Salmos

Promesa de vivir rectamente. Salmo de David.

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Poéticos y Sapienciales > Salmos > Promesa de vivir rectamente. Salmo de David. (19:101:1 - 19:101:8)

(Salmo de David) De la misericordia y el derecho cantaré; a ti cantaré salmos, oh Jehovah.

Daré atención al camino de la integridad. ¿Cuándo vendrás a mí? En integridad de corazón andaré en medio de mi casa.

No pondré delante de mis ojos cosa indigna; aborrezco la obra de los que se desvían. Esta no se me pegará.

El corazón perverso será apartado de mí; no reconoceré al malo.

Al que solapadamente difama a su prójimo, a ése yo lo silenciaré; no soportaré al de ojos altaneros y de corazón arrogante.

Mis ojos pondré en los fieles de la tierra, para que habiten conmigo. El que anda en camino de integridad, ése me servirá.

No habitará dentro de mi casa el que hace fraude; el que habla mentira no se afirmará delante de mis ojos.

Por las mañanas cortaré de la tierra a todos los impíos, para extirpar de la ciudad de Jehovah a todos los que obran iniquidad.

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Oración de un afligido. Oración del que sufre, cuando está angustiado, y delante de Jehová derrama su lamento.

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Poéticos y Sapienciales > Salmos > Oración de un afligido. Oración del que sufre, cuando está angustiado, y delante de Jehová derrama su lamento. (19:102:1 - 19:102:28)

(Oración de un afligido, cuando desmaya y derrama su lamento delante de Jehovah) Oh Jehovah, escucha mi oración, y llegue a ti mi clamor.

No escondas de mí tu rostro en el día de mi angustia; inclina a mí tu oído. En el día en que te invoque, apresúrate a responderme.

Porque mis días se han disipado como humo; mis huesos arden como un brasero.

Mi corazón ha sido herido y se ha secado como la hierba, por lo cual me olvidé de comer mi pan.

Por la voz de mi gemido, mis huesos se han pegado a mi carne.

Soy semejante al búho del desierto; soy como la lechuza de los sequedales.

Estoy insomne; soy como un pájaro solitario sobre el tejado.

Todo el día me afrentan mis enemigos; los que me escarnecen se han conjurado contra mí.

Por eso he comido ceniza como pan, y mi bebida mezclo con llanto,

a causa de tu enojo y de tu ira. Porque me levantaste y me arrojaste,

mis días son como la sombra que se va. Me he secado como la hierba.

Pero tú, oh Jehovah, permanecerás para siempre, y tu memoria de generación en generación.

Levántate, ten misericordia de Sion, porque ha llegado el tiempo de tener compasión de ella.

Tus siervos aman sus piedras, y de su polvo tienen compasión.

Entonces las naciones temerán el nombre de Jehovah, y todos los reyes de la tierra temerán tu gloria.

Por cuanto Jehovah habrá edificado a Sion, será visto en su gloria.

Habrá considerado la oración de los despojados, y no habrá desechado el ruego de ellos.

Sea escrito esto para la generación venidera, y un pueblo que será creado alabará a Jehovah.

Porque miró desde lo alto de su santuario, Jehovah miró desde los cielos a la tierra,

para oír el gemido de los presos, para librar a los sentenciados a muerte,

para contar en Sion del nombre de Jehovah, y de su alabanza en Jerusalén,

cuando los pueblos y reinos se congreguen en uno para servir a Jehovah.

Debilitó mi fuerza en el camino y acortó mis días.

Dije: “Dios mío, no me lleves en la mitad de mis días. ¡Tus años duran por generación y generación!

Tú fundaste la tierra en la antigüedad; los cielos son obra de tus manos.

Ellos perecerán, pero tú permanecerás. Todos ellos se envejecerán como un vestido; como a ropa los cambiarás, y pasarán.

Pero tú eres el mismo, y tus años no se acabarán.

Los hijos de tus siervos habitarán seguros, y su descendencia estará firme delante de ti.”

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Alabanza por las bendiciones de Dios. Salmo de David.

Imagen Alabanza por las bendiciones de Dios. Salmo de David. 1

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Poéticos y Sapienciales > Salmos > Alabanza por las bendiciones de Dios. Salmo de David. (19:103:1 - 19:103:22)

(De David) Bendice, oh alma mía, a Jehovah. Bendiga todo mi ser su santo nombre.

Bendice, oh alma mía, a Jehovah, y no olvides ninguno de sus beneficios.

