Epístola de San Pablo a los Romanos

Los judíos y la ley

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Epístola de San Pablo a los Romanos > Los judíos y la ley (45:2:17 - 45:3:8)

He aquí, tú tienes nombre de ser judío, te apoyas en la ley y te glorías en Dios.

Tú conoces su voluntad y apruebas lo que más vale, porque estás instruido en la ley.

Tú estás persuadido de que eres guía de los ciegos, luz de los que están en tinieblas,

instructor de los que no saben, maestro de niños, teniendo en la ley la completa expresión del conocimiento y de la verdad.

Tú, pues, que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo? Tú que predicas contra el robo, ¿robas?

Tú que hablas contra el adulterio, ¿cometes adulterio? Tú que abominas a los ídolos, ¿cometes sacrilegio?

Tú que te jactas en la ley, ¿deshonras a Dios con la infracción de la ley?

Porque como está escrito: El nombre de Dios es blasfemado por causa de vosotros entre los gentiles.

Porque la circuncisión aprovecha en verdad, si guardas la ley; pero si eres transgresor de la ley, tu circuncisión ha llegado a ser incircuncisión.

De manera que, si el incircunciso cumple los justos preceptos de la ley, ¿su incircuncisión no será considerada como circuncisión?

El que físicamente es incircunciso pero guarda completamente la ley, te juzgará a ti, que con la letra y con la circuncisión eres transgresor de la ley.

Porque no es judío el que lo es en lo visible, ni es la circuncisión la visible en la carne;

sino más bien, es judío el que lo es en lo íntimo, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu y no en la letra. La alabanza del tal no proviene de los hombres, sino de Dios.

¿Qué ventaja tiene, pues, el judío? ¿O qué beneficio hay en la circuncisión?

Mucho, en todo sentido. Primeramente, que las palabras de Dios les han sido confiadas.

¿Qué, pues, si algunos de ellos han sido infieles? ¿Acaso podrá la infidelidad de ellos invalidar la fidelidad de Dios?

¡De ninguna manera! Antes bien, sea Dios veraz, aunque todo hombre sea mentiroso, como está escrito: para que seas justificado en tus palabras y venzas cuando seas juzgado.

Pero si nuestra injusticia hace resaltar la justicia de Dios, ¿qué diremos? ¿Acaso es injusto Dios que da el castigo? (Hablo como hombre.)

¡De ninguna manera! Porque en tal caso, ¿cómo juzgaría Dios al mundo?

Pero si la verdad de Dios abundó en mi falsedad para su gloria, ¿por qué todavía soy juzgado yo como pecador?

¿Y por qué no decir: “Hagamos lo malo para que venga lo bueno”? De esto se nos calumnia, y algunos afirman que así decimos. La condenación de los tales es justa.

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No hay justo

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Epístola de San Pablo a los Romanos > No hay justo (45:3:9 - 45:3:20)

¿Qué, pues? ¿Les llevamos alguna ventaja? Claro que no; porque ya hemos acusado tanto a judíos como a gentiles, diciendo que todos están bajo pecado,

como está escrito: No hay justo ni aun uno;

no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios.

Todos se apartaron, a una fueron hechos inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.

Sepulcro abierto es su garganta; con su lengua engañan. Hay veneno de serpiente debajo de sus labios;

su boca está llena de maldiciones y amargura.

Sus pies son veloces para derramar sangre;

hay ruina y miseria en sus caminos.

No conocieron el camino de paz;

no hay temor de Dios delante de sus ojos.

Pero sabemos que todo lo que dice la ley, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre, y todo el mundo esté bajo juicio ante Dios.

Porque por las obras de la ley nadie será justificado delante de él; pues por medio de la ley viene el reconocimiento del pecado.

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La justicia es por medio de la fe

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Epístola de San Pablo a los Romanos > La justicia es por medio de la fe (45:3:21 - 45:3:31)

Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios atestiguada por la Ley y los Profetas.

Esta es la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo para todos los que creen. Pues no hay distinción;

porque todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios,

siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús.

