Saúl desobedece y es desechado

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Históricos > Primer Libro de Samuel > Saúl desobedece y es desechado (9:15:1 - 9:15:35)

Samuel dijo a Saúl: —Jehovah me envió para ungirte como rey de su pueblo Israel. Escucha, pues, ahora las palabras de Jehovah.

Así ha dicho Jehovah de los Ejércitos: “Yo castigaré a Amalec por lo que hizo a Israel, porque se le opuso en el camino cuando subía de Egipto.

Vé ahora y ataca a Amalec; destruye completamente todo lo que le pertenece. No le perdones la vida; mata a hombres y mujeres, a niños y bebés, vacas y ovejas, camellos y asnos.”

Saúl convocó a la gente y les pasó revista en Telaim: 200.000 de infantería más 10.000 hombres de Judá.

Saúl fue a la ciudad de Amalec y puso una emboscada en el arroyo.

Entonces Saúl dijo a los queneos: —Idos, apartaos y salid de en medio de los amalequitas, no sea que yo os destruya juntamente con ellos; porque vosotros tuvisteis misericordia de todos los hijos de Israel cuando subían de Egipto. Entonces los queneos se apartaron de en medio de los amalequitas.

Y Saúl derrotó a los amalequitas desde Havila hasta las inmediaciones de Shur, al este de Egipto.

Capturó vivo a Agag, rey de Amalec, y destruyó a filo de espada a todo el pueblo.

Sin embargo, Saúl y el pueblo perdonaron la vida a Agag, a lo mejor de las ovejas y de las vacas, de los animales engordados, de los carneros y de todo lo bueno, lo cual no quisieron destruir. Pero destruyeron todo lo despreciable y sin valor.

Entonces Jehovah habló a Samuel diciendo:

—Me pesa haber puesto a Saúl como rey, porque se ha apartado de mí y no ha cumplido mis palabras. Samuel se apesadumbró y clamó a Jehovah toda aquella noche.

Samuel madrugó para ir a encontrarse con Saúl por la mañana, y le avisaron a Samuel diciendo: —Saúl se fue a Carmel, y he aquí que se erigió un monumento. Cuando volvió, prosiguió y descendió a Gilgal.

Samuel vino a Saúl, y Saúl le dijo: —¡Jehovah te bendiga! He cumplido la palabra de Jehovah.

Samuel preguntó: —Entonces, ¿qué es ese balido de ovejas en mis oídos y el mugido de vacas que oigo?

Saúl respondió: —Las han traído de Amalec. El pueblo perdonó la vida a lo mejor de las ovejas y de las vacas, para ofrecerlas en sacrificio a Jehovah tu Dios. Pero lo demás lo destruimos.

Entonces Samuel dijo a Saúl: —¡Basta! Voy a declararte lo que Jehovah me dijo anoche: Saúl le dijo: —Dilo.

Samuel dijo: —Aunque eras insignificante ante tus propios ojos, ¿no fuiste hecho cabeza de las tribus de Israel? ¿No te ha ungido Jehovah como rey sobre Israel?

Jehovah te ha encomendado una misión y te ha dicho: “Vé y destruye completamente a esos pecadores de Amalec. Hazles la guerra hasta que los extermines.”

¿Por qué, pues, no has obedecido la voz de Jehovah? ¿Por qué te lanzaste sobre el botín e hiciste lo malo ante los ojos de Jehovah?

Saúl respondió a Samuel: —He obedecido la voz de Jehovah y fui a la misión que Jehovah me encomendó. He traído a Agag, rey de Amalec, y he destruido completamente a los amalequitas.

Pero el pueblo tomó del botín ovejas y vacas, lo mejor del anatema, para sacrificarlas a Jehovah tu Dios en Gilgal.

Entonces Samuel preguntó: —¿Se complace tanto Jehovah en los holocaustos y en los sacrificios como en que la palabra de Jehovah sea obedecida? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención es mejor que el sebo de los carneros.

Porque la rebeldía es como el pecado de adivinación, y la obstinación es como la iniquidad de la idolatría. Por cuanto tú has desechado la palabra de Jehovah, él también te ha desechado a ti, para que no seas rey.

Entonces Saúl dijo a Samuel: —Yo he pecado; porque he quebrantado el mandamiento de Jehovah y tus palabras, temiendo al pueblo y accediendo a su voz. Perdona, por favor, mi pecado,

y vuelve conmigo para que yo adore a Jehovah.

Pero Samuel respondió a Saúl: —No volveré contigo, porque has desechado la palabra de Jehovah, y Jehovah te ha desechado a ti, para que no seas rey sobre Israel.

Cuando Samuel se volvió para marcharse, Saúl se asió del extremo de su manto, el cual se rasgó.

Samuel le dijo: —Jehovah ha rasgado hoy de ti el reino de Israel y lo ha dado a tu prójimo, que es mejor que tú.

Además, la Gloria de Israel no mentirá ni se arrepentirá, porque él no es hombre para que se arrepienta.

Y Saúl respondió: —Yo he pecado; pero ahora hónrame, por favor, en presencia de los ancianos de mi pueblo y delante de Israel, volviendo conmigo para que yo adore a Jehovah tu Dios.

Entonces Samuel volvió tras Saúl, y Saúl adoró a Jehovah.

Después Samuel dijo: —¡Tráeme a Agag, rey de Amalec! Agag vino a él alegremente, pensando: “Ciertamente ya ha pasado la amargura de la muerte.”

Pero Samuel dijo: —¡Así como tu espada dejó sin hijos a las mujeres, así tu madre quedará sin hijo entre las mujeres! Entonces Samuel descuartizó a Agag delante de Jehovah, en Gilgal.

Después Samuel se fue a Ramá, y Saúl subió a su casa en Gabaa de Saúl.

Hasta el día de su muerte Samuel no volvió a ver a Saúl, pero Samuel lloraba por Saúl. Y a Jehovah le pesaba el haber constituido a Saúl como rey sobre Israel.

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