El es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias,

el que rescata del hoyo tu vida, el que te corona de favores y de misericordia;

el que sacia con bien tus anhelos, de modo que te rejuvenezcas como el águila.

Jehovah es quien hace justicia y derecho a todos los que padecen violencia.

Sus caminos dio a conocer a Moisés; y a los hijos de Israel, sus obras.

Compasivo y clemente es Jehovah, lento para la ira y grande en misericordia.

No contenderá para siempre, ni para siempre guardará el enojo.

No ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades, ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados.

Pues como la altura de los cielos sobre la tierra, así ha engrandecido su misericordia sobre los que le temen.

Tan lejos como está el oriente del occidente, así hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones.

Como el padre se compadece de los hijos, así se compadece Jehovah de los que le temen.

Porque él conoce nuestra condición; se acuerda de que somos polvo.

El hombre, como la hierba son sus días: Florece como la flor del campo

que cuando pasa el viento, perece; y su lugar no la vuelve a conocer.

Pero la misericordia de Jehovah es desde la eternidad y hasta la eternidad sobre los que le temen; y su justicia sobre los hijos de sus hijos,

sobre los que guardan su pacto y se acuerdan de sus mandamientos para ponerlos por obra.

Jehovah estableció en los cielos su trono, y su reino domina sobre todo.

Bendecid a Jehovah, vosotros sus poderosos ángeles que ejecutáis su palabra obedeciendo la voz de su palabra.

Bendecid a Jehovah, vosotros todos sus ejércitos, servidores suyos que hacéis su voluntad.

Bendecid a Jehovah, vosotras todas sus obras, en todos los lugares de su señorío. ¡Bendice, alma mía, a Jehovah!

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Dios cuida de su creación

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Poéticos y Sapienciales > Salmos > Dios cuida de su creación (19:104:1 - 19:104:35)

¡Bendice, alma mía, a Jehovah! Jehovah, Dios mío, ¡qué grande eres! Te has vestido de gloria y de esplendor.

Tú eres el que se cubre de luz como de vestidura, que extiende los cielos como una tienda,

que construye sus altas moradas sobre las aguas, que hace de las nubes su carroza, que anda sobre las alas del viento,

que hace a los vientos sus mensajeros, y a las llamas de fuego sus servidores.

El fundó la tierra sobre sus cimientos; no será jamás removida.

Con el océano como con vestido la cubriste; sobre las montañas estaban las aguas.

A tu reprensión huyeron; se apresuraron al sonido de tu trueno.

Subieron las montañas; descendieron los valles al lugar que tú estableciste para ellos.

Les pusiste un límite, el cual no traspasarán, ni volverán a cubrir la tierra.

Tú eres el que vierte los manantiales en los arroyos; corren entre las colinas.

Dan de beber a todos los animales del campo; los asnos monteses mitigan su sed.

Junto a ellos habitan las aves del cielo, y trinan entre las ramas.

Tú das de beber a las montañas desde tus altas moradas; del fruto de tus obras se sacia la tierra.

Haces producir el pasto para los animales y la vegetación para el servicio del hombre, a fin de sacar de la tierra el alimento:

el vino que alegra el corazón del hombre, el aceite que hace lucir su rostro, y el pan que sustenta el corazón del hombre.

Se llenan de savia los árboles de Jehovah; los cedros del Líbano, que él plantó.

Allí anidan las aves; en sus copas hace su nido la cigüeña.

Los montes altos son para las cabras monteses; las peñas, para las madrigueras de los conejos.

Tú eres el que hizo la luna para las estaciones; el sol conoce su ocaso.

Pones las tinieblas, y es de noche; en ella corretean todos los animales silvestres.

Los leones rugen por la presa y reclaman a Dios su comida.

Sale el sol; se recogen y se echan en sus cuevas.

Sale el hombre a su labor, y a su labranza hasta el anochecer.

¡Cuán numerosas son tus obras, oh Jehovah! A todas las hiciste con sabiduría; la tierra está llena de tus criaturas.

Este es el mar grande y ancho, en el cual hay peces sin número, animales grandes y pequeños.

Sobre él van los navíos; allí está el Leviatán que hiciste para que jugase en él.

Todos ellos esperan en ti, para que les des su comida a su tiempo.

Tú les das, y ellos recogen; abres tu mano, y se sacian del bien.

Escondes tu rostro, y se desvanecen; les quitas el aliento, y dejan de ser. Así vuelven a ser polvo.

