Salutaciones finales

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Epístola de San Pablo a los Colosenses > Salutaciones finales (51:4:7 - 51:4:18)

Todos mis asuntos os los hará saber Tíquico, hermano amado, fiel ministro y consiervo en el Señor.

Le envío a vosotros con este fin: para que conozcáis nuestros asuntos y para que él anime vuestros corazones.

Le envío con Onésimo, el fiel y amado hermano, quien es uno de vosotros. Ellos os informarán de todo lo que pasa aquí.

Os saludan Aristarco, prisionero conmigo; Marcos, el primo de Bernabé (ya habéis recibido instrucciones acerca de él; si va a vosotros, recibidle)

y Jesús, llamado Justo. Ellos son los únicos de la circuncisión que son colaboradores conmigo en el reino de Dios y que me han servido de consuelo.

Os saluda Epafras, quien es uno de vosotros, siervo de Cristo siempre solícito por vosotros en oración, para que estéis firmes como hombres maduros y completamente entregados a toda la voluntad de Dios.

Porque doy testimonio de él, de que tiene gran celo por vosotros, por los de Laodicea y por los de Hierápolis.

Os saludan Lucas, el médico amado, y Demas.

Saludad a los hermanos que están en Laodicea: a Ninfa y a la iglesia que está en su casa.

Cuando esta carta haya sido leída entre vosotros, haced que se lea también en la iglesia de los laodicenses; y la de Laodicea leedla también vosotros.

Decid a Arquipo: “Cuida el ministerio que has recibido del Señor, para que lo cumplas.”

Ahora, la salutación de mi propia mano, de Pablo. Acordaos de mis prisiones. La gracia sea con vosotros.




Salutación

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Primera epístola de San Pablo a los Tesalonicenses > Salutación (52:1:1 - 52:1:1)

Pablo, Silas y Timoteo; a la iglesia de los tesalonicenses, en Dios Padre y en el Señor Jesucristo: Gracia a vosotros y paz.




Ejemplo de los tesalonicenses

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Primera epístola de San Pablo a los Tesalonicenses > Ejemplo de los tesalonicenses (52:1:2 - 52:1:10)

Damos siempre gracias a Dios por todos vosotros, haciendo mención de vosotros en nuestras oraciones.

Nos acordamos sin cesar, delante del Dios y Padre nuestro, de la obra de vuestra fe, del trabajo de vuestro amor y de la perseverancia de vuestra esperanza en nuestro Señor Jesucristo.

Porque hemos conocido, hermanos amados de Dios, vuestra elección;

por cuanto nuestro evangelio no llegó a vosotros sólo en palabras, sino también en poder y en el Espíritu Santo, y en plena convicción. Vosotros sabéis de qué manera actuamos entre vosotros a vuestro favor.

También os hicisteis imitadores de nosotros y del Señor, recibiendo la palabra en medio de gran tribulación, con gozo del Espíritu Santo;

de tal manera que habéis sido ejemplo a todos los creyentes en Macedonia y en Acaya.

Porque la palabra del Señor ha resonado desde vosotros, no sólo en Macedonia y en Acaya, sino que también vuestra fe en Dios se ha extendido a todo lugar, de modo que nosotros no tenemos necesidad de decir nada.

Pues ellos mismos cuentan de nosotros la buena recepción que tuvimos por parte de vosotros, y cómo os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero

y para esperar de los cielos a su Hijo, a quien resucitó de entre los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera.




Ministerio de Pablo en Tesalónica

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Primera epístola de San Pablo a los Tesalonicenses > Ministerio de Pablo en Tesalónica (52:2:1 - 52:2:16)

Porque vosotros mismos sabéis, hermanos, en cuanto a nuestra visita a vosotros, que no fue en vano.

Al contrario, a pesar de que habíamos padecido antes y habíamos sido maltratados en Filipos, como sabéis, tuvimos valentía en nuestro Dios para anunciaros el evangelio de Dios en medio de grande conflicto.

Pues nuestra exhortación no procedía de error ni de motivos impuros, ni fue con engaño.

Más bien, según fuimos aprobados por Dios para ser encomendados con el evangelio, así hablamos; no como quienes buscan agradar a los hombres, sino a Dios quien examina nuestros corazones.

Porque, como sabéis, nunca usamos palabras lisonjeras ni tampoco palabras como pretexto para la avaricia; Dios es testigo.

