Epístolas

Pablo apela a César

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Hechos > Pablo apela a César (44:25:1 - 44:25:12)

Tres días después de haber asumido el mando de la provincia, Festo subió de Cesarea a Jerusalén.

Entonces los principales sacerdotes y los dirigentes de los judíos se presentaron ante él contra Pablo, y le rogaban

pidiendo contra él, el favor de que le hiciese traer a Jerusalén. Mientras tanto, ellos preparaban una emboscada para asesinarle en el camino.

Pero Festo respondió que Pablo estaba custodiado en Cesarea, y que en breve él mismo partiría para allá.

Dijo: —Los que puedan de entre vosotros desciendan conmigo; y si hay alguna falta en este hombre, acúsenle.

Después de detenerse entre ellos no más de ocho o diez días, descendió a Cesarea; y al día siguiente, se sentó en el tribunal y mandó que Pablo fuese traído.

Cuando llegó, le rodearon los judíos que habían descendido de Jerusalén, haciendo muchas y graves acusaciones contra él, las cuales no podían probar;

mientras que Pablo decía en su defensa: —En nada he pecado, ni contra la ley de los judíos, ni contra el pueblo, ni contra el César.

Pero Festo, queriendo congraciarse con los judíos, respondió a Pablo y dijo: —¿Quieres subir a Jerusalén para ser juzgado allí delante de mí acerca de estas cosas?

Pablo respondió: —Ante el tribunal del César estoy, donde me corresponde ser juzgado. A los judíos no he hecho ninguna injusticia, como tú muy bien lo sabes.

Si estoy haciendo alguna injusticia o si he hecho alguna cosa digna de muerte, no rehúso morir; pero si no hay nada de cierto en las cosas de las que éstos me acusan, nadie puede entregarme a ellos. Yo apelo al César.

Entonces Festo, habiendo consultado con el consejo, respondió: —Al César has apelado. ¡Al César irás!

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Pablo ante Agripa y Berenice

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Hechos > Pablo ante Agripa y Berenice (44:25:13 - 44:25:27)

Pasados algunos días, el rey Agripa y Berenice fueron a Cesarea para saludar a Festo.

Como pasaban allí muchos días, Festo presentó al rey el caso de Pablo, diciendo: —Hay cierto hombre que ha sido dejado preso por Félix,

con respecto a quien se me presentaron los principales sacerdotes y los ancianos de los judíos cuando subí a Jerusalén, pidiendo sentencia contra él.

A ellos les respondí que no es costumbre de los romanos entregar a ningún hombre antes que el acusado tenga presentes a sus acusadores y tenga oportunidad de hacer su defensa contra la acusación.

Así que, habiendo venido ellos juntos acá, sin ninguna demora, al día siguiente, me senté en el tribunal y mandé traer al hombre.

Pero cuando se presentaron los acusadores, no trajeron ninguna acusación con respecto a él, de los crímenes que yo sospechaba.

Solamente tenían contra él ciertas cuestiones acerca de su propia religión y de un cierto Jesús, ya fallecido, de quien Pablo afirmaba que está vivo.

Yo, vacilante con semejante caso, le preguntaba si quería ir a Jerusalén y ser juzgado por estas cosas allí.

Pero como Pablo apeló a quedar bajo custodia para la decisión de Augusto, mandé que le guardasen hasta que yo le enviara al César.

Entonces Agripa dijo a Festo: —Yo también quisiera oír al hombre. Y él dijo: —Mañana le oirás.

Así que al día siguiente vinieron Agripa y Berenice con mucha pompa, y después que entraron en la sala de audiencias con los tribunos y los principales de la ciudad, fue traído Pablo por mandato de Festo.

Entonces Festo dijo: —Rey Agripa, y todos los hombres aquí presentes con nosotros: Mirad a este hombre, respecto del cual toda la multitud de los judíos ha recurrido a mí, tanto en Jerusalén como aquí, clamando a gritos que él no debe vivir más.

Pero yo hallé que él no había hecho ninguna cosa digna de muerte, y habiendo apelado él mismo a Augusto, he determinado enviarle.

Pero no tengo nada de cierto que escribir a mi señor acerca de él. Por esto le he traído ante vosotros, y especialmente ante ti, oh rey Agripa, para que después de examinarle, yo tenga algo que escribir.

Porque me parece cosa no razonable enviar un preso sin indicar también las acusaciones contra él.

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Defensa de Pablo ante Agripa

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Hechos > Defensa de Pablo ante Agripa (44:26:1 - 44:26:3)

Luego Agripa dijo a Pablo: —Se te permite hablar por ti mismo. Entonces Pablo extendió la mano y comenzó su defensa:

—Me tengo por dichoso que haya de exponer hoy mi defensa delante de ti, oh rey Agripa, acerca de todas las cosas de las que soy acusado por los judíos;

mayormente por ser tú conocedor de todas las costumbres y cuestiones de los judíos. Por lo tanto, te ruego que me escuches con paciencia.

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Vida anterior de Pablo

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Hechos > Vida anterior de Pablo (44:26:4 - 44:26:8)

Mi manera de vivir, desde mi juventud, la cual pasé desde el comienzo entre los de mi nación en Jerusalén, la conocen todos los judíos.

Ellos me conocen desde antes, si quisieran testificarlo, que conforme a la más rigurosa secta de nuestra religión viví como fariseo.

Y ahora soy sometido a juicio por la esperanza de la promesa que Dios hizo a nuestros padres,

promesa que esperan alcanzar nuestras doce tribus sirviendo constantemente día y noche. ¡Por la misma esperanza soy acusado por los judíos, oh rey!

¿Por qué se juzga increíble entre vosotros que Dios resucite a los muertos?

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Pablo el perseguidor

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Hechos > Pablo el perseguidor (44:26:9 - 44:26:11)

Pues yo, a la verdad, había pensado que debía hacer muchas cosas contra el nombre de Jesús de Nazaret;

y esto hice en Jerusalén. Habiendo recibido autorización de los principales sacerdotes, yo encerré en cárceles a muchos de los santos; y cuando les mataban, yo di mi voto contra ellos.

Muchas veces, castigándoles en todas las sinagogas, procuraba obligarles a blasfemar; y enfurecido en extremo contra ellos, los perseguía hasta en las ciudades extranjeras.

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