Evangelios

Jesús, el pan de vida

Imagen Jesús, el pan de vida 1
Enviado por ALEJANDRA HIJA DE DIOS

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Evangelios > San Juan > Jesús, el pan de vida (43:6:25 - 43:6:59)

Cuando le hallaron al otro lado del mar, le preguntaron: —Rabí, ¿cuándo llegaste acá?

Jesús les respondió diciendo: —De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis de los panes y os saciasteis.

Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que permanece para vida eterna, que el Hijo del Hombre os dará; porque en éste, Dios el Padre ha puesto su sello.

Entonces le dijeron: —¿Qué haremos para realizar las obras de Dios?

Respondió Jesús y les dijo: —Esta es la obra de Dios: que creáis en aquel que él ha enviado.

Entonces le dijeron: —¿Qué señal, pues, haces tú, para que veamos y creamos en ti? ¿Qué obra haces?

Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Pan del cielo les dio a comer.

Por tanto Jesús les dijo: —De cierto, de cierto os digo que no os ha dado Moisés el pan del cielo, sino mi Padre os da el verdadero pan del cielo.

Porque el pan de Dios es aquel que desciende del cielo y da vida al mundo.

Le dijeron: —Señor, danos siempre este pan.

Jesús les dijo: —Yo soy el pan de vida. El que a mí viene nunca tendrá hambre, y el que en mí cree no tendrá sed jamás.

Pero os he dicho que me habéis visto, y no creéis.

Todo lo que el Padre me da vendrá a mí; y al que a mí viene, jamás lo echaré fuera.

Porque yo he descendido del cielo, no para hacer la voluntad mía, sino la voluntad del que me envió.

Y ésta es la voluntad del que me envió: que yo no pierda nada de todo lo que me ha dado, sino que lo resucite en el día final.

Esta es la voluntad de mi Padre: que todo aquel que mira al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y que yo lo resucite en el día final.

Entonces los judíos murmuraban de él porque había dicho: “Yo soy el pan que descendió del cielo.”

Y decían: —¿No es éste Jesús, el hijo de José? ¿No conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo es que ahora dice: “He descendido del cielo”?

Jesús respondió y les dijo: —No murmuréis más entre vosotros.

Nadie puede venir a mí, a menos que el Padre que me envió lo traiga; y yo lo resucitaré en el día final.

Está escrito en los Profetas: Y serán todos enseñados por Dios. Así que, todo aquel que oye y aprende del Padre viene a mí.

No es que alguien haya visto al Padre, sino que aquel que proviene de Dios, éste ha visto al Padre.

De cierto, de cierto os digo: El que cree tiene vida eterna.

Yo soy el pan de vida.

Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron.

Este es el pan que desciende del cielo, para que el que coma de él no muera.

Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno come de este pan, vivirá para siempre. El pan que yo daré por la vida del mundo es mi carne.

Entonces los judíos contendían entre sí, diciendo: —¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?

Y Jesús les dijo: —De cierto, de cierto os digo que si no coméis la carne del Hijo del Hombre y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.

El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final.

Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.

El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí, y yo en él.

Así como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, de la misma manera el que me come también vivirá por mí.

Este es el pan que descendió del cielo. No como los padres que comieron y murieron, el que come de este pan vivirá para siempre.

Estas cosas dijo en la sinagoga, cuando enseñaba en Capernaúm.

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Palabras de vida eterna

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Evangelios > San Juan > Palabras de vida eterna (43:6:60 - 43:6:71)

Entonces, al oírlo, muchos de sus discípulos dijeron: —Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír?

Sabiendo Jesús en sí mismo que sus discípulos murmuraban de esto, les dijo: —¿Esto os escandaliza?

¿Y si vierais al Hijo del Hombre subir a donde estaba primero?

El Espíritu es el que da vida; la carne no aprovecha para nada. Las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.

Pero hay entre vosotros algunos que no creen. Pues desde el principio Jesús sabía quiénes eran los que no creían y quién le había de entregar,

y decía: —Por esta razón os he dicho que nadie puede venir a mí, a menos que le haya sido concedido por el Padre.

Desde entonces, muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él.

Entonces Jesús dijo a los doce: —¿Queréis acaso iros vosotros también?