Envías tu hálito, y son creados; y renuevas la superficie de la tierra.

¡Sea la gloria de Jehovah para siempre! Alégrese Jehovah en sus obras.

El mira la tierra, y ella tiembla; toca las montañas, y humean.

Cantaré a Jehovah en mi vida; a mi Dios cantaré salmos mientras viva.

Que mi meditación le sea grata, y que yo me alegre en Jehovah.

Sean exterminados de la tierra los pecadores, y los impíos dejen de ser. ¡Bendice, oh alma mía, a Jehovah! ¡Aleluya!

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Maravillas de Jehová a favor de Israel

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Poéticos y Sapienciales > Salmos > Maravillas de Jehová a favor de Israel (19:105:1 - 19:105:45)

¡Dad gracias a Jehovah! ¡Invocad su nombre! Dad a conocer entre los pueblos sus hazañas.

Cantadle, cantadle salmos; hablad de todas sus maravillas.

Gloriaos en su santo nombre; alégrese el corazón de los que buscan a Jehovah.

Buscad a Jehovah y su poder; buscad continuamente su rostro.

Acordaos de las maravillas que ha hecho, de sus prodigios y de los juicios de su boca,

oh vosotros, descendientes de Abraham, su siervo; hijos de Jacob, sus escogidos.

El es Jehovah, nuestro Dios; en toda la tierra están sus juicios.

Se acordó para siempre de su pacto—de la palabra que mandó para mil generaciones—,

el cual hizo con Abraham; y de su juramento a Isaac.

Lo confirmó a Jacob por estatuto, como pacto sempiterno a Israel,

diciendo: “A ti daré la tierra de Canaán; como la porción que poseeréis.”

Cuando eran pocos en número, muy pocos y forasteros en ella;

cuando andaban de nación en nación, y de un reino a otro pueblo,

no permitió que nadie los oprimiese; más bien, por causa de ellos castigó a reyes.

Dijo: “¡No toquéis a mis ungidos, ni hagáis mal a mis profetas!”

Cuando trajo hambre sobre la tierra y cortó todo el sustento de pan,

ya había enviado delante de ellos a un hombre, a José, que fue vendido como esclavo.

Afligieron con grilletes sus pies, y a su cuello pusieron cadena de hierro,

hasta que se cumplió su palabra, y el dicho de Jehovah lo aprobó.

Entonces el rey mandó que lo soltaran; el soberano de los pueblos lo desató.

Lo puso como señor de su casa y como gobernador de toda su posesión,

para que disciplinara a su gusto a los grandes y a sus ancianos enseñara sabiduría.

Después entró Israel en Egipto, y Jacob fue extranjero en la tierra de Cam.

Dios hizo que su pueblo fuera muy fecundo, y lo hizo más fuerte que sus enemigos.

Cambió el corazón de éstos, para que aborreciesen a su pueblo, para que contra sus siervos actuaran con engaño.

Envió a su siervo Moisés, y a Aarón, al cual escogió.

Puso en ellos las palabras de sus señales, y sus prodigios en la tierra de Cam.

Envió tinieblas y trajo oscuridad, pero no guardaron sus palabras.

Convirtió sus aguas en sangre y mató sus peces.

Su tierra produjo ranas hasta en las habitaciones de sus reyes.

Habló, y llegaron enjambres de moscas y piojos en todo su territorio.

Convirtió sus lluvias en granizo y en llamas de fuego, en su tierra.

Dañó sus viñas y sus higueras y quebró los árboles de su territorio.

Habló, y vinieron langostas, y pulgón sin número.

Comieron toda la hierba de su país y devoraron el pasto de su tierra.

Golpeó, además, a todos los primogénitos de su país, las primicias de todo su vigor.

Los sacó con plata y oro; no hubo entre sus tribus enfermo.

Egipto se alegró de que salieran, porque su terror había caído sobre ellos.

Extendió una nube por cortina, y fuego para alumbrar de noche.

Pidieron, e hizo venir codornices, y los sació con pan del cielo.

Abrió la peña, y fluyeron aguas; corrieron por los sequedales como río.

Porque se acordó de su santa promesa dada a su siervo Abraham.

Así sacó a su pueblo con gozo; con júbilo sacó a sus escogidos.

Les dio las tierras de las naciones, y heredaron el fruto de las labores de ellas,

para que guardasen sus estatutos y observasen sus leyes. ¡Aleluya!

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