Nombramiento de jueces

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Pentateuco > Éxodo > Nombramiento de jueces (2:18:13 - 2:18:27)

Aconteció que al día siguiente Moisés se sentó para administrar justicia al pueblo. Y el pueblo estuvo delante de Moisés desde la mañana hasta la noche.

Al ver el suegro de Moisés todo lo que él hacía por el pueblo, dijo: —¿Qué es esto que haces con el pueblo? ¿Por qué te sientas tú sólo, y todo el pueblo está delante de ti desde la mañana hasta la noche?

Moisés respondió a su suegro: —Porque el pueblo viene a mí para consultar a Dios.

Cuando tienen cualquier asunto, vienen a mí. Yo juzgo entre uno y otro, y les hago conocer las leyes y las instrucciones de Dios.

Entonces el suegro de Moisés le dijo: —No está bien lo que haces.

Te agotarás del todo, tú y también este pueblo que está contigo. El trabajo es demasiado pesado para ti; no podrás hacerlo tú solo.

Ahora pues, escúchame; yo te aconsejaré, y Dios estará contigo. Sé tú el portavoz del pueblo delante de Dios, y lleva los asuntos a Dios.

Enséñales las leyes y las instrucciones, y muéstrales el camino a seguir y lo que han de hacer.

Pero selecciona de entre todo el pueblo a hombres capaces, temerosos de Dios, hombres íntegros que aborrezcan las ganancias deshonestas, y ponlos al frente de ellos como jefes de mil, de cien, de cincuenta y de diez,

para que juzguen al pueblo en todo tiempo. Todo asunto difícil lo traerán a ti, pero ellos juzgarán todo asunto menor. Así aliviarás la carga que hay sobre ti, haciendo que otros la compartan contigo.

Si haces esto, y Dios así te lo manda, tú podrás resistir; y también todo este pueblo irá en paz a su lugar.

Moisés escuchó el consejo de su suegro e hizo todo lo que él dijo.

Escogió Moisés hombres capaces de entre todo Israel y los puso al frente del pueblo como jefes de mil, de cien, de cincuenta y de diez.

Ellos juzgaban al pueblo en todo tiempo. Los asuntos difíciles los llevaban a Moisés, pero ellos se hacían cargo de todos los asuntos menores.

Entonces despidió Moisés a su suegro y lo encaminó a su tierra.




Israel en Sinaí

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Pentateuco > Éxodo > Israel en Sinaí (2:19:1 - 2:19:25)

En el mes tercero después de la salida de los hijos de Israel de la tierra de Egipto, en ese mismo día llegaron al desierto de Sinaí.

Partieron de Refidim y llegaron al desierto de Sinaí, e Israel acampó allí en el desierto frente al monte.

Entonces Moisés subió para encontrarse con Dios, y Jehovah lo llamó desde el monte, diciendo: —Así dirás a la casa de Jacob y anunciarás a los hijos de Israel:

“Vosotros habéis visto lo que he hecho a los egipcios, y cómo os he levantado a vosotros sobre alas de águilas y os he traído a mí.

Ahora pues, si de veras escucháis mi voz y guardáis mi pacto, seréis para mí un pueblo especial entre todos los pueblos. Porque mía es toda la tierra,

y vosotros me seréis un reino de sacerdotes y una nación santa.” Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel.

Entonces Moisés volvió y llamó a los ancianos del pueblo, y expuso en su presencia todas estas palabras que Jehovah le había mandado.

Todo el pueblo respondió a una, y dijo: —¡Haremos todo lo que Jehovah ha dicho! Y Moisés repitió a Jehovah las palabras del pueblo.

Jehovah dijo a Moisés: —He aquí, yo vendré a ti en una densa nube, para que el pueblo oiga mientras yo hablo contigo y te crea para siempre. Y Moisés repitió a Jehovah las palabras del pueblo.

Jehovah dijo a Moisés: —Vé al pueblo y santifícalos hoy y mañana, y que laven sus vestidos.

Que estén preparados para el tercer día, porque al tercer día Jehovah descenderá sobre el monte Sinaí, a la vista de todo el pueblo.

Tú señalarás un límite al pueblo, alrededor, diciendo: “Guardaos; no subáis al monte ni toquéis su límite. Cualquiera que toque el monte, morirá irremisiblemente.

Nadie pondrá sus manos sobre él, porque ciertamente será apedreado o muerto a flechazos; sea animal u hombre, no vivirá. Sólo podrán subir al monte cuando la corneta suene prolongadamente.”

Moisés descendió del monte al encuentro del pueblo y lo santificó, y ellos lavaron sus vestidos.

Entonces dijo al pueblo: —Estad preparados para el tercer día. Absteneos de relaciones con mujer.

Aconteció al tercer día, al amanecer, que hubo truenos y relámpagos, una densa nube sobre el monte, y un fuerte sonido de corneta. Y todo el pueblo que estaba en el campamento se estremeció.

Moisés hizo salir al pueblo del campamento al encuentro de Dios, y se detuvieron al pie del monte.

Todo el monte Sinaí humeaba, porque Jehovah había descendido sobre él en medio de fuego. El humo subía como el humo de un horno, y todo el monte se estremeció en gran manera.

Mientras el sonido de la corneta se intensificaba en extremo, Moisés hablaba, y Dios le respondía con truenos.

