Job

Zofar acusa de maldad a Job

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Poéticos y Sapienciales > Job > Zofar acusa de maldad a Job (18:11:1 - 18:11:20)

Entonces intervino Zofar el namatita y dijo:

—¿No ha de tener respuesta tal abundancia de palabras? ¿Habrá de salir justificado el charlatán?

¿Harán callar a los hombres tus jactancias? ¿Harás escarnio, sin que haya quien te afrente?

Tú dices: “Mi doctrina es pura, y yo soy limpio ante tus ojos.”

Pero, ¡quién diera que Dios hablara y abriera sus labios para contigo!

El te revelaría los secretos de la sabiduría, porque la sagacidad es de doble valor. Así conocerías que Dios, en tu favor, ha pasado por alto parte de tu iniquidad.

¿Alcanzarás tú las cosas profundas de Dios? ¿Alcanzarás el propósito del Todopoderoso?

Es más alto que los cielos; ¿qué puedes tú hacer? Es más profundo que el Seol; ¿qué puedes tú saber?

Su dimensión es más extensa que la tierra y más ancha que el mar.

Si Dios pasa y aprisiona, o si congrega, ¿quién le puede detener?

Ya que él conoce a los hombres vanos, ¿no examinará la iniquidad cuando la vea?

El hombre de cabeza hueca se hará inteligente cuando un borriquillo de asno montés nazca humano.

Si tú predispones tu corazón y extiendes a él tus manos

(si hay injusticia en tus manos, aléjala de ti, y no cobijes la maldad en tu morada),

entonces levantarás tu cara libre de mancha y estarás firmemente fundado, y no temerás.

Pues así te olvidarás de tu sufrimiento; como aguas que ya pasaron lo recordarás.

Tu existencia será más resplandeciente que el mediodía; aun la oscuridad te será como la alborada.

Estarás confiado, porque hay esperanza; explorarás alrededor y te acostarás seguro.

Te recostarás, y no habrá quien te espante; muchos implorarán tu favor.

Pero los ojos de los malos serán consumidos; no habrá para ellos escapatoria, y su esperanza será el último suspiro.

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Job proclama el poder y la sabiduría de Dios

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Poéticos y Sapienciales > Job > Job proclama el poder y la sabiduría de Dios (18:12:1 - 18:12:25)

Entonces respondió Job y dijo:

—Ciertamente vosotros sois el pueblo, y con vosotros morirá la sabiduría.

Pero yo también, como vosotros, tengo entendimiento; en nada soy inferior a vosotros. ¿Quién no sabe tales cosas?

Soy alguien que para su amigo es motivo de risa, uno que clamó a Dios, y se le respondió, un justo e íntegro que es motivo de risa.

Según la evaluación de quien no se duele, él es una tea despreciada; pero estuvo lista para los pies que resbalan.

Las moradas de los destructores prosperan, y los que provocan a Dios están seguros en aquello que la mano de Dios les ha traído.

En efecto, pregunta, por favor, a los cuadrúpedos, y te enseñarán; a las aves del cielo, y te informarán.

O habla a la tierra, y te enseñará; y los peces del mar te lo contarán.

¿Cuál de todos ellos no sabe que la mano de Jehovah ha hecho esto?

En sus manos está la vida de todo viviente y el hálito de todo mortal.

¿No distingue el oído las palabras, y el paladar prueba la comida?

En los ancianitos hay sabiduría; y en la mucha edad, entendimiento.

Con Dios están la sabiduría y el poder; suyo es el consejo y el entendimiento.

Si él destruye, no será edificado de nuevo. Si él cierra ante el hombre, no habrá quien le abra.

Si él detiene las aguas, se secan; y si las deja ir, trastornan la tierra.

Con él están el poderío y la victoria; suyo es el que yerra y el que hace errar.

A los consejeros despoja de consejo y entontece a los jueces.

El suelta las ataduras que imponen los reyes, y ata con una cuerda sus cinturas.

Hace ir descalzos a los sacerdotes, y arruina a los poderosos.

Quita la palabra a los tenidos por fieles, y a los ancianos priva de discernimiento.

Derrama menosprecio sobre los nobles, y afloja el cinturón de los fuertes.

Descubre las profundidades de las tinieblas y saca a la luz la densa oscuridad.