Tampoco buscamos gloria de parte de los hombres, ni de vosotros, ni de otros; aunque podríamos haberos sido carga como apóstoles de Cristo.

Más bien, entre vosotros fuimos tiernos, como la nodriza que cría y cuida a sus propios hijos.

Tanto es nuestro cariño para vosotros que nos parecía bien entregaros no sólo el evangelio de Dios sino también nuestras propias vidas, porque habéis llegado a sernos muy amados.

Porque os acordáis, hermanos, de nuestro arduo trabajo y fatiga; que trabajando de día y de noche para no ser gravosos a ninguno de vosotros, os predicamos el evangelio de Dios.

Vosotros sois testigos, y Dios también, de cuán santa, justa e irreprensiblemente actuamos entre vosotros los creyentes.

En esto, sabéis que fuimos para cada uno de vosotros como el padre para sus propios hijos: Os exhortábamos, os animábamos

y os insistíamos en que anduvieseis como es digno de Dios, que os llama a su propio reino y gloria.

Por esta razón, nosotros también damos gracias a Dios sin cesar; porque cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de parte nuestra, la aceptasteis, no como palabra de hombres, sino como lo que es de veras, la palabra de Dios quien obra en vosotros los que creéis.

Porque vosotros, hermanos, llegasteis a ser imitadores de las iglesias de Dios en Cristo Jesús que están en Judea; pues también vosotros habéis padecido las mismas cosas de vuestros propios compatriotas, como ellos de los judíos.

Estos mataron tanto al Señor Jesús como a los profetas; a nosotros nos han perseguido; no agradan a Dios y se oponen a todos los hombres,

prohibiéndonos hablar a los gentiles a fin de que sean salvos. Así colman siempre la medida de sus pecados. ¡Pero la ira de Dios viene sobre ellos hasta el extremo!




Ausencia de Pablo de la iglesia

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Primera epístola de San Pablo a los Tesalonicenses > Ausencia de Pablo de la iglesia (52:2:17 - 52:3:13)

Pero nosotros, hermanos, apartados de vosotros por un poco de tiempo, de vista pero no de corazón, procuramos con mayor empeño y con mucho deseo veros personalmente.

Por eso quisimos ir a vosotros (yo Pablo, una y otra vez), pero Satanás nos lo impidió.

Porque, ¿cuál es nuestra esperanza, gozo o corona de orgullo delante del Señor Jesucristo en su venida? ¿Acaso no lo sois vosotros?

En efecto, vosotros sois nuestra gloria y gozo.

Por lo cual, como no pudimos soportarlo más, nos pareció bien quedarnos solos en Atenas,

y enviamos a Timoteo, nuestro hermano y colaborador de Dios en el evangelio de Cristo, para afirmaros y animaros en vuestra fe;

para que nadie sea turbado en medio de estas tribulaciones; porque vosotros mismos sabéis que hemos sido puestos para esto.

Porque cuando aún estábamos con vosotros, os predecíamos que habríamos de sufrir tribulaciones. Y así ha acontecido, como bien lo sabéis.

Por esta razón, como yo tampoco pude soportarlo más, le envié para informarme de vuestra fe, no sea que os haya tentado el tentador y que nuestro gran esfuerzo haya sido en vano.

Pero ahora Timoteo ha vuelto de vosotros a nosotros y nos ha dado buenas noticias de vuestra fe y de vuestro amor, y de que siempre tenéis buenos recuerdos de nosotros, deseando vernos, tal como nosotros también a vosotros.

Por eso hemos sido animados por vosotros, hermanos, por medio de vuestra fe, en toda nuestra necesidad y aflicción.

Porque ahora vivimos, si efectivamente estáis firmes en el Señor.

Por lo cual, ¿qué acción de gracias podremos dar a Dios con respecto a vosotros en recompensa por todo el gozo con que nos regocijamos por causa vuestra delante de nuestro Dios?

De día y de noche imploramos con mucha instancia, a fin de veros personalmente y completar lo que falta de vuestra fe.

¡Que el mismo Dios y Padre nuestro, con nuestro Señor Jesús, nos abra camino hacia vosotros!

El Señor os multiplique y os haga abundar en amor unos para con otros y para con todos, tal como nosotros para con vosotros;

a fin de confirmar vuestros corazones irreprensibles en santidad delante de Dios nuestro Padre, en la venida de nuestro Señor Jesús con todos sus santos.