Eliseo y la sunamita

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Históricos > Segundo Libro de Reyes > Eliseo y la sunamita (12:4:8 - 12:4:37)

Aconteció que cierto día pasaba Eliseo por Sunem. Y había allí una mujer importante, quien le invitó insistentemente a comer. Y sucedía que cada vez que él pasaba, entraba allí a comer.

Entonces ella dijo a su marido: —He aquí, yo sé que este hombre que siempre pasa por nuestra casa es un santo hombre de Dios.

Hagamos un pequeño cuarto en la azotea, y pongamos allí una cama, una mesa, una silla y una lámpara para él, a fin de que cuando venga a nosotros, pueda quedarse allí.

Aconteció que cierto día él llegó por allí, subió al cuarto y se acostó allí.

Entonces dijo a Guejazi, su criado: —Llama a esta sunamita. Cuando la llamó, ella se presentó delante de él;

y Eliseo dijo a Guejazi: —Dile: “He aquí, tú te has preocupado de nosotros con todo este cuidado. ¿Qué se puede hacer por ti? ¿Necesitas que hable por ti al rey, o al jefe del ejército?” Pero ella respondió: —Yo habito en medio de mi pueblo.

Eliseo preguntó: —¿Qué, pues, haremos por ella? Y Guejazi respondió: —A la verdad, ella no tiene hijos, y su marido es viejo.

Entonces Eliseo dijo: —Llámala. El la llamó, y ella se detuvo a la puerta.

Entonces él dijo: —El año que viene, por este tiempo, tú abrazarás un hijo. Ella dijo: —¡No, señor mío, hombre de Dios! ¡No engañes a tu sierva!

Pero la mujer concibió y dio a luz un hijo al año siguiente, por el tiempo que Eliseo le había dicho.

Cuando el niño creció, sucedió cierto día que fue a donde estaban su padre y los segadores.

Y dijo a su padre: —¡Mi cabeza, mi cabeza! Y el padre dijo a su criado: —Llévalo a su madre.

Lo tomó y lo llevó a su madre. El niño estuvo recostado sobre las rodillas de ella hasta el mediodía; luego murió.

Entonces ella subió, lo acostó sobre la cama del hombre de Dios, cerró la puerta y salió.

Después llamó a su marido y le dijo: —Te ruego que me mandes uno de los criados y una de las asnas, para que yo corra hacia el hombre de Dios y regrese.

El preguntó: —¿Para qué vas a verle hoy? No es luna nueva ni sábado. Y ella respondió: —Paz.

Después hizo aparejar el asna y dijo a su criado: —Toma la rienda y anda. No te detengas por mí en el viaje, a menos que yo te lo diga.

Ella se marchó y llegó a donde estaba el hombre de Dios, en el monte Carmelo. Y sucedió que cuando el hombre de Dios la vio de lejos, dijo a su criado Guejazi: —He allí la sunamita.

Ahora, por favor, corre a su encuentro y pregúntale: “¿Te va bien? ¿Le va bien a tu marido? ¿Le va bien a tu hijo?” Y ella respondió: —Bien.

Cuando ella llegó al monte, al hombre de Dios, se asió de sus pies. Guejazi se acercó para apartarla, pero el hombre de Dios le dijo: —Déjala, porque su alma está en amargura. Jehovah me ha encubierto el motivo, y no me lo ha revelado.

Ella dijo: —¿Acaso pedí yo un hijo a mi señor? ¿No te dije que no me llenaras de falsas esperanzas?

Entonces él dijo a Guejazi: —Ciñe tus lomos, toma mi bastón en tu mano y anda. Si encuentras a alguien, no le saludes. Si alguien te saluda, no le respondas. Y pon mi bastón sobre la cara del niño.

La madre del niño dijo: —¡Vive Jehovah, y vive tu alma, que no me apartaré de ti!

Entonces él se levantó y la siguió. Guejazi se adelantó a ellos y puso el bastón sobre la cara del niño. Pero éste no habló ni reaccionó, de modo que Guejazi volvió al encuentro de Eliseo y le dijo: —El niño no se ha despertado.

