Ezequiel

Visión de la muerte de los culpables

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Ezequiel > Visión de la muerte de los culpables (26:9:1 - 26:9:11)

Entonces proclamó con gran voz a mis oídos, diciendo: —¡Acercaos los verdugos de la ciudad, cada uno con su instrumento destructor en su mano!

Y he aquí que seis hombres vinieron por el camino de la puerta superior que da hacia el norte, y cada uno traía en su mano su instrumento para destruir. Pero entre ellos había un hombre vestido de lino que llevaba al cinto los útiles de escriba. Y habiendo entrado se detuvieron junto al altar de bronce.

Entonces la gloria del Dios de Israel se elevó de encima del querubín sobre el cual había estado, hacia el umbral del templo. Luego Dios llamó al hombre vestido de lino, que llevaba al cinto los útiles de escriba.

Y le dijo Jehovah: —Pasa por en medio de la ciudad, por en medio de Jerusalén, y pon una marca en la frente de los hombres que suspiran y gimen a causa de todas las abominaciones que se hacen en medio de ella.

Y a los otros les dijo, a mis oídos: —¡Pasad por la ciudad, detrás de él, y matad! Vuestro ojo no tenga lástima, ni tengáis compasión.

Matad a viejos, a jóvenes, a muchachas, a niños y a mujeres, hasta exterminarlos. Pero no os acerquéis a ninguno sobre el cual esté la marca. Habéis de comenzar desde mi santuario. Comenzaron, pues, desde los hombres ancianos que estaban delante del templo.

Y les dijo: —¡Contaminad el templo y llenad los atrios con muertos! ¡Salid! Ellos salieron y comenzaron a matarlos en la ciudad.

Y aconteció que mientras los mataban, y yo me quedaba solo, me postré sobre mi rostro y clamé diciendo: —¡Ay, Señor Jehovah! ¿Vas a destruir todo el remanente de Israel al derramar tu ira sobre Jerusalén?

Y él me dijo: —La iniquidad de la casa de Israel y de Judá es demasiado grande. La tierra está llena de hechos de sangre, y la ciudad está llena de injusticias. Porque han dicho: “Jehovah ha abandonado la tierra; Jehovah no ve.”

En cuanto a mí, mi ojo no tendrá lástima, ni tendré compasión. Haré recaer su conducta sobre sus propias cabezas.

Y he aquí que el hombre vestido de lino, y que llevaba al cinto los útiles de escriba, dio informe diciendo: —He hecho conforme a lo que me has mandado.

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La gloria de Dios abandona el templo

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Ezequiel > La gloria de Dios abandona el templo (26:10:1 - 26:10:22)

Entonces miré; y he aquí, sobre la bóveda que estaba encima de la cabeza de los querubines, apareció sobre ellos algo como una piedra de zafiro que tenía el aspecto de un trono.

Y Dios dijo al hombre vestido de lino: —Entra en medio de las ruedas, debajo de los querubines, llena tus manos con carbones encendidos de entre los querubines, y espárcelos sobre la ciudad. El entró ante mi vista.

Y cuando entró aquel hombre, los querubines estaban de pie en el lado sur del templo, y la nube llenaba el atrio interior.

Entonces la gloria de Jehovah se elevó de encima de los querubines, hacia el umbral del templo. Y el templo fue llenado por la nube, y el atrio se llenó del resplandor de la gloria de Jehovah.

El ruido de las alas de los querubines se escuchaba hasta el atrio exterior, como la voz del Dios Todopoderoso cuando habla.

Y aconteció que cuando mandó al hombre vestido de lino, diciendo: “Toma fuego de entre las ruedas de en medio de los querubines,” éste entró y se puso de pie al lado de una rueda.

Entonces un querubín extendió su mano de entre los querubines hacia el fuego que había en medio de los querubines, tomó de él y lo puso en las manos del que estaba vestido de lino. Y éste lo tomó y salió.

Los querubines parecían tener debajo de sus alas algo semejante a una mano de hombre.

Miré, y he aquí que había cuatro ruedas junto a los querubines; al lado de cada querubín había una rueda. El aspecto de las ruedas era como de piedra de crisólito.

En cuanto a su aspecto, las cuatro eran de una misma forma, como si una rueda estuviera dentro de otra rueda.

Cuando se desplazaban, iban en cualquiera de las cuatro direcciones, y no viraban cuando se desplazaban, sino que al lugar a donde se dirigía la principal, las otras iban detrás de ella; y no viraban cuando se desplazaban.

Todo el cuerpo de ellos, sus espaldas, sus manos, sus alas y también las ruedas (las cuatro ruedas) estaban llenos de ojos alrededor.

A las ruedas, ante mis oídos, se les gritaba: “¡Rueda!”

Cada uno tenía cuatro caras. La primera tenía cara de querubín; la segunda, cara de hombre; la tercera, cara de león; y la cuarta, cara de águila.

Luego los querubines se elevaron. Estos son los seres vivientes que vi junto al río Quebar.

