Génesis

Dios se aparece a Jacob en Bet-el

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Pentateuco > Génesis > Dios se aparece a Jacob en Bet-el (1:28:10 - 1:28:22)

Jacob partió de Beerseba y se fue hacia Harán.

Y llegó a cierto lugar y pasó allí la noche, porque el sol ya se había puesto. Tomó una de las piedras de aquel lugar, la puso como cabecera y se acostó en aquel lugar.

Entonces soñó, y he aquí una escalera puesta en la tierra, cuya parte superior alcanzaba el cielo. He aquí que los ángeles de Dios subían y descendían por ella.

Y he aquí que Jehovah estaba en lo alto de ella y dijo: —Yo soy Jehovah, el Dios de tu padre Abraham y el Dios de Isaac. La tierra en que estás acostado te la daré a ti y a tu descendencia.

Tus descendientes serán como el polvo de la tierra. Te extenderás al occidente, al oriente, al norte y al sur, y en ti y en tu descendencia serán benditas todas las familias de la tierra.

He aquí que yo estoy contigo; yo te guardaré por dondequiera que vayas y te haré volver a esta tierra. No te abandonaré hasta que haya hecho lo que te he dicho.

Jacob despertó de su sueño y dijo: —¡Ciertamente Jehovah está presente en este lugar, y yo no lo sabía!

El tuvo miedo y dijo: —¡Cuán temible es este lugar! No es otra cosa que casa de Dios y puerta del cielo.

Jacob se levantó muy de mañana, tomó la piedra que había puesto como cabecera, la puso como memorial y derramó aceite sobre ella.

Y llamó el nombre de aquel lugar Betel, aunque el nombre antiguo de la ciudad era Luz.

Jacob también hizo un voto diciendo: —Si Dios está conmigo y me guarda en este viaje que realizo, si me da pan para comer y vestido para vestir,

y yo vuelvo en paz a la casa de mi padre, Jehovah será mi Dios.

Esta piedra que he puesto como memorial será una casa de Dios, y de todo lo que me des, sin falta apartaré el diezmo para ti.

Poner en mi Poner en mi Facebookacebook


Jacob sirve a Labán por Raquel y Lea

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Pentateuco > Génesis > Jacob sirve a Labán por Raquel y Lea (1:29:1 - 1:29:30)

Jacob emprendió su camino y llegó a la tierra de los orientales.

Entonces vio un pozo en el campo, y he aquí que tres rebaños de ovejas estaban recostados cerca del mismo, porque de aquel pozo daban de beber a los rebaños. Había una gran piedra sobre la boca del pozo.

Y cuando eran reunidos allí todos los rebaños, los pastores removían la piedra que estaba sobre la boca del pozo y daban de beber a los rebaños. Luego volvían a colocar la piedra en su lugar sobre la boca del pozo.

Entonces Jacob dijo a los pastores: —Hermanos míos, ¿de dónde sois vosotros? Ellos le respondieron: —Somos de Harán.

El les preguntó: —¿Conocéis a Labán hijo de Nacor? Ellos le respondieron: —Sí, lo conocemos.

El les dijo: —¿Está bien? Ellos le respondieron: —Está bien. Y he aquí que su hija Raquel viene con el rebaño.

El dijo: —He aquí que todavía es temprano; todavía no es tiempo de reunir todo el rebaño. Dad de beber a las ovejas e id a apacentarlas.

Ellos le respondieron: —No podemos, hasta que se reúnan todos los rebaños y sea removida la piedra de encima de la boca del pozo, para que demos de beber a las ovejas.

Estando él aún hablando con ellos, llegó Raquel con el rebaño de su padre, porque ella era la pastora.

Y sucedió que al ver Jacob a Raquel hija de Labán, hermano de su madre, y al rebaño de Labán, hermano de su madre, se acercó Jacob y removió la piedra que estaba sobre la boca del pozo y dio de beber al rebaño de Labán, hermano de su madre.

Jacob besó a Raquel, y alzando su voz lloró.

Jacob dijo a Raquel que él era pariente de su padre y que era hijo de Rebeca. Y ella corrió y dio las noticias a su padre.

En cuanto Labán oyó las noticias sobre Jacob, hijo de su hermana, corrió a recibirlo, lo abrazó, lo besó y lo llevó a su casa. El contó a Labán todas estas cosas,

y Labán le dijo: —¡Ciertamente eres hueso mío y carne mía! Y permaneció con él durante un mes entero.

