Epístolas

No hay justo

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Epístola de San Pablo a los Romanos > No hay justo (45:3:9 - 45:3:20)

¿Qué, pues? ¿Les llevamos alguna ventaja? Claro que no; porque ya hemos acusado tanto a judíos como a gentiles, diciendo que todos están bajo pecado,

como está escrito: No hay justo ni aun uno;

no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios.

Todos se apartaron, a una fueron hechos inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.

Sepulcro abierto es su garganta; con su lengua engañan. Hay veneno de serpiente debajo de sus labios;

su boca está llena de maldiciones y amargura.

Sus pies son veloces para derramar sangre;

hay ruina y miseria en sus caminos.

No conocieron el camino de paz;

no hay temor de Dios delante de sus ojos.

Pero sabemos que todo lo que dice la ley, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre, y todo el mundo esté bajo juicio ante Dios.

Porque por las obras de la ley nadie será justificado delante de él; pues por medio de la ley viene el reconocimiento del pecado.

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La justicia es por medio de la fe

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Epístola de San Pablo a los Romanos > La justicia es por medio de la fe (45:3:21 - 45:3:31)

Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios atestiguada por la Ley y los Profetas.

Esta es la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo para todos los que creen. Pues no hay distinción;

porque todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios,

siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús.

Como demostración de su justicia, Dios le ha puesto a él como expiación por la fe en su sangre, a causa del perdón de los pecados pasados, en la paciencia de Dios,

con el propósito de manifestar su justicia en el tiempo presente; para que él sea justo y a la vez justificador del que tiene fe en Jesús.

¿Dónde, pues, está la jactancia? Está excluida. ¿Por qué clase de ley? ¿Por la de las obras? ¡Jamás! Más bien, por la ley de la fe.

Así que consideramos que el hombre es justificado por la fe, sin las obras de la ley.

¿Es Dios solamente Dios de los judíos? ¿No lo es también de los gentiles? ¡Por supuesto! También lo es de los gentiles.

Porque hay un solo Dios, quien justificará por la fe a los de la circuncisión, y mediante la fe a los de la incircuncisión.

Luego, ¿invalidamos la ley por la fe? ¡De ninguna manera! Más bien, confirmamos la ley.

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El ejemplo de Abraham

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Epístola de San Pablo a los Romanos > El ejemplo de Abraham (45:4:1 - 45:4:12)

¿Qué diremos, pues, que ha encontrado Abraham, nuestro progenitor según la carne?

Porque si Abraham fue justificado por las obras, tiene de qué gloriarse, pero no delante de Dios.

Pues ¿qué dice la Escritura? Y creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia.

Al que obra, no se le considera el salario como gracia, sino como obligación.

Pero al que no obra, sino que cree en aquel que justifica al impío, se considera su fe como justicia.

De igual manera, David también proclama la felicidad del hombre a quien Dios confiere justicia sin obras,

diciendo: Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas, y cuyos pecados son cubiertos.

Bienaventurado el hombre a quien el Señor jamás le tomará en cuenta su pecado.

Luego, ¿es esta felicidad solamente para los de la circuncisión, o también es para los de la incircuncisión? Pues decimos: A Abraham le fue contada su fe por justicia.

¿Cómo le fue contada? ¿Estando él circuncidado o incircunciso? No fue en la circuncisión, sino en la incircuncisión.

El recibió la señal de la circuncisión como sello de la justicia de la fe que tenía estando aún incircunciso, para que fuese padre de todos los creyentes no circuncidados—para que también a ellos les fuera conferida la justicia—;

y padre de la circuncisión—de los que no solamente son de la circuncisión, sino que también siguen las pisadas de la fe que tuvo nuestro padre Abraham antes de ser circuncidado—.

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La promesa realizada mediante la fe

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Epístola de San Pablo a los Romanos > La promesa realizada mediante la fe (45:4:13 - 45:4:25)

Porque la promesa a Abraham y a su descendencia, de que sería heredero del mundo, no fue dada por medio de la ley, sino por medio de la justicia de la fe.

Porque si los herederos son los que se basan en la ley, la fe ha sido hecha inútil y la promesa invalidada.

Porque la ley produce ira; pero donde no hay ley, tampoco hay transgresión.

Por esto, proviene de la fe, a fin de que sea según la gracia, para que la promesa sea firme para toda su descendencia. No para el que es solamente de la ley, sino también para el que es de la fe de Abraham, quien es padre de todos nosotros

—como está escrito: Te he puesto por padre de muchas naciones— delante de Dios, a quien él creyó, quien vivifica a los muertos y llama a las cosas que no existen como si existieran.

Abraham creyó contra toda esperanza, de modo que vino a ser padre de muchas naciones, de acuerdo con lo que le había sido dicho: Así será tu descendencia.

Sin debilitarse en la fe, él tuvo muy en cuenta su cuerpo ya muerto (pues tenía casi cien años) y la matriz muerta de Sara.

Pero no dudó de la promesa de Dios por falta de fe. Al contrario, fue fortalecido en su fe, dando gloria a Dios,

plenamente convencido de que Dios, quien había prometido, era poderoso para hacerlo.

Por esta razón le fue contada por justicia.

Pero no sólo para él fue escrito que le fue contada,

sino también para nosotros, a quienes nos habría de ser contada: a los que creemos en el que resucitó de entre los muertos, a Jesús nuestro Señor,

quien fue entregado por causa de nuestras transgresiones y resucitado para nuestra justificación.

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Resultados de la justificación

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Epístola de San Pablo a los Romanos > Resultados de la justificación (45:5:1 - 45:5:11)

Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo,

por medio de quien también hemos obtenido acceso por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.

Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce perseverancia,

y la perseverancia produce carácter probado, y el carácter probado produce esperanza.

Y la esperanza no acarrea vergüenza, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado;

porque aún siendo nosotros débiles, a su tiempo Cristo murió por los impíos.

Difícilmente muere alguno por un justo. Con todo, podría ser que alguno osara morir por el bueno.

Pero Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.

Luego, siendo ya justificados por su sangre, cuánto más por medio de él seremos salvos de la ira.

Porque si, cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, cuánto más, ya reconciliados, seremos salvos por su vida.

Y no sólo esto, sino que nos gloriamos en Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, mediante quien hemos recibido ahora la reconciliación.

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