Cuando Eliseo llegó a la casa, he aquí que el niño estaba muerto, tendido sobre su cama.

Entonces entró, cerró la puerta detrás de ellos dos, y oró a Jehovah.

Después subió y se echó sobre el niño, su boca sobre su boca, sus ojos sobre sus ojos, y sus manos sobre sus manos. Así se tendió sobre él, y el cuerpo del niño entró en calor.

Luego se volvió y se paseaba por la casa de un lado a otro. Después subió y se tendió sobre el niño, y el niño estornudó siete veces. Luego el niño abrió sus ojos.

Entonces Eliseo llamó a Guejazi y le dijo: —Llama a esta sunamita. El la llamó, y cuando ella entró, Eliseo le dijo: —Toma a tu hijo.

Cuando ella entró, se echó a los pies de él, y se postró en tierra. Después tomó a su hijo y salió.

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4 Comentarios sobre “Eliseo y la sunamita”

  1. charli opina:

    quiero recibir un comrntario sobre eliseo y la sunamita

    [contesta a charli]

  2. AZUCENA MENDOZA opina:

    la mujer de el aceite confio y tuvo fe, por que DIOS no obra si no tenemos fe por medio de el profeta el SEÑOR actuo y tuvo para comer, saldo sus deudas así es nustro padre amado. En cuanto a la mujer que invito al profeta a su casa es por que sabia que el era por parte DIOS y aunque su esposo estaba afanado con el trabajo ella se ocupo de bendecir su casa y cuando vino una situacion muy dificil que fue la enfermedad y muerte de su hijo pidio ayuda y tenemos otra prueba de fe grandizima y por lña misericordia de DIOS su hijo vivio.
    DIOS LES BENDIGA Y AUMENTE LA FE EN EL. SALUDOS

    [contesta a AZUCENA MENDOZA]

  3. jorge opina:

    lo unico que creo es que cada vez que leo la palabra de Dios mas me aferro a el es el unico y el todo poderoso . el señor los bendiga

    [contesta a jorge]

  4. vilma Monzon opina:

    La mujer Sunamita era muy servicial, noble, y al parecer acogia extranos en su casa ya sea para alimentarlos o para brindarles un lugar donde pudieran descansar. Ella no era importante en Sunam, Dios le da el calificativo “importante,” y ella descubre por medio del trato que Eliseo no era un hombre cualquiera, Eliseo era un Santo del Senor. Eliseo aparentemente no andaba por alli diciendo “Soy profeta.” Entiendo que la mujer servia a su projimo sin esperar nada a cambio y se sentia gozoso de compartir lo que Dios le daba. Ella insistia a Eliseo para que se quedara en su casa y hasta pidio a su esposo que construyera un cuarto equipado para Eliseo. Su esposo probablemente apreciaba su corazon noble y dadivoso y no se nego hacerlo. Me da la impresion que esta mujer era estimada por su esposo, quien honraba y apoyaba sus ideas y peticiones. Aunque no pidio hijo, el profeta asume que eso la haria feliz y se lo da. Ella advierte que no se burle de ella, y al pasar el tiempo que el nino enferma y muere, ella no reprocha, no hace drama, ella recuerda que para ella habia sido imposible concebir, hasta que Eliseo se lo profetizo y con esa prueba de fe, se atreve a buscarlo con tristeza y amargura en su corazon, pero no se la revela a cualquiera. Se la revela al que le puede ayudar. Al representante de Dios. Quien envia a su siervo pero no pasa nada. La mujer le insiste que quiere que el vaya hasta que lo convence y es como su hijo vuelve a la vida. Pienso que ella no conocia a Dios, pero creia que el Dios de Eliseo era poderoso. Dios se agradaba del corazon y caminar de l a Sunamita y queria bendecirla y probablemente usarla para su reino. Me encanta esta historia. Ella de una manera respetuosa no le dice a su esposo paz, mientras en su corazon hay dolor y a Giezy Todo bien, cuando no es asi. Ella sabe que el que la puede ayudar es el Dios de Eliseo y sabe que Eliseo es lo mas concreto o por decirlo imagen o representante de Dios.

    [contesta a vilma Monzon]