Entonces dijo Labán a Jacob: —¿Por ser mi sobrino, me has de servir de balde? Declárame cuál será tu salario.

Labán tenía dos hijas: El nombre de la mayor era Lea, y el nombre de la menor, Raquel.

Los ojos de Lea eran tiernos, pero Raquel tenía una bella figura y un hermoso semblante.

Y Jacob, que se había enamorado de Raquel, dijo: —Yo trabajaré para ti siete años por Raquel, tu hija menor.

Labán respondió: —Mejor es que te la dé a ti que dársela a otro hombre. Quédate conmigo.

Así trabajó Jacob por Raquel siete años, los cuales le parecieron como unos pocos días, porque la amaba.

Entonces Jacob dijo a Labán: —Entrégame mi mujer para que conviva con ella, porque mi plazo se ha cumplido.

Entonces Labán reunió a todos los hombres de aquel lugar e hizo un banquete.

Y sucedió que en la noche tomó a su hija Lea y se la trajo, y él se unió a ella.

(Labán dio su sierva Zilpa a su hija Lea, como sierva.)

Y al llegar la mañana, ¡he aquí que era Lea! Entonces él dijo a Labán: —¿Por qué me has hecho esto? ¿No he trabajado para ti por Raquel? ¿Por qué, pues, me has engañado?

Y Labán respondió: —No se acostumbra en nuestro lugar dar la menor antes que la mayor.

Cumple la semana de ésta, y después se te dará también la otra por el trabajo que harás para mí durante otros siete años.

Jacob lo hizo así; y después de cumplir esa semana, Labán le dio también a su hija Raquel por mujer.

(Labán dio su sierva Bilha a su hija Raquel, como sierva.)

Jacob se unió también a Raquel, y la amó más que a Lea. Y trabajó para Labán otros siete años.

Poner en mi Poner en mi Facebookacebook


Los hijos de Jacob

Doce hijos de Jacob 1
Enviado por TuBiblia

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Pentateuco > Génesis > Los hijos de Jacob (1:29:31 - 1:30:24)

Viendo Jehovah que Lea era menospreciada, le concedió hijos. Pero Raquel era estéril.

Lea concibió y dio a luz un hijo, y llamó su nombre Rubén, pues dijo: “Porque Jehovah ha visto mi aflicción, ciertamente ahora me amará mi marido.”

Concibió otra vez y dio a luz un hijo, y dijo: “Porque Jehovah ha oído que yo era menospreciada, me ha dado también éste.” Y llamó su nombre Simeón.

Concibió otra vez y dio a luz un hijo, y dijo: “Ahora esta vez mi marido se sentirá ligado a mí, porque le he dado tres hijos.” Por eso llamó su nombre Leví.

Concibió otra vez y dio a luz un hijo, y dijo: “Esta vez alabaré a Jehovah.” Por eso llamó su nombre Judá. Y dejó de dar a luz.

Viendo Raquel que ella no daba hijos a Jacob, tuvo envidia de su hermana y decía a Jacob: —¡Dame hijos; o si no, me muero!

Entonces se encendió la ira de Jacob contra Raquel, y le dijo: —¿Estoy yo en lugar de Dios, que te privó del fruto de tu vientre?

Ella le dijo: —He aquí mi sierva Bilha. Unete a ella, y que dé a luz sobre mis rodillas, para que así yo también tenga hijos por medio de ella.

Le dio a Bilha su sierva por mujer, y Jacob se unió a ella.

Y Bilha concibió y le dio a luz un hijo a Jacob.

Entonces Raquel dijo: “Dios me ha hecho justicia; también ha escuchado mi voz y me ha dado un hijo.” Por eso llamó su nombre Dan.

Concibió otra vez Bilha, sierva de Raquel, y dio a luz un segundo hijo a Jacob.

Raquel dijo: “¡Grandes conflictos he tenido con mi hermana, y de veras he vencido!” Y llamó su nombre Neftalí.

Viendo Lea que había dejado de dar a luz, tomó a Zilpa su sierva y se la dio a Jacob por mujer.

Zilpa, sierva de Lea, le dio a luz un hijo a Jacob.

Y Lea dijo: “¡Qué afortunada!” Y llamó su nombre Gad.

Zilpa, sierva de Lea, dio a luz un segundo hijo a Jacob.