Cuando los querubines se desplazaban, también se desplazaban las ruedas que estaban junto a ellos. Cuando los querubines levantaban sus alas para elevarse de la tierra, las ruedas no se separaban de ellos.

Cuando ellos se detenían, las ruedas también se detenían; y cuando se elevaban, éstas se elevaban junto con ellos; porque el espíritu de los seres vivientes estaba en ellas.

Entonces la gloria de Jehovah salió de sobre el umbral del templo y se colocó encima de los querubines.

Los querubines alzaron sus alas y ante mi vista se elevaron de la tierra. Cuando ellos salieron, también salieron las ruedas que estaban junto a ellos, y se detuvieron a la entrada de la puerta oriental de la casa de Jehovah. Y la gloria del Dios de Israel estaba por encima, sobre ellos.

Estos eran los seres vivientes que vi debajo del Dios de Israel en el río Quebar, y me di cuenta de que eran querubines.

Cada uno tenía cuatro caras y cuatro alas; y debajo de sus alas había algo semejante a manos de hombre.

La forma de sus caras era como la de las caras que vi junto al río Quebar; tenían el mismo aspecto. Cada uno se desplazaba de frente hacia adelante.

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Reprensión de los príncipes malvados

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Ezequiel > Reprensión de los príncipes malvados (26:11:1 - 26:11:13)

Entonces el Espíritu me elevó y me llevó a la puerta oriental de la casa de Jehovah, la que da hacia el este. Y he allí, en la entrada de la puerta había veinticinco hombres, entre los cuales vi a Jazanías hijo de Azur y a Pelatías hijo de Benaías, magistrados del pueblo.

Luego me dijo: “Oh hijo de hombre, éstos son los hombres que maquinan perversidad y dan mal consejo en esta ciudad.

Ellos dicen: No está cercano el tiempo de edificar casas. Esta ciudad será la olla, y nosotros la carne.

Por tanto, profetiza contra ellos. ¡Profetiza, oh hijo de hombre!”

Entonces descendió sobre mí el Espíritu de Jehovah y me dijo: “Diles que así ha dicho Jehovah: Así habéis hablado, oh casa de Israel, y yo he sabido los pensamientos que suben de vuestros espíritus.

Vosotros habéis multiplicado vuestros muertos en esta ciudad; habéis llenado de muertos sus calles.

Por tanto, así dice el Señor Jehovah, vuestros muertos que habéis dejado en medio de ella, ellos serán la carne; y ella la olla. Pero a vosotros yo os sacaré de en medio de ella.

Teméis la espada, y espada traeré sobre vosotros, dice el Señor Jehovah.

Os sacaré de en medio de ella, os entregaré en mano de extraños y entre vosotros ejecutaré actos justicieros.

¡A espada caeréis! Os juzgaré en la frontera de Israel, y sabréis que yo soy Jehovah.

Esta ciudad no os servirá de olla, ni vosotros seréis la carne dentro de ella. ¡En la frontera de Israel os habré de juzgar!

Y sabréis que yo soy Jehovah, que no habéis andado en mis leyes ni habéis cumplido mis decretos; sino que habéis actuado según los decretos de las naciones que están a vuestro alrededor.”

Y mientras yo profetizaba, aconteció que murió Pelatías hijo de Benaías. Entonces caí postrado sobre mi rostro y exclamé a gran voz, diciendo: “¡Ay, Señor Jehovah! ¿Exterminarás al remanente de Israel?”

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Promesa de restauración y renovación

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Ezequiel > Promesa de restauración y renovación (26:11:14 - 26:11:25)

Y vino a mí la palabra de Jehovah, diciendo:

“Oh hijo de hombre, tus mismos hermanos—los hombres que están contigo en la cautividad y toda la casa de Israel, todos ellos— son aquellos a quienes los habitantes de Jerusalén han dicho: ¡Permaneced lejos de Jehovah! ¡Es a nosotros a quienes ha sido dada la tierra como posesión!

Por tanto, diles que así ha dicho el Señor Jehovah: Aunque los he arrojado lejos entre las naciones y aunque los he dispersado por los países, por un breve tiempo he sido para ellos un santuario en los países a donde han llegado.

Por tanto, di que así ha dicho el Señor Jehovah: Yo os reuniré de entre los pueblos y os recogeré de los países en los cuales habéis sido dispersados, y os daré la tierra de Israel.

Allá volverán, y quitarán de ella todas sus cosas detestables y todas sus cosas abominables.

Les daré otro corazón, y pondré un espíritu nuevo dentro de ellos. De la carne de ellos quitaré el corazón de piedra y les daré un corazón de carne,

para que anden según mis estatutos y guarden mis decretos y los pongan por obra. Ellos serán mi pueblo, y yo seré su Dios.

Pero haré que la conducta de aquellos, cuyo corazón anda tras sus cosas detestables y sus abominaciones, recaiga sobre sus cabezas,” dice el Señor Jehovah.