Lleva las naciones al apogeo y luego las destruye; él expande a los pueblos y los abandona.

Priva de reflexión a los jefes del pueblo de la tierra, y les hace errar sin rumbo en el vacío.

No teniendo luz van palpando las tinieblas, y los hace tambalear como borrachos.

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Job defiende su integridad

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Poéticos y Sapienciales > Job > Job defiende su integridad (18:13:1 - 18:13:28)

He aquí que todo esto han visto mis ojos; mis oídos lo han escuchado y entendido.

Como vosotros lo sabéis, yo también lo sé; en nada soy menos que vosotros.

Sin embargo, yo hablaré al Todopoderoso, pues quiero argumentar con Dios.

En cuanto a vosotros, lo recubrís todo con mentira; todos vosotros sois médicos inútiles.

¡Oh que callarais del todo! Ello os sería contado por sabiduría.

Escuchad, pues, mi razonamiento y estad atentos a los argumentos de mis labios.

¿A favor de Dios hablaréis perversidad? ¿A favor de él hablaréis engaño?

¿Habréis de mostrar por él parcialidad? ¿Contenderéis a favor de Dios?

¿Os irá bien cuando él os escudriñe? ¿Acaso os burlaréis de él como quien se burla de un hombre?

Ciertamente él os reprobará, si en secreto mostráis parcialidad.

¿No os espantará su majestad, y caerá sobre vosotros su pavor?

Vuestras máximas son proverbios de polvo, y vuestras defensas son defensas de barro.

Callad delante de mí, y yo hablaré, me pase lo que me pase.

¿Por qué he de arrancar mi carne con mis propios dientes? ¿O he de exponer mi vida en mi mano?

He aquí, aunque él me mate, en él he de esperar. Ciertamente defenderé ante su presencia mis caminos.

Esto también me será salvación, porque un impío no iría a su presencia.

Oíd con atención mi discurso; oíd con vuestros oídos mi declaración.

He aquí que yo he preparado mi causa, y sé que seré declarado justo.

¿Quién es el que ha de contender conmigo? Pues si ahora yo callara, expiraría.

Sólo dos cosas no hagas conmigo; entonces no me esconderé de tu rostro:

Aparta de mí tu mano, y no me espante tu terror.

Llama, entonces, y yo responderé; o yo hablaré, y tú me responderás:

¿Cuántas son mis faltas o mis pecados? Hazme entender mi rebelión y mi pecado.

¿Por qué escondes tu rostro, y me consideras tu enemigo?

¿Aterras a una hoja que es arrebatada? ¿Has de perseguir a una paja seca?

Pues escribes contra mí cosas amargas, y me haces sufrir por los pecados de mi juventud.

Pones mis pies en el cepo y vigilas todas mis sendas; imprimes marcas en las plantas de mis pies.

Así el hombre se gasta como un odre, como un vestido comido por la polilla.

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Job discurre sobre la brevedad de la vida

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Poéticos y Sapienciales > Job > Job discurre sobre la brevedad de la vida (18:14:1 - 18:14:22)

El hombre, nacido de mujer, es corto de días y lleno de tensiones.

Brota como una flor y se marchita; huye como una sombra y no se detiene.

¿Sobre uno así abres tus ojos, y lo traes a juicio contigo?

¿Quién puede sacar lo limpio de lo impuro? ¡Nadie!

Ciertamente sus días están determinados, y el número de sus meses depende de ti. Tú le has fijado sus límites, los cuales no podrá traspasar.

Aparta de él tu mirada, y que descanse hasta que, cual un jornalero, haya disfrutado su día.

Porque para el árbol hay esperanza; si es cortado, se renovará, y su retoño no dejará de ser.

Aunque su raíz se envejece en la tierra y su tronco muere en el suelo,

al percibir el agua reverdecerá y echará ramas como planta.

Pero el hombre muere y desaparece; el hombre expira, ¿y dónde estará?

Se agotan las aguas de un lago, y un río mengua y se seca;

así yace el hombre y no se vuelve a levantar. Hasta que no haya más cielos, no lo despertarán, ni lo levantarán de su sueño.

¡Cómo quisiera que me escondieses en el Seol, que me encubrieses hasta que se apaciguara tu furor y que fijases un plazo para acordarte de mí!