Y dijo Lea: “¡Qué felicidad la mía! Ahora las mujeres me llamarán feliz.” Y llamó su nombre Aser.

Rubén fue al campo en el tiempo de la siega del trigo, halló mandrágoras y se las llevó a Lea su madre. Y Raquel dijo a Lea: —Por favor, dame algunas de las mandrágoras de tu hijo.

Ella respondió: —¿Te parece poco que hayas tomado a mi marido para que te quieras tomar también las mandrágoras de mi hijo? Y Raquel dijo: —Entonces que duerma contigo esta noche a cambio de las mandrágoras de tu hijo.

Cuando Jacob volvía del campo al atardecer, Lea salió a su encuentro y le dijo: —¡Haz de unirte a mí, porque ciertamente yo te he alquilado a cambio de las mandrágoras de mi hijo! El durmió con ella aquella noche.

Y Dios escuchó a Lea, y ella concibió y dio a luz un quinto hijo a Jacob.

Y Lea dijo: “Dios me ha dado mi recompensa, porque di mi sierva a mi marido.” Y llamó su nombre Isacar.

Lea concibió otra vez y dio a luz un sexto hijo a Jacob.

Y dijo Lea: “Dios me ha dado un buen regalo. Ahora me honrará mi marido, porque le he dado seis hijos.” Y llamó su nombre Zabulón.

Después dio a luz una hija y llamó su nombre Dina.

Entonces se acordó Dios de Raquel. La escuchó y le dio hijos.

Ella concibió y dio a luz un hijo, y dijo: “Dios ha quitado mi afrenta.”

Y llamó su nombre José, diciendo: “¡Jehovah me añada otro hijo!”

Poner en mi Poner en mi Facebookacebook


Tretas de Jacob y de Labán

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Pentateuco > Génesis > Tretas de Jacob y de Labán (1:30:25 - 1:31:16)

Y aconteció que cuando Raquel dio a luz a José, Jacob dijo a Labán: —Déjame ir a mi lugar, a mi tierra.

Dame mis mujeres y mis hijos por quienes he trabajado para ti, y déjame ir. Tú conoces el trabajo que yo he realizado para ti.

Labán le respondió: —Por favor, si he hallado gracia ante tus ojos He visto que Jehovah me ha bendecido por tu causa.

—Y añadió—: Señálame tu salario, y yo te lo pagaré.

El respondió: —Tú sabes cómo he trabajado para ti y cómo ha estado tu ganado conmigo.

Pues poco tenías antes de que yo viniera, y ha crecido abundantemente. Jehovah te ha bendecido con mi llegada. Ahora, ¿cuándo he de trabajar yo también por mi propia casa?

El le preguntó: —¿Qué te daré? Jacob respondió: —No me des nada. Pero si haces para mí lo siguiente, volveré a apacentar y a cuidar tus ovejas:

Yo pasaré hoy en medio de todo tu rebaño, poniendo aparte toda oveja pintada o salpicada de diversos colores y todo cordero de color oscuro; y de entre las cabras las salpicadas de diversos colores y las pintadas. Eso será mi salario.

Así será constatada mi honradez en el futuro, cuando tomes en cuenta mi salario: Toda cabra que no sea pintada o salpicada y toda oveja que no sea de color oscuro, que esté conmigo, será considerada como robada.

Labán dijo: —¡Bien! Que sea como tú dices.

Aquel día Labán apartó los machos cabríos listados o pintados, todas las cabras pintadas o salpicadas de diversos colores, todo lo que tenía en sí algo de blanco y todos los corderos de color oscuro; y los entregó en manos de sus hijos.

Estableció una distancia de unos tres días de camino entre sí y Jacob, pero Jacob debía apacentar las otras ovejas de Labán.

Entonces Jacob tomó varas verdes de álamo, de avellano y de castaño, y descortezó en ellas mondaduras blancas, descubriendo la parte blanca de las varas.

Después puso las varas que había descortezado frente a las ovejas, en las pilas de los abrevaderos de agua donde iban a beber las ovejas, porque éstas se apareaban allí cuando iban a beber.

Las ovejas se apareaban delante de las varas, y después parían corderos listados, pintados y salpicados de diversos colores.

Entonces Jacob apartaba los corderos y dirigía la vista del rebaño hacia lo listado y a todos los que en el rebaño de Labán eran de color oscuro. Así hizo para sí un rebaño propio, y no los ponía con el rebaño de Labán.