Le respondió Simón Pedro: —Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.

Y nosotros hemos creído y conocido que tú eres el Santo de Dios.

Jesús les respondió: —¿No os escogí yo a vosotros doce, y uno de vosotros es diablo?

Hablaba de Judas hijo de Simón Iscariote; porque éste, siendo uno de los doce, estaba por entregarlo.

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Incredulidad de los hermanos de Jesús

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Evangelios > San Juan > Incredulidad de los hermanos de Jesús (43:7:1 - 43:7:9)

Después de esto, andaba Jesús por Galilea. No quería andar por Judea, porque los judíos le buscaban para matarlo.

Estaba próxima la fiesta de los Tabernáculos de los judíos.

Por tanto, le dijeron sus hermanos: —Sal de aquí y vete a Judea, para que también tus discípulos vean las obras que haces.

Porque nadie que procura darse a conocer hace algo en oculto. Puesto que haces estas cosas, manifiéstate al mundo.

Pues ni aun sus hermanos creían en él.

Entonces Jesús les dijo: —Mi tiempo no ha llegado todavía, pero vuestro tiempo siempre está a la mano.

El mundo no puede aborreceros a vosotros; pero a mí me aborrece porque yo doy testimonio de él, que sus obras son malas.

Subid vosotros a la fiesta. Yo no subo todavía a esta fiesta, porque mi tiempo aún no se ha cumplido.

Habiendo dicho esto, él se quedó en Galilea.

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Jesús en la fiesta de los tabernáculos

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Evangelios > San Juan > Jesús en la fiesta de los tabernáculos (43:7:10 - 43:7:24)

Pero cuando sus hermanos habían subido a la fiesta, entonces él también subió, no abiertamente sino en secreto.

Los judíos le buscaban en la fiesta y decían: —¿Dónde está aquél?

Había una gran murmuración acerca de él entre las multitudes. Unos decían: “Es bueno.” Pero otros decían: “No, sino que engaña a la gente.”

Sin embargo, nadie hablaba abiertamente de él, por miedo de los judíos.

Cuando ya había pasado la mitad de la fiesta, subió Jesús al templo y enseñaba.

Entonces los judíos se asombraban diciendo: —¿Cómo sabe éste de letras, sin haber estudiado?

Por tanto, Jesús les respondió y dijo: —Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió.

Si alguien quiere hacer su voluntad, conocerá si mi doctrina proviene de Dios o si yo hablo por mi propia cuenta.

El que habla de sí mismo busca su propia gloria; pero el que busca la gloria del que le envió, éste es verdadero, y en él no hay injusticia.

¿No os dio Moisés la Ley? Y ninguno de vosotros la cumple. ¿Por qué buscáis matarme?

La multitud respondió: —Demonio tienes. ¿Quién busca matarte?

Jesús respondió y les dijo: —Una sola obra hice, y todos os asombráis.

Por esto Moisés os dio la circuncisión (no porque sea de Moisés, sino de los padres), y en sábado circuncidáis al hombre.

Si el hombre recibe la circuncisión en sábado a fin de que la ley de Moisés no sea quebrantada, ¿os enojáis conmigo porque en sábado sané a un hombre por completo?

No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio.

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¿Es éste el Cristo?

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Evangelios > San Juan > ¿Es éste el Cristo? (43:7:25 - 43:7:31)

Decían entonces algunos de Jerusalén: —¿No es éste a quien buscan para matarle?

¡He aquí, habla públicamente, y no le dicen nada! ¿Será que los principales realmente han reconocido que él es el Cristo?

Pero éste, sabemos de dónde es; pero cuando venga el Cristo, nadie sabrá de dónde sea.

Entonces Jesús alzó la voz en el templo, enseñando y diciendo: —A mí me conocéis y sabéis de dónde soy. Y yo no he venido por mí mismo; más bien, el que me envió, a quien vosotros no conocéis, es verdadero.

Yo le conozco, porque de él provengo, y él me envió.

Entonces procuraban prenderle, pero nadie puso su mano sobre él, porque todavía no había llegado su hora.

Muchos del pueblo creyeron en él y decían: “Cuando venga el Cristo, ¿hará más señales que las que hizo éste?”

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