La restauración de Israel
Epístola de San Pablo a los Romanos 11:25 – Epístola de San Pablo a los Romanos 11:36
Hermanos, para que no seáis sabios en vuestro propio parecer, no quiero que ignoréis este misterio: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles.
Y así todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el libertador; quitará de Jacob la impiedad.
Y éste será mi pacto con ellos, cuando yo quite sus pecados.
Así que, en cuanto al evangelio, son enemigos por causa de vosotros, pero en cuanto a la elección son amados por causa de los padres;
porque los dones y el llamamiento de Dios son irrevocables.
De igual manera, vosotros en otro tiempo erais desobedientes a Dios, pero ahora habéis alcanzado misericordia por la desobediencia de ellos.
Asimismo, ellos han sido desobedientes en este tiempo, para que por la misericordia concedida a vosotros, también a ellos les sea ahora concedida misericordia.
Porque Dios encerró a todos bajo desobediencia, para tener misericordia de todos.
¡Oh la profundidad de las riquezas, y de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán incomprensibles son sus juicios e inescrutables sus caminos!
Porque: ¿Quién entendió la mente del Señor? ¿O quién llegó a ser su consejero?
¿O quién le ha dado a él primero para que sea recompensado por él?
Porque de él y por medio de él y para él son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.
4 comentarios
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Tu texto:
«LOS JUDIOS QUE CUMPLEN CON LA LEY Y QUE ESCUCHARON DE JESUCRISTO PERO LO RECHAZARON. ¿POR CUMPLIR CON LA LEY SON SALVOS AUNQUE HAYAN RECHAZADO A JESUS?»
R/.
Por la ley nadie puede ser salvo, pues la ley te muestra el pecado, pero no como librarte de el, ahora con respecto a Israel ellos tienen una promesa que van a ser salvos.
Romanos 1.18–3.20
desarrolla el argumento de Pablo de que nadie puede decir que por sus méritos es aceptable ante los ojos de Dios: ni las multitudes, ni los romanos, ni siquiera los judíos. Todas las personas, sin importar el lugar en que se hallen, merecen la condenación de Dios por sus pecados.