Y sucedía que cada vez que se apareaban los animales robustos, Jacob ponía las varas delante de ellos, en las pilas, para que se aparearan mirando las varas.

Pero cuando venían los animales débiles, no ponía las varas. De este modo, los débiles eran para Labán, y los robustos para Jacob.

Así prosperó muchísimo el hombre; y tuvo muchas ovejas, siervas, siervos, camellos y asnos.

Jacob escuchó las palabras de los hijos de Labán, que decían: “Jacob ha tomado todo lo que era de nuestro padre; de lo que era de nuestro padre ha adquirido toda esta riqueza.”

Observaba también Jacob la mirada de Labán, y he aquí que ya no era para con él como antes.

Entonces Jehovah dijo a Jacob: —Vuelve a la tierra de tus padres, a tu parentela, y yo estaré contigo.

Jacob mandó llamar a Raquel y a Lea al campo donde estaban sus ovejas,

y les dijo: —Veo que la mirada de vuestro padre ya no es para conmigo como era antes. Pero el Dios de mi padre ha estado conmigo.

Vosotras sabéis que he trabajado para vuestro padre con todas mis fuerzas,

y que vuestro padre me ha engañado y que ha cambiado mi salario diez veces. Pero Dios no le ha permitido que me hiciera daño.

Si él decía: “Los pintados serán tu salario,” entonces todas las ovejas parían pintados. Y si decía: “Los listados serán tu salario,” entonces todas las ovejas parían listados.

Así Dios quitó el ganado de vuestro padre y me lo dio a mí.

Y sucedió que en el tiempo en que se apareaban las ovejas, alcé mis ojos y vi en sueños que los machos que cubrían a las hembras eran listados, pintados y jaspeados.

Entonces el ángel de Jehovah me dijo en sueños: “Jacob.” Yo dije: “Heme aquí.”

Y él dijo: “Por favor, alza tus ojos y mira cómo todos los machos que cubren a las ovejas son listados, pintados y jaspeados; porque yo he visto todo lo que Labán te ha hecho.

Yo soy el Dios de Betel, donde tú ungiste la piedra y me hiciste un voto. Levántate, sal de esta tierra y vuelve a la tierra de tu nacimiento.”

Raquel y Lea le respondieron diciendo: —¿Acaso tenemos todavía parte o heredad en la casa de nuestro padre?

¿No nos considera él ya como extrañas, puesto que nos vendió y se ha comido del todo nuestro precio?

Toda la riqueza que Dios ha quitado a nuestro padre es nuestra y de nuestros hijos. Ahora pues, haz todo lo que Dios te ha dicho.

Poner en mi Poner en mi Facebookacebook


Jacob huye de Labán

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Pentateuco > Génesis > Jacob huye de Labán (1:31:17 - 1:31:55)

Entonces Jacob se levantó e hizo subir a sus mujeres y a sus hijos sobre los camellos.

Luego condujo todo su ganado y todas las posesiones que había adquirido, el ganado de su propiedad que había adquirido en Padan-aram, para ir a su padre Isaac en la tierra de Canaán.

Labán se había ido a esquilar sus ovejas, y Raquel hurtó los ídolos de su padre.

Además Jacob engañó a Labán el arameo al no decirle que se iba.

Huyó, pues, Jacob con todo lo que tenía. Y levantándose cruzó el Río y se dirigió a la región montañosa de Galaad.

Al tercer día le informaron a Labán que Jacob había huido.

Entonces tomó consigo a sus parientes y fue tras él en el camino, por siete días, y lo alcanzó en la región montañosa de Galaad.

Pero aquella noche Dios vino en sueños a Labán el arameo, y le dijo: “Ten cuidado, no sea que hables a Jacob bruscamente.”

Alcanzó, pues, Labán a Jacob, quien había instalado su tienda en el monte. Y Labán también instaló sus tiendas en el monte Galaad.

Entonces Labán dijo a Jacob: —¿Qué has hecho? ¡Me has engañado al traer a mis hijas como cautivas de guerra!

¿Por qué has huido a escondidas, engañándome, sin avisarme? Yo te habría despedido con alegría y cantares, con tamborín y con arpa.

Ni siquiera me has dado la oportunidad de besar a mis hijos y a mis hijas. Ahora pues, has actuado locamente.