Como demostración de su justicia, Dios le ha puesto a él como expiación por la fe en su sangre, a causa del perdón de los pecados pasados, en la paciencia de Dios,

con el propósito de manifestar su justicia en el tiempo presente; para que él sea justo y a la vez justificador del que tiene fe en Jesús.

¿Dónde, pues, está la jactancia? Está excluida. ¿Por qué clase de ley? ¿Por la de las obras? ¡Jamás! Más bien, por la ley de la fe.

Así que consideramos que el hombre es justificado por la fe, sin las obras de la ley.

¿Es Dios solamente Dios de los judíos? ¿No lo es también de los gentiles? ¡Por supuesto! También lo es de los gentiles.

Porque hay un solo Dios, quien justificará por la fe a los de la circuncisión, y mediante la fe a los de la incircuncisión.

Luego, ¿invalidamos la ley por la fe? ¡De ninguna manera! Más bien, confirmamos la ley.

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El ejemplo de Abraham

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Epístola de San Pablo a los Romanos > El ejemplo de Abraham (45:4:1 - 45:4:12)

¿Qué diremos, pues, que ha encontrado Abraham, nuestro progenitor según la carne?

Porque si Abraham fue justificado por las obras, tiene de qué gloriarse, pero no delante de Dios.

Pues ¿qué dice la Escritura? Y creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia.

Al que obra, no se le considera el salario como gracia, sino como obligación.

Pero al que no obra, sino que cree en aquel que justifica al impío, se considera su fe como justicia.

De igual manera, David también proclama la felicidad del hombre a quien Dios confiere justicia sin obras,

diciendo: Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas, y cuyos pecados son cubiertos.

Bienaventurado el hombre a quien el Señor jamás le tomará en cuenta su pecado.

Luego, ¿es esta felicidad solamente para los de la circuncisión, o también es para los de la incircuncisión? Pues decimos: A Abraham le fue contada su fe por justicia.

¿Cómo le fue contada? ¿Estando él circuncidado o incircunciso? No fue en la circuncisión, sino en la incircuncisión.

El recibió la señal de la circuncisión como sello de la justicia de la fe que tenía estando aún incircunciso, para que fuese padre de todos los creyentes no circuncidados—para que también a ellos les fuera conferida la justicia—;

y padre de la circuncisión—de los que no solamente son de la circuncisión, sino que también siguen las pisadas de la fe que tuvo nuestro padre Abraham antes de ser circuncidado—.

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La promesa realizada mediante la fe

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Epístola de San Pablo a los Romanos > La promesa realizada mediante la fe (45:4:13 - 45:4:25)

Porque la promesa a Abraham y a su descendencia, de que sería heredero del mundo, no fue dada por medio de la ley, sino por medio de la justicia de la fe.

Porque si los herederos son los que se basan en la ley, la fe ha sido hecha inútil y la promesa invalidada.

Porque la ley produce ira; pero donde no hay ley, tampoco hay transgresión.

Por esto, proviene de la fe, a fin de que sea según la gracia, para que la promesa sea firme para toda su descendencia. No para el que es solamente de la ley, sino también para el que es de la fe de Abraham, quien es padre de todos nosotros

—como está escrito: Te he puesto por padre de muchas naciones— delante de Dios, a quien él creyó, quien vivifica a los muertos y llama a las cosas que no existen como si existieran.

Abraham creyó contra toda esperanza, de modo que vino a ser padre de muchas naciones, de acuerdo con lo que le había sido dicho: Así será tu descendencia.

Sin debilitarse en la fe, él tuvo muy en cuenta su cuerpo ya muerto (pues tenía casi cien años) y la matriz muerta de Sara.

Pero no dudó de la promesa de Dios por falta de fe. Al contrario, fue fortalecido en su fe, dando gloria a Dios,

plenamente convencido de que Dios, quien había prometido, era poderoso para hacerlo.

Por esta razón le fue contada por justicia.

Pero no sólo para él fue escrito que le fue contada,

sino también para nosotros, a quienes nos habría de ser contada: a los que creemos en el que resucitó de entre los muertos, a Jesús nuestro Señor,

quien fue entregado por causa de nuestras transgresiones y resucitado para nuestra justificación.

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