Nuevo Testamento

Piedad y contentamiento

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Primera epístola de San Pablo a Timoteo > Piedad y contentamiento (54:6:3 - 54:6:10)

Si alguien enseña algo diferente y no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo y a la doctrina que es conforme a la piedad,

se ha llenado de orgullo y no sabe nada. Más bien, delira acerca de controversias y contiendas de palabras, de las cuales vienen envidia, discordia, calumnias, sospechas perversas,

y necias rencillas entre hombres de mente corrompida y privados de la verdad, que tienen la piedad como fuente de ganancia.

Sin embargo, grande ganancia es la piedad con contentamiento.

Porque nada trajimos a este mundo, y es evidente que nada podremos sacar.

Así que, teniendo el sustento y con qué cubrirnos, estaremos contentos con esto.

Porque los que desean enriquecerse caen en tentación y trampa, y en muchas pasiones insensatas y dañinas que hunden a los hombres en ruina y perdición.

Porque el amor al dinero es raíz de todos los males; el cual codiciando algunos, fueron descarriados de la fe y se traspasaron a sí mismos con muchos dolores.

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La buena batalla de la fe

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Primera epístola de San Pablo a Timoteo > La buena batalla de la fe (54:6:11 - 54:6:19)

Pero tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la perseverancia, la mansedumbre.

Pelea la buena batalla de la fe; echa mano de la vida eterna, a la cual fuiste llamado y confesaste la buena confesión delante de muchos testigos.

Te mando delante de Dios, quien da vida a todas las cosas, y de Cristo Jesús, quien dio testimonio de la buena confesión delante de Poncio Pilato,

que guardes el mandamiento sin mancha ni reproche, hasta la aparición de nuestro Señor Jesucristo.

A su debido tiempo la mostrará el Bienaventurado y solo Poderoso, el Rey de reyes y Señor de señores;

el único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible, a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver. A él sea la honra y el dominio eterno. Amén.

A los ricos de la edad presente manda que no sean altivos, ni pongan su esperanza en la incertidumbre de las riquezas, sino en Dios quien nos provee todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos.

Que hagan el bien, que sean ricos en buenas obras, que sean generosos y dispuestos a compartir,

atesorando para sí buen fundamento para el porvenir, para que echen mano de la vida verdadera.

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Encargo final de Pablo a Timoteo

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Primera epístola de San Pablo a Timoteo > Encargo final de Pablo a Timoteo (54:6:20 - 54:6:21)

Oh Timoteo, guarda lo que se te ha encomendado, evitando las profanas y vanas palabrerías y los argumentos de la falsamente llamada ciencia;

la cual profesando algunos se descarriaron en cuanto a la fe. La gracia sea con vosotros.

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Salutación

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Segunda epístola de San Pablo a Timoteo > Salutación (55:1:1 - 55:1:2)

Pablo, apóstol de Cristo Jesús por la voluntad de Dios, según la promesa de la vida que es en Cristo Jesús;

a Timoteo, amado hijo: Gracia, misericordia y paz, de parte de Dios el Padre y de Cristo Jesús nuestro Señor.

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Testificando de Cristo

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Segunda epístola de San Pablo a Timoteo > Testificando de Cristo (55:1:3 - 55:1:18)

Doy gracias a Dios, a quien rindo culto con limpia conciencia como lo hicieron mis antepasados, de que sin cesar me acuerdo de ti en mis oraciones de noche y de día.

Me he acordado de tus lágrimas y deseo verte para ser lleno de gozo.

Traigo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida y en tu madre Eunice, y estoy convencido de que también en ti.

Por esta razón, te vuelvo a recordar que avives el don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos.

Porque no nos ha dado Dios un espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.

Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, prisionero suyo. Más bien, sé partícipe conmigo de los sufrimientos por el evangelio, según el poder de Dios.

Fue él quien nos salvó y nos llamó con santo llamamiento, no conforme a nuestras obras, sino conforme a su propio propósito y gracia, la cual nos fue dada en Cristo Jesús antes del comienzo del tiempo;

y ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Cristo Jesús. El anuló la muerte y sacó a la luz la vida y la inmortalidad por medio del evangelio,

del cual he sido puesto como predicador, apóstol y maestro.

Por esta razón padezco estas cosas, pero no me avergüenzo; porque yo sé a quien he creído, y estoy convencido de que él es poderoso para guardar mi depósito para aquel día.

Ten presente el modelo de las sanas palabras que has oído de mí, en la fe y el amor en Cristo Jesús.

Guarda el buen depósito por medio del Espíritu Santo que habita en nosotros.

Ya sabes que se apartaron de mí todos los de Asia, entre ellos Figelo y Hermógenes.

El Señor conceda misericordia a la casa de Onesíforo, porque muchas veces me reanimó y no se avergonzó de mis cadenas.

Más bien, cuando estuvo en Roma, me buscó solícitamente y me halló.

El Señor le conceda que halle misericordia de parte del Señor en aquel día. Cuánto nos ayudó en Efeso, tú lo sabes muy bien.

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