotros os sujetéis a los tales y a todos los que colaboran y trabajan arduamente.

Me alegro de la venida de Estéfanas, Fortunato y Acaico, porque éstos suplieron lo que me faltaba de vuestra parte;

porque tranquilizaron mi espĂ­ritu y el vuestro. Reconoced, pues, a los tales.

Os saludan las iglesias de Asia. Aquilas y Priscila, con la iglesia que está en su casa, os saludan mucho en el Señor.

Os saludan todos los hermanos. Saludaos los unos a los otros con un beso santo.

La salutaciĂłn de mi mano: Pablo.

Si alguno no ama al Señor, sea anatema. ¡Maranatha!

La gracia del Señor Jesús sea con todos vosotros.

Mi amor sea con todos vosotros en Cristo Jesús. Amén.

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