Jehovah descendió sobre el monte Sinaí, sobre la cumbre del monte. Entonces Jehovah llamó a Moisés a la cumbre del monte, y Moisés subió.

Jehovah dijo a Moisés: —Desciende y advierte al pueblo, no sea que traspasen el límite para ver a Jehovah y mueran muchos de ellos.

Santifíquense también los sacerdotes que se acercan a Jehovah, no sea que Jehovah acometa contra ellos.

Moisés dijo a Jehovah: —El pueblo no podrá subir al monte Sinaí, porque tú nos has ordenado diciendo: “Señala límites al monte y santifícalo.”

Y Jehovah le dijo: —Vé, desciende y luego sube tú con Aarón. Pero que los sacerdotes y el pueblo no traspasen el límite para subir a encontrarse con Jehovah, no sea que él acometa contra ellos.

Entonces Moisés descendió al encuentro del pueblo y se lo dijo.




Los Diez Mandamientos

Imagen Los Diez Mandamientos 1

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Pentateuco > Éxodo > Los Diez Mandamientos (2:20:1 - 2:20:17)

Y Dios habló todas estas palabras, diciendo:

“Yo soy Jehovah tu Dios que te saqué de la tierra de Egipto, de la casa de esclavitud:

“No tendrás otros dioses delante de mí.

“No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra.

No te inclinarás ante ellas ni les rendirás culto, porque yo soy Jehovah tu Dios, un Dios celoso que castigo la maldad de los padres sobre los hijos, sobre la tercera y sobre la cuarta generación de los que me aborrecen.

Pero muestro misericordia por mil generaciones a los que me aman y guardan mis mandamientos.

“No tomarás en vano el nombre de Jehovah tu Dios, porque Jehovah no dará por inocente al que tome su nombre en vano.

“Acuérdate del día del sábado para santificarlo.

Seis días trabajarás y harás toda tu obra,

pero el séptimo día será sábado para Jehovah tu Dios. No harás en él obra alguna, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu animal, ni el forastero que está dentro de tus puertas.

Porque en seis días Jehovah hizo los cielos, la tierra y el mar, y todo lo que hay en ellos, y reposó en el séptimo día. Por eso Jehovah bendijo el día del sábado y lo santificó.

“Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se prolonguen sobre la tierra que Jehovah tu Dios te da.

“No cometerás homicidio.

“No cometerás adulterio.

“No robarás.

“No darás falso testimonio contra tu prójimo.

“No codiciarás la casa de tu prójimo; no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna que sea de tu prójimo.”




El terror del pueblo

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Pentateuco > Éxodo > El terror del pueblo (2:20:18 - 2:20:26)

Todo el pueblo percibía los truenos, los relámpagos, el sonido de la corneta y el monte que humeaba. Al ver esto, ellos temblaron y se mantuvieron a distancia.

Y dijeron a Moisés: —Habla tú con nosotros, y escucharemos. Pero no hable Dios con nosotros, no sea que muramos.

Y Moisés respondió al pueblo: —No temáis, porque Dios ha venido para probaros, a fin de que su temor esté delante de vosotros para que no pequéis.

Entonces el pueblo se mantuvo a distancia, y Moisés se acercó a la densa oscuridad donde estaba Dios.

Y Jehovah dijo a Moisés: “Así dirás a los hijos de Israel: Vosotros habéis visto que he hablado desde los cielos con vosotros.

No os hagáis dioses de plata junto a mí; tampoco os hagáis dioses de oro.

“Harás para mí un altar de tierra, y sobre él sacrificarás tus holocaustos y ofrendas de paz, tus ovejas y tus vacas. En cualquier lugar donde yo haga recordar mi nombre vendré a ti y te bendeciré.

Y si me haces un altar de piedras, no lo construyas con piedras labradas; porque si alzas una herramienta sobre él, lo profanarás.

Tampoco subirás por gradas a mi altar, para que tu desnudez no sea descubierta sobre él.




Leyes sobre los esclavos

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Pentateuco > Éxodo > Leyes sobre los esclavos (2:21:1 - 2:21:11)

“Estos son los decretos que expondrás ante ellos:

“Cuando compres un esclavo hebreo, seis años te servirá; pero al séptimo saldrá libre, gratuitamente.

Si entró solo, solo saldrá. Si tenía mujer, entonces su mujer saldrá con él.

Si su amo le ha dado mujer y ella le ha dado hijos o hijas, la mujer y sus hijos serán de su amo; y él saldrá solo.

Y si él insiste en decir: Yo amo a mi señor, a mi mujer y a mis hijos; no quiero salir libre,

entonces su amo lo acercará ante los jueces, lo acercará a la puerta o al poste de la puerta y le horadará la oreja con una lezna. Y le servirá para siempre.

“Cuando alguien venda a su hija como esclava, ésta no saldrá libre de la misma manera que suelen salir los esclavos varones.

Si ella no agrada a su señor, quien la había destinado para sí mismo, él ha de permitir que ella sea rescatada. No tendrá derecho de venderla a un pueblo extranjero, por haberla decepcionado.

Pero si la ha tomado para su hijo, hará con ella como se acostumbra hacer con las hijas.

Si él toma para sí otra mujer, a la primera no le disminuirá su alimento, ni su vestido, ni su derecho conyugal.

Si no le provee estas tres cosas, entonces ella saldrá libre gratuitamente, sin pagar dinero.