Entonces los querubines alzaron sus alas, con las ruedas que estaban junto a ellos. Y la gloria del Dios de Israel estaba por encima, sobre ellos.

Luego la gloria de Jehovah ascendió de en medio de la ciudad, y se detuvo sobre el monte que está al oriente de la ciudad.

Luego el Espíritu me elevó y me volvió a llevar en visión del Espíritu de Dios a Caldea, a los que estaban en la cautividad. Entonces la visión que había visto se fue de mí.

Y comuniqué a los cautivos todas las cosas de Jehovah que él me había mostrado.

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Salida de Ezequiel en señal de la cautividad

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Ezequiel > Salida de Ezequiel en señal de la cautividad (26:12:1 - 26:12:28)

Vino a mí la palabra de Jehovah, diciendo:

“Oh hijo de hombre, tú habitas en medio de una casa rebelde. Ellos tienen ojos para ver y no ven, y tienen oídos para oír y no oyen, porque son una casa rebelde.

Por tanto, tú, oh hijo de hombre, prepárate un equipaje de cautivo, y sal cautivo de día, ante su vista. Sal como cautivo de tu lugar a otro lugar, ante su vista. Quizás lo consideren, porque son una casa rebelde.

En pleno día, ante su vista, sacarás tu equipaje como si fuera equipaje de cautivo, y te irás al anochecer ante su vista, como los que son sacados en cautividad.

Perfora el muro ante su vista y sal por él.

Ante su vista llevarás el equipaje sobre tus hombros. Saldrás en la penumbra; cubrirás tu cara para no ver la tierra, porque te he puesto como señal para la casa de Israel.”

E hice así como me fue ordenado: Saqué de día mi equipaje, como equipaje de cautivo, y al anochecer perforé el muro con mis propias manos. Salí en la penumbra, y llevé mi equipaje sobre los hombros, ante su vista.

Entonces, por la mañana, vino a mí la palabra de Jehovah, diciendo:

“Oh hijo de hombre, ¿no te han preguntado los de la casa de Israel, esa casa rebelde, qué estás haciendo?

Diles que así ha dicho el Señor Jehovah: Esta profecía es para el gobernante en Jerusalén, y para toda la casa de Israel que está en medio de ella.

Diles: Yo soy una señal para vosotros; así como yo he hecho, les será hecho a ellos. Irán en cautividad, en cautiverio.

El gobernante que está en medio de ellos alzará sus cosas al hombro en la penumbra y saldrá. Perforarán el muro para salir por él. Cubrirá su cara para no ver la tierra con sus ojos.

Pero extenderé mi red sobre él, y quedará atrapado en mi trampa. Lo traeré a Babilonia, a la tierra de los caldeos, pero no la verá, y allí morirá.

A todos los que estén alrededor de él, sus ayudantes y todas sus tropas, los esparciré a todos los vientos, y tras ellos desenvainaré la espada.

Y sabrán que yo soy Jehovah, cuando los disperse entre las naciones y los esparza por los países.

Pero haré que unos pocos de ellos escapen de la espada, del hambre y de la peste, para que cuenten acerca de todas sus abominaciones entre las naciones a donde lleguen. Y sabrán que yo soy Jehovah.”

Entonces vino a mí la palabra de Jehovah, diciendo:

“Oh hijo de hombre, come tu pan con temblor y bebe tu agua con estremecimiento y angustia.

Dirás al pueblo de la tierra que así dice el Señor Jehovah a los habitantes de Jerusalén, acerca de la tierra de Israel: Comerán su pan con angustia, y beberán su agua con horror, porque la tierra será desolada de su plenitud a causa de la violencia de todos los que viven en ella.

Las ciudades habitadas serán arruinadas, y la tierra será una desolación. Y sabréis que yo soy Jehovah.”

Entonces vino a mí la palabra de Jehovah, diciendo:

“Oh hijo de hombre, ¿qué refrán es éste que tenéis vosotros acerca de la tierra de Israel, que dice: Los días se prolongan, y toda visión se desvanece?

Por tanto, diles que así ha dicho el Señor Jehovah: Haré cesar este refrán, y no lo pronunciarán más en Israel. Más bien, diles que se han acercado los días y el cumplimiento de toda visión,

pues no habrá más falsa visión ni adivinación lisonjera en medio de la casa de Israel.

Porque yo, Jehovah, hablaré; la palabra que hablaré se cumplirá. No habrá más dilación, pues en vuestros días, oh casa rebelde, diré la palabra y la cumpliré,” dice el Señor Jehovah.

Y vino a mí la palabra de Jehovah, diciendo:

“Oh hijo de hombre, he aquí que los de la casa de Israel dicen: La visión que éste ha visto es para después de muchos días; éste profetiza para tiempos remotos.

Por tanto, diles que así ha dicho el Señor Jehovah: No habrá más dilación para ninguna de mis palabras. La palabra que hable se cumplirá,” dice el Señor Jehovah.

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