Si el hombre muere, ¿volverá a vivir? Todos los días de mi milicia esperaré hasta que llegue mi relevo.

Entonces llamarás, y yo te responderé. Añorarás la obra de tus manos.

Porque ahora me cuentas los pasos, y no das tregua a mi pecado.

Mi transgresión tienes sellada en una bolsa y recubres mi iniquidad.

Sin embargo, la montaña cae y se deshace, y la peña es removida de su lugar.

Las aguas desgastan las piedras, y su crecida arrastra el polvo de la tierra; así haces perecer la esperanza del hombre.

Para siempre prevaleces contra él, hasta que se va; desfiguras su rostro y lo despides.

Si sus hijos alcanzan honra, él no lo sabrá. Y si llegan a ser empequeñecidos, él no lo comprenderá.

Su cuerpo le da sólo dolores, y su alma hace duelo por él.

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Elifaz reprende a Job

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Poéticos y Sapienciales > Job > Elifaz reprende a Job (18:15:1 - 18:15:35)

Entonces intervino Elifaz el temanita y dijo:

—¿Ha de responder el sabio con vano conocimiento? ¿Ha de llenar su vientre de viento oriental?

¿Ha de argüir con expresiones inútiles y con palabras sin provecho?

Ciertamente tú anulas la devoción y menoscabas la meditación delante de Dios.

Porque tu iniquidad instruye a tu boca, y adoptas el lenguaje de los astutos.

Tu boca te condena, no yo; y tus labios testifican contra ti.

¿Fuiste tú el primer hombre que nació? ¿Naciste antes que las colinas?

¿Has escuchado el secreto de Dios, para que tú solo te apropies de la sabiduría?

¿Qué sabes tú que no sepamos nosotros? ¿Qué entendimiento tienes que nosotros no tengamos?

También entre nosotros hay hombres canosos, hombres muy ancianos, mayores en años que tu padre.

¿En tan poco tienes el consuelo de Dios y la palabra que se te dice con ternura?

¿Por qué te arrebata tu corazón, y por qué guiñan tus ojos,

para que vuelvas tu espíritu contra Dios y dejes salir tales palabras de tu boca?

¿Qué es el hombre para considerarse limpio; y el nacido de mujer, para que se considere justo?

Si Dios no se fía ni de sus santos, ni aun los cielos son puros ante sus ojos,

¿cuánto menos el abominable y corrupto, el hombre que bebe como agua la iniquidad?

Escúchame; yo te informaré y te contaré lo que he visto;

lo que los sabios nos han revelado sin encubrir nada de lo de sus padres.

Sólo a ellos les fue dada la tierra, y ningún extraño pasó por en medio de ellos.

El impío se retuerce de dolor todos los días, y un cierto número de años han sido reservados para el tirano.

Voces de espanto resuenan en sus oídos; y aun en la paz vendrá su destructor.

El no cree que ha de volver de las tinieblas, y que está destinado para la espada.

Va errante en pos del pan, diciendo: “¿Dónde estará?” Sabe que el día de las tinieblas le está listo, a la mano.

Le aterran la tristeza y la aflicción; lo abruman como un rey listo para el ataque.

Porque ha extendido su mano contra Dios, y se ha comportado con soberbia contra el Todopoderoso.

Porque embiste contra él con cuello erguido, con el doble saliente de su escudo.

Aunque su cara se cubra de gordura y le crezcan pliegues de grasa en las caderas,

habitará en ciudades desoladas, en casas donde nadie vive y que están destinadas a ser escombros.

No se enriquecerá, ni le durarán sus bienes; tampoco extenderá su patrimonio sobre la tierra.

No escapará de las tinieblas. La llama secará sus ramas, y por el soplo de su boca desaparecerá.

No confíe en la vanidad, engañándose a sí mismo, pues vanidad será su recompensa.

Ella se cumplirá antes de su tiempo, y su copa no estará frondosa.

Como la vid dejará caer sus uvas agraces y arrojará sus flores como el olivo.

Porque la compañía de los impíos es estéril, y el fuego consumirá las moradas del soborno.

Conciben afanes y dan a luz iniquidad; sus entrañas preparan el engaño.

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