Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Poéticos y Sapienciales > Salmos > Maravillas de Jehová a favor de Israel (19:105:1 - 19:105:45)
¡Dad gracias a Jehovah! ¡Invocad su nombre! Dad a conocer entre los pueblos sus hazañas.
Cantadle, cantadle salmos; hablad de todas sus maravillas.
Gloriaos en su santo nombre; alégrese el corazón de los que buscan a Jehovah.
Buscad a Jehovah y su poder; buscad continuamente su rostro.
Acordaos de las maravillas que ha hecho, de sus prodigios y de los juicios de su boca,
oh vosotros, descendientes de Abraham, su siervo; hijos de Jacob, sus escogidos.
El es Jehovah, nuestro Dios; en toda la tierra están sus juicios.
Se acordó para siempre de su pacto—de la palabra que mandó para mil generaciones—,
el cual hizo con Abraham; y de su juramento a Isaac.
Lo confirmó a Jacob por estatuto, como pacto sempiterno a Israel,
diciendo: “A ti daré la tierra de Canaán; como la porción que poseeréis.”
Cuando eran pocos en número, muy pocos y forasteros en ella;
cuando andaban de nación en nación, y de un reino a otro pueblo,
no permitió que nadie los oprimiese; más bien, por causa de ellos castigó a reyes.
Dijo: “¡No toquéis a mis ungidos, ni hagáis mal a mis profetas!”
Cuando trajo hambre sobre la tierra y cortó todo el sustento de pan,
ya había enviado delante de ellos a un hombre, a José, que fue vendido como esclavo.
Afligieron con grilletes sus pies, y a su cuello pusieron cadena de hierro,
hasta que se cumplió su palabra, y el dicho de Jehovah lo aprobó.
Entonces el rey mandó que lo soltaran; el soberano de los pueblos lo desató.
Lo puso como señor de su casa y como gobernador de toda su posesión,
para que disciplinara a su gusto a los grandes y a sus ancianos enseñara sabiduría.
Después entró Israel en Egipto, y Jacob fue extranjero en la tierra de Cam.
Dios hizo que su pueblo fuera muy fecundo, y lo hizo más fuerte que sus enemigos.
Cambió el corazón de éstos, para que aborreciesen a su pueblo, para que contra sus siervos actuaran con engaño.
Envió a su siervo Moisés, y a Aarón, al cual escogió.
Puso en ellos las palabras de sus señales, y sus prodigios en la tierra de Cam.
Envió tinieblas y trajo oscuridad, pero no guardaron sus palabras.
Convirtió sus aguas en sangre y mató sus peces.
Su tierra produjo ranas hasta en las habitaciones de sus reyes.
Habló, y llegaron enjambres de moscas y piojos en todo su territorio.
Convirtió sus lluvias en granizo y en llamas de fuego, en su tierra.
Dañó sus viñas y sus higueras y quebró los árboles de su territorio.
Habló, y vinieron langostas, y pulgón sin número.
Comieron toda la hierba de su país y devoraron el pasto de su tierra.
Golpeó, además, a todos los primogénitos de su país, las primicias de todo su vigor.
Los sacó con plata y oro; no hubo entre sus tribus enfermo.
Egipto se alegró de que salieran, porque su terror había caído sobre ellos.
Extendió una nube por cortina, y fuego para alumbrar de noche.
Pidieron, e hizo venir codornices, y los sació con pan del cielo.
Abrió la peña, y fluyeron aguas; corrieron por los sequedales como río.
Porque se acordó de su santa promesa dada a su siervo Abraham.
Así sacó a su pueblo con gozo; con júbilo sacó a sus escogidos.
Les dio las tierras de las naciones, y heredaron el fruto de las labores de ellas,
para que guardasen sus estatutos y observasen sus leyes. ¡Aleluya!