El alboroto en Efeso

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Hechos > El alboroto en Efeso (44:19:23 - 44:19:41)

En aquel entonces se produjo un alboroto no pequeño acerca del Camino.

Porque cierto platero, llamado Demetrio, que elaboraba en plata templecillos de Diana, y daba no poca ganancia a los artesanos,

y veis y oís que no solamente en Efeso, sino también en casi toda Asia, este Pablo ha persuadido y apartado a mucha gente, diciendo que no son dioses los que se hacen con las manos.

No solamente hay el peligro de que este negocio nuestro caiga en descrédito, sino también que el templo de la gran diosa Diana sea estimado en nada, y que pronto sea despojada de su majestad aquella a quien adoran toda el Asia y el mundo.

Al oír estas palabras se llenaron de ira y gritaron diciendo: —¡Grande es Diana de los efesios!

Y la ciudad se llenó de confusión. Se lanzaron unánimes al teatro, arrebatando a Gayo y a Aristarco, macedonios y compañeros de Pablo.

También algunas de las autoridades de Asia, que eran sus amigos, enviaron a él y le rogaron que no se presentara en el teatro.

Unos gritaban una cosa, y otros otra cosa; porque la concurrencia estaba confusa, y la mayor parte ni sabía por qué se había reunido.

Entonces algunos de entre la multitud dieron instrucciones a Alejandro, a quien los judíos habían empujado hacia adelante. Y Alejandro, pidiendo silencio con la mano, quería hacer una defensa ante el pueblo.

Pero reconociendo que era judío, todos volvieron a gritar a una sola voz, por casi dos horas: —¡Grande es Diana de los efesios!

Por fin, cuando el magistrado había apaciguado la multitud, dijo: —Hombres de Efeso, ¿qué hombre hay que no sepa que la ciudad de Efeso es guardiana del templo de la majestuosa Diana y de su imagen caída del cielo?

Ya que esto no puede ser contradicho, conviene que os apacigüéis y que no hagáis nada precipitado.

Pues habéis traído a estos hombres que ni han cometido sacrilegio ni han blasfemado a nuestra diosa.

Por tanto, si Demetrio y los artesanos que están con él tienen pleito contra alguien, se conceden audiencias y hay procónsules. ¡Que se acusen los unos a los otros!

Y si buscáis alguna otra cosa, será deliberado en legítima asamblea.

Pero hay peligro de que seamos acusados de sedición por esto de hoy, sin que tengamos ninguna causa por la cual podamos dar razón de este tumulto.

Y habiendo dicho esto, disolvió la concurrencia.

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