Yo tengo poder para haceros mal, pero el Dios de tu padre me habló anoche diciendo: “Ten cuidado, no sea que hables a Jacob bruscamente.”

Y ya que te ibas definitivamente porque tenías tanta nostalgia por la casa de tu padre, ¿por qué me has robado mis dioses?

Jacob respondió a Labán y dijo: —Yo tuve miedo, pensando que quizás me arrebatarías a tus hijas.

La persona en cuyo poder halles tus dioses, que muera. Reconoce en presencia de nuestros parientes lo que yo tenga que sea tuyo, y llévatelo. Jacob no sabía que era Raquel quien los había robado.

Entró, pues, Labán en la tienda de Jacob, en la tienda de Lea y en las tiendas de las dos siervas, y no los halló. Saliendo de la tienda de Lea, fue a la tienda de Raquel.

Pero Raquel había tomado los ídolos, los había puesto en la montura de un camello y se había sentado encima de ellos. Labán, pues, rebuscó toda la tienda y no los halló.

Entonces ella dijo a su padre: —No se enoje mi señor porque no pueda levantarme delante de ti, pues estoy con la regla de las mujeres. Buscó, pues, los ídolos, pero no los encontró.

Entonces Jacob se enojó y recriminó a Labán; respondió Jacob y dijo a Labán: —¿Cuál es mi transgresión? ¿Cuál es mi pecado para que me hayas perseguido con tanto ardor?

Ya que has rebuscado todas mis cosas, ¿qué has hallado de todas las cosas de tu casa? Ponlo aquí delante de mis parientes y de los tuyos, para que ellos juzguen entre nosotros dos.

Estos veinte años que he estado contigo nunca han abortado tus ovejas ni tus cabras; ni yo comí ningún carnero de tu rebaño.

Jamás te traje los restos del animal despedazado; yo pagaba el daño. Lo robado, tanto de día como de noche, tú lo reclamabas de mi mano.

De día me consumía el calor, y de noche la helada; hasta el sueño huía de mis ojos.

Así he pasado veinte años en tu casa: catorce años trabajé por tus dos hijas y seis por tu ganado; y tú has cambiado mi salario diez veces.

Si el Dios de mi padre, el Dios de Abraham y el Temor de Isaac, no estuviera conmigo, de cierto me dejarías ir ahora sin nada. Pero Dios ha visto mi aflicción y el duro trabajo de mis manos; por eso te reprendió anoche.

Labán respondió y dijo a Jacob: —Las hijas son mis hijas, los hijos son mis hijos y las ovejas son mis ovejas. ¡Todo lo que tú ves es mío! ¿Qué puedo hacer hoy a estas hijas mías o a sus hijos que ellas han dado a luz?

Ven, pues, ahora, hagamos un pacto entre tú y yo, y sirva de testimonio entre tú y yo.

Entonces Jacob tomó una piedra y la erigió como memorial.

Y Jacob dijo a sus parientes: —Recoged piedras. Ellos tomaron piedras e hicieron un montón, y comieron allí junto al montón.

Labán lo llamó Yegar-sahaduta; y Jacob lo llamó Galed.

Y Labán dijo: —Este montón es hoy testigo entre tú y yo. Por eso llamó su nombre Galed

o Mizpa, pues dijo: —Vigile Jehovah entre tú y yo, cuando nos apartemos el uno del otro.

Si tú maltratas a mis hijas, o si tomas otras mujeres además de mis hijas, aunque nadie esté con nosotros, recuerda que Dios es testigo entre tú y yo.

—Además, Labán dijo a Jacob—: He aquí este montón, y he aquí el memorial que he levantado entre tú y yo.

Testigo sea este montón, y testigo sea el memorial, que ni yo pasaré de este montón hacia ti, ni tú pasarás de este montón y de este memorial hacia mí, para mal.

El Dios de Abraham, Dios de Nacor y Dios de sus padres juzgue entre nosotros. Jacob juró por el Temor de Isaac, su padre.

Entonces Jacob ofreció un sacrificio en el monte y llamó a sus parientes a comer. Ellos comieron y pasaron aquella noche en el monte.

Y levantándose muy de mañana, Labán besó a sus hijos y a sus hijas, y los bendijo. Luego partió Labán y regresó a su lugar.

Poner en mi Poner en mi Facebookacebook