Epístolas

Pablo en Atenas

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Hechos > Pablo en Atenas (44:17:16 - 44:17:34)

Mientras Pablo los esperaba en Atenas, su espíritu se enardecía dentro de él al ver que la ciudad estaba entregada a la idolatría.

Por lo tanto, discutía en la sinagoga con los judíos y los piadosos, y todos los días en la plaza mayor, con los que concurrían allí.

Y algunos de los filósofos epicúreos y estoicos disputaban con él. Unos decían: —¿Qué querrá decir este palabrero? Otros decían: —Parece ser predicador de divinidades extranjeras. Pues les anunciaba las buenas nuevas de Jesús y la resurrección.

Ellos le tomaron y le llevaron al Areópago diciendo: —¿Podemos saber qué es esta nueva doctrina de la cual hablas?

Pues traes a nuestros oídos algunas cosas extrañas; por tanto, queremos saber qué significa esto.

Todos los atenienses y los forasteros que vivían allí no pasaban el tiempo en otra cosa que en decir o en oír la última novedad.

Entonces Pablo se puso de pie en medio del Areópago y dijo: —Hombres de Atenas: Observo que sois de lo más religiosos en todas las cosas.

Pues, mientras pasaba y miraba vuestros monumentos sagrados, hallé también un altar en el cual estaba esta inscripción: AL DIOS NO CONOCIDO. A aquel, pues, que vosotros honráis sin conocerle, a éste yo os anuncio.

Este es el Dios que hizo el mundo y todas las cosas que hay en él. Y como es Señor del cielo y de la tierra, él no habita en templos hechos de manos,

ni es servido por manos humanas como si necesitase algo, porque él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas.

De uno solo ha hecho toda raza de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra. El ha determinado de antemano el orden de los tiempos y los límites de su habitación,

para que busquen a Dios, si de alguna manera, aun a tientas, palpasen y le hallasen. Aunque, a la verdad, él no está lejos de ninguno de nosotros;

porque “en él vivimos, nos movemos y somos”. Como también han dicho algunos de vuestros poetas: “Porque también somos linaje de él.”

Siendo, pues, linaje de Dios, no debemos pensar que la Divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de arte e imaginación de hombres.

Por eso, aunque antes Dios pasó por alto los tiempos de la ignorancia, en este tiempo manda a todos los hombres, en todos los lugares, que se arrepientan;

por cuanto ha establecido un día en el que ha de juzgar al mundo con justicia por medio del Hombre a quien ha designado, dando fe de ello a todos, al resucitarle de entre los muertos.

Cuando le oyeron mencionar la resurrección de los muertos, unos se burlaban, pero otros decían: —Te oiremos acerca de esto en otra ocasión.

Así fue que Pablo salió de en medio de ellos,

pero algunos hombres se juntaron con él y creyeron. Entre ellos estaba Dionisio, quien era miembro del Areópago, y una mujer llamada Dámaris, y otros con ellos.

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Pablo en Corinto

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Hechos > Pablo en Corinto (44:18:1 - 44:18:21)

Después de esto, Pablo partió de Atenas y fue a Corinto.

Y habiendo hallado a un judío llamado Aquilas, natural de Ponto, recién llegado de Italia con Priscila su mujer (porque Claudio había mandado que todos los judíos fueran expulsados de Roma), Pablo acudió a ellos.

Como eran del mismo oficio, permaneció con ellos y trabajaba, pues su oficio era hacer tiendas.

Y discutía en la sinagoga todos los sábados y persuadía a judíos y a griegos.

Cuando Silas y Timoteo llegaron de Macedonia, Pablo se dedicaba exclusivamente a la exposición de la palabra, testificando a los judíos que Jesús era el Cristo.

Pero como ellos le contradecían y blasfemaban, sacudió sus vestidos y les dijo: “¡Vuestra sangre sea sobre vuestra cabeza! ¡Yo soy limpio! De aquí en adelante iré a los gentiles.”

Se trasladó de allí y entró en la casa de un hombre llamado Tito Justo, quien era temeroso de Dios, y cuya casa estaba junto a la sinagoga.

Crispo, el principal de la sinagoga, creyó en el Señor con toda su casa. Y muchos de los corintios que oían, creían y eran bautizados.

Entonces el Señor dijo a Pablo de noche, por medio de una visión: “No temas, sino habla y no calles;

porque yo estoy contigo, y nadie pondrá la mano sobre ti para hacerte mal; porque yo tengo mucho pueblo en esta ciudad.”

Pablo se quedó allí por un año y seis meses, enseñándoles la palabra de Dios.

Siendo Galión procónsul de Acaya, los judíos de común acuerdo se levantaron contra Pablo y le llevaron al tribunal,

diciendo: —¡Este persuade a los hombres a honrar a Dios contra la ley!

Cuando Pablo iba a abrir su boca, Galión dijo a los judíos: —Si se tratara de algún agravio o de un crimen enorme, oh judíos, conforme al derecho yo os toleraría.

