El juicio contra Jerusalén y Judá

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Jeremías > El juicio contra Jerusalén y Judá (24:6:1 - 24:6:30)

“Oh hijos de Benjamín, huid de en medio de Jerusalén y tocad la corneta en Tecoa. Levantad señales de humo sobre Bet-haquérem, porque del norte se ve venir el mal y el gran quebrantamiento.

“Como una deleitosa pradera es la hija de Sion.

Hacia ella vienen los pastores con sus rebaños. Alrededor de ella ponen sus tiendas; cada cual apacienta en su lugar.”

¡Haced guerra santa contra ella! ¡Levantaos y subamos a mediodía! ¡Ay de nosotros, porque el día va declinando, y se extienden las sombras del anochecer!

¡Levantaos, subamos de noche y destruyamos sus palacios!

Porque así ha dicho Jehovah de los Ejércitos: “¡Cortad sus árboles y levantad un terraplén contra Jerusalén! Esta es la ciudad que ha de ser castigada. Todo en ella es opresión.

Como la cisterna preserva frescas sus aguas, así ella preserva fresca su maldad. En ella se oye hablar de violencia y destrucción; continuamente hay enfermedad y heridas en mi presencia.

Corrígete, oh Jerusalén, no sea que mi alma se aparte de ti; no sea que yo te convierta en desolación, en tierra no habitada.”

Así ha dicho Jehovah de los Ejércitos: “Al remanente de Israel lo rebuscarán como a una vid. Como un vendimiador, vuelve tu mano a las ramas.”

¿A quién tengo que hablar y amonestar, para que oigan? He aquí que sus oídos están sordos, y no pueden oír. He aquí que la palabra de Jehovah les es afrenta, y no la desean.

Por tanto, estoy lleno de la ira de Jehovah; cansado estoy de contenerme. “¡Derrámala sobre el niño en la calle, y sobre el círculo de los jóvenes! Porque tanto el marido como la mujer serán apresados, y el anciano con el lleno de días.

Sus casas serán traspasadas a otros; asimismo, sus campos y sus mujeres, dice Jehovah. Porque extenderé mi mano contra los habitantes del país,

pues desde el menor hasta el mayor de ellos, cada uno persigue las ganancias deshonestas. Desde el profeta hasta el sacerdote, todos obran con engaño

y curan con superficialidad el quebranto de mi pueblo, diciendo: Paz, paz. ¡Pero no hay paz!

“¿Acaso se han avergonzado de haber hecho abominación? ¡Ciertamente no se han avergonzado, ni han sabido humillarse! Por tanto, caerán entre los que caigan; en el tiempo en que yo los castigue, tropezarán,” ha dicho Jehovah.

Así ha dicho Jehovah: “Deteneos en los caminos y mirad. Preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad en él; y hallaréis descanso para vuestras almas.” Pero ellos dijeron: “¡No andaremos en él!”

“También puse sobre ellos centinelas que dijeran: ¡Escuchad el sonido de la corneta! Pero dijeron: No escucharemos.

Por tanto, oíd, oh naciones; y conoce, oh congregación, lo que les sucederá.

Escucha, oh tierra: He aquí, yo traigo sobre este pueblo el mal, el fruto de sus pensamientos. Porque no atendieron a mis palabras; y en cuanto a mi ley, la han desechado.

“¿De qué vale que me traigáis este incienso de Saba y caña aromática de tierra lejana? Vuestros holocaustos no son aceptables, ni vuestros sacrificios son de mi agrado.

Por tanto, así ha dicho Jehovah, he aquí que yo pongo tropiezos a este pueblo, y caerán en ellos los padres junto con los hijos; el vecino y su prójimo perecerán.”

Así ha dicho Jehovah: “He aquí que viene un pueblo de la tierra del norte; una gran nación se despertará en los confines de la tierra.

Empuñan el arco y la lanza. Son crueles; no tienen misericordia. Su estruendo resuena como el mar. Montan sobre caballos, y como un solo hombre se disponen para la batalla contra ti, oh hija de Sion.”

Oímos de su fama, y nuestras manos se debilitaron. La angustia se apoderó de nosotros, dolor como de mujer que da a luz.

No salgas al campo, ni vayas por el camino; porque la espada del enemigo y el terror están por todas partes.

Oh hija de mi pueblo, cíñete de cilicio y revuélcate en ceniza. Haz duelo como por hijo único, llanto de amargura; porque súbitamente vendrá sobre nosotros el destructor.

“Te he puesto en la torre como un centinela en medio de mi pueblo. Conoce, pues, y observa el camino de ellos.

Todos ellos son de lo más obstinados y andan calumniando. Son bronce y hierro; todos ellos son corruptores.

El fuelle sopla, y el plomo es consumido por el fuego. En vano se esfuerza el fundidor, pues los malos no se desprenden.

Los llaman Plata Desechada, porque Jehovah los ha desechado.”

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