Evangelios

Un mudo habla

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Evangelios > San Mateo > Un mudo habla (40:9:32 - 40:9:34)

Mientras aquéllos salían, he aquí le trajeron un hombre mudo endemoniado.

Y tan pronto fue echado fuera el demonio, el mudo habló. Y las multitudes se maravillaban diciendo: —¡Nunca se ha visto semejante cosa en Israel!

Pero los fariseos decían: —Por el príncipe de los demonios echa fuera los demonios.

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La mies es mucha

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Evangelios > San Mateo > La mies es mucha (40:9:35 - 40:9:38)

Jesús recorría todas las ciudades y las aldeas, enseñando en sus sinagogas, predicando el evangelio del reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia.

Y cuando vio las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban acosadas y desamparadas como ovejas que no tienen pastor.

Entonces dijo a sus discípulos: “A la verdad, la mies es mucha, pero los obreros son pocos.

Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies.”

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Elección de los doce apóstoles

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Evangelios > San Mateo > Elección de los doce apóstoles (40:10:1 - 40:10:4)

Entonces llamó a sus doce discípulos y les dio autoridad sobre los espíritus inmundos para echarlos fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia.

Los nombres de los doce apóstoles son éstos: primero Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; también Jacobo hijo de Zebedeo, y su hermano Juan;

Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo el publicano; Jacobo hijo de Alfeo, y Tadeo;

Simón el cananita y Judas Iscariote, quien le entregó.

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Misión de los doce

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Evangelios > San Mateo > Misión de los doce (40:10:5 - 40:10:15)

A estos doce los envió Jesús, dándoles instrucciones diciendo: “No vayáis por los caminos de los gentiles, ni entréis en las ciudades de los samaritanos.

Pero id, más bien, a las ovejas perdidas de la casa de Israel.

Y cuando vayáis, predicad diciendo: El reino de los cielos se ha acercado.

Sanad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad fuera demonios. De gracia habéis recibido; dad de gracia.

“No os proveáis ni de oro, ni de plata, ni de cobre en vuestros cintos.

Tampoco llevéis bolsas para el camino, ni dos vestidos, ni zapatos, ni bastón; porque el obrero es digno de su alimento.

En cualquier ciudad o aldea donde entréis, averiguad quién en ella sea digno y quedaos allí hasta que salgáis.

Al entrar en la casa, saludadla.

Si la casa es digna, venga vuestra paz sobre ella. Pero si no es digna, vuelva vuestra paz a vosotros.

Y en caso de que no os reciban ni escuchen vuestras palabras, salid de aquella casa o ciudad y sacudid el polvo de vuestros pies.

De cierto os digo que en el día del juicio será más tolerable para los de la tierra de Sodoma y de Gomorra, que para aquella ciudad.

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Persecuciones venideras

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Evangelios > San Mateo > Persecuciones venideras (40:10:16 - 40:10:25)

“He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos. Sed, pues, astutos como serpientes y sencillos como palomas.

Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los tribunales y en sus sinagogas os azotarán.

Seréis llevados aun ante gobernadores y reyes por mi causa, para dar testimonio a ellos y a los gentiles.

Pero cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué hablaréis, porque os será dado en aquella hora lo que habéis de decir.

Pues no sois vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu de vuestro Padre que hablará en vosotros.

“El hermano entregará a muerte a su hermano, y el padre a su hijo. Se levantarán los hijos contra sus padres y los harán morir.

Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre. Pero el que persevere hasta el fin, éste será salvo.

Y cuando os persigan en una ciudad, huid a la otra. Porque de cierto os digo que de ningún modo acabaréis de recorrer todas las ciudades de Israel antes que venga el Hijo del Hombre.

“El discípulo no es más que su maestro, ni el siervo más que su señor.

Bástale al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su señor. Si al padre de familia le llamaron Beelzebul, ¡cuánto más lo harán a los de su casa!

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