Pero ya que se trata de cuestiones de palabras, de nombres y de vuestra ley, vedlo vosotros mismos. Yo no quiero ser juez de estas cosas.

Y los expulsó del tribunal.

Entonces todos tomaron a Sóstenes, el principal de la sinagoga, y le golpeaban delante del tribunal, y a Galión ninguna de estas cosas le importaba.

Pero Pablo, habiéndose detenido allí muchos días más, se despidió de los hermanos, e iba navegando hacia Siria; y con él iban Priscila y Aquilas. En Cencrea se rapó la cabeza, porque había hecho un voto.

Llegaron a Efeso, y él los dejó allí. Y entró en la sinagoga y discutía con los judíos.

Pero a pesar de que ellos le pedían que se quedase por más tiempo, no accedió,

sino que se despidió y dijo: “Otra vez volveré a vosotros, si Dios quiere.” Y zarpó de Efeso.

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Pablo regresa a Antioquía y comienza su tercer viaje misionero

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Hechos > Pablo regresa a Antioquía y comienza su tercer viaje misionero (44:18:22 - 44:18:23)

Habiendo arribado a Cesarea, y después de subir y saludar a la iglesia, descendió a Antioquía.

Y después de haber estado allí algún tiempo, salió a recorrer en orden la región de Galacia y Frigia, fortaleciendo a todos los discípulos.

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Apolos predica en Efeso

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Hechos > Apolos predica en Efeso (44:18:24 - 44:18:28)

Llegó entonces a Efeso cierto judío llamado Apolos, natural de Alejandría, hombre elocuente y poderoso en las Escrituras.

Este había sido instruido en el Camino del Señor; y siendo ferviente de espíritu, hablaba y enseñaba con exactitud las cosas acerca de Jesús, aunque conocía solamente el bautismo de Juan.

Comenzó a predicar con valentía en la sinagoga, y cuando Priscila y Aquilas le oyeron, le tomaron aparte y le expusieron con mayor exactitud el Camino de Dios.

Como él quería viajar a Acaya, los hermanos le animaron y escribieron a los discípulos que le recibiesen. Cuando llegó allá, fue de gran provecho a los que mediante la gracia habían creído;

pues refutaba vigorosamente a los judíos en público, demostrando por medio de las Escrituras que Jesús era el Cristo.

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Pablo en Efeso

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Hechos > Pablo en Efeso (44:19:1 - 44:19:22)

Mientras Apolos estaba en Corinto, aconteció que Pablo, después de recorrer las regiones interiores, bajó a Efeso y encontró a ciertos discípulos.

Entonces les dijo: —¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis? Ellos le contestaron: —Ni siquiera hemos oído que haya Espíritu Santo.

Entonces dijo: —¿En qué, pues, fuisteis bautizados? Ellos respondieron: —En el bautismo de Juan.

Y dijo Pablo: —Juan bautizó con el bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen en el que había de venir después de él, es decir, en Jesús.

Y cuando Pablo les impuso las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo, y ellos hablaban en lenguas y profetizaban.

Eran entre todos como doce hombres.

Durante unos tres meses, entrando en la sinagoga, Pablo predicaba con valentía discutiendo y persuadiendo acerca de las cosas del reino de Dios.

Pero como algunos se endurecían y rehusaban creer, hablando mal del Camino delante de la multitud, se separó de ellos y tomó a los discípulos aparte, discutiendo cada día en la escuela de Tirano.

Dios hacía milagros extraordinarios por medio de las manos de Pablo;

de tal manera que hasta llevaban pañuelos o delantales que habían tocado su cuerpo para ponerlos sobre los enfermos, y las enfermedades se iban de ellos, y los espíritus malos salían de ellos.

Pero también algunos de los judíos, exorcistas ambulantes, se pusieron a invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que tenían espíritus malos, diciendo: —¡Os conjuro por el Jesús que Pablo predica!

Eran siete hijos de un tal Esceva, un judío, principal de los sacerdotes, los que hacían esto.

Y el hombre en quien estaba el espíritu malo se lanzó sobre ellos, los dominó a todos y prevaleció contra ellos, de tal manera que huyeron de aquella casa desnudos y heridos.

Este acontecimiento fue conocido por todos los que habitaban en Efeso, tanto judíos como griegos. Cayó temor sobre todos ellos, y el nombre del Señor Jesús era magnificado.

Muchos de los que habían creído venían confesando y reconociendo sus prácticas públicamente.

Asimismo, un buen número de los que habían practicado la magia trajeron sus libros y los quemaron delante de todos. Calcularon su valor y hallaron que era de 50.000 monedas de plata.

Cuando estas cosas se cumplieron, Pablo propuso en su espíritu ir a Jerusalén después de recorrer Macedonia y Acaya, diciendo: “Después que haya estado en Jerusalén, me será preciso ver también a Roma.”

Y después de enviar a Macedonia a dos de los que le ayudaban, a Timoteo y a Erasto, él mismo se detuvo por algún tiempo en Asia.

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