Nuevas de la caída de Jerusalén

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Ezequiel > Nuevas de la caída de Jerusalén (26:33:21 - 26:33:33)

Aconteció en el quinto día del mes décimo del año 12 de nuestra cautividad que uno que había escapado de Jerusalén vino a mí para decir: “La ciudad ha sido tomada.”

La noche antes que llegase el que había escapado, la mano de Jehovah vino sobre mí, y me abrió la boca antes que él llegara a mí por la mañana. Así abrió mi boca y no estuve más enmudecido.

Entonces vino a mí la palabra de Jehovah, diciendo:

“Oh hijo de hombre, los que habitan entre aquellas ruinas, en la tierra de Israel, andan diciendo: Abraham era sólo uno; sin embargo, tomó posesión de la tierra. ¡Cuánto más nosotros que somos muchos! A nosotros ha sido dada la tierra como posesión.

Por tanto, diles que así ha dicho el Señor Jehovah: Vosotros que coméis con sangre, alzáis vuestros ojos hacia vuestros ídolos y derramáis sangre, ¿tomaréis posesión de la tierra?

Habéis confiado en vuestras espadas, habéis hecho abominación y habéis mancillado cada uno a la mujer de su prójimo, ¿y tomaréis posesión de la tierra?

Les dirás que así ha dicho el Señor Jehovah: ¡Vivo yo, que los que están en aquellas ruinas caerán a espada! Al que está sobre la superficie del campo lo daré por comida a las fieras, y los que están en las fortalezas y en las cavernas morirán por la peste.

Convertiré la tierra en desolación y soledad, y cesará la soberbia de su poderío. Los montes de Israel quedarán desolados, de modo que no habrá quien pase por ellos.

Y sabrán que soy Jehovah, cuando yo convierta la tierra en desolación y en soledad, por todas las abominaciones que han hecho.

“Oh hijo de hombre, los hijos de tu pueblo hablan acerca de ti, junto a las paredes y a las puertas de las casas. Hablan el uno con el otro, cada uno con su hermano, diciendo: ¡Venid y oíd cuál es la palabra que viene de Jehovah!

Vienen a ti como el pueblo acostumbra venir, y se sientan delante de ti como mi pueblo. Oyen tus palabras, pero no las ponen por obra. Más bien, expresan motivos sensuales con sus bocas, y su corazón va en pos de sus ganancias deshonestas.

He aquí que para ellos tú eres como un cantante de motivos sensuales, cuya voz es agradable y que toca bien. Oyen tus palabras, pero no las ponen por obra.

Pero cuando esto venga—y he aquí que ya viene—, entonces sabrán que hubo un profeta entre ellos.”

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