Libros Proféticos

Esperanza de liberación por la misericordia de Dios

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Lamentaciones > Esperanza de liberación por la misericordia de Dios (25:3:1 - 25:3:66)

Yo soy el hombre que ha visto aflicción bajo el látigo de su indignación.

El me ha guiado y conducido en tinieblas, y no en luz.

Ciertamente todo el día ha vuelto y revuelto su mano contra mí.

Ha consumido mi carne y mi piel; ha quebrantado mis huesos.

Edificó contra mí; me rodeó de amargura y de duro trabajo.

En tinieblas me hizo habitar, como los muertos de antaño.

Me bloquea por todos lados, de modo que no puedo salir; ha hecho pesadas mis cadenas.

Aun cuando grito y pido auxilio, cierra sus oídos a mi oración.

Ha bloqueado mis caminos con piedras labradas; ha torcido mis senderos.

Como un oso que acecha fue para mí, como un león en escondrijos.

Mis caminos torció, me rompió en pedazos y me dejó desolado.

Entesó su arco y me puso como blanco de la flecha.

Hizo penetrar en mis entrañas las flechas de su aljaba.

Fui objeto de burla para todo mi pueblo; todo el día he sido su canción.

Me llenó de amarguras, y me empapó con ajenjo.

Quebró mis dientes con cascajo; me pisoteó en la ceniza.

Ha sido privada mi alma de la paz; me he olvidado de la felicidad.

Pensé: “Ha perecido mi fortaleza y mi esperanza en Jehovah.”

Acuérdate de mi aflicción y de mi desamparo, del ajenjo y de la amargura.

Lo recordará, ciertamente, mi alma, y será abatida dentro de mí.

Esto haré volver a mi corazón, por lo cual tendré esperanza.

Por la bondad de Jehovah es que no somos consumidos, porque nunca decaen sus misericordias.

Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad.

“Jehovah es mi porción,” ha dicho mi alma; “por eso, en él esperaré.”

Bueno es Jehovah para los que en él esperan, para el alma que le busca.

Bueno es esperar en silencio la salvación de Jehovah.

Bueno le es al hombre llevar el yugo en su juventud.

Se sentará solo y callará, porque Dios se lo ha impuesto.

Pondrá su boca en el polvo, por si quizás haya esperanza.

Dará la mejilla al que le golpea; se hartará de afrentas.

Ciertamente el Señor no desechará para siempre.

Más bien, si él aflige, también se compadecerá según la abundancia de su misericordia.

Porque no aflige ni entristece por gusto a los hijos del hombre.

El aplastar bajo los pies a todos los encarcelados de la tierra,

el apartar el derecho del hombre ante la misma presencia del Altísimo,

el pervertir la causa del hombre, el Señor no lo aprueba.

¿Quién será aquel que diga algo y eso ocurra, sin que el Señor lo haya mandado?

¿Acaso de la boca del Altísimo no salen los males y el bien?

¿Por qué se queja el hombre, el varón que vive en el pecado?

Examinemos nuestros caminos; investiguémoslos, y volvamos a Jehovah.

Alcemos nuestro corazón en las manos hacia Dios que está en los cielos:

“Nosotros hemos transgredido y nos hemos rebelado, y tú no perdonaste.

“Te cubriste de ira y nos perseguiste; mataste y no tuviste compasión.

Te cubriste de nube para que no pasara la oración.

Como desecho y basura, nos pusiste en medio de los pueblos.

“Abren contra nosotros sus bocas todos nuestros enemigos.

Horror y hoyo han sido nuestra suerte, desolación y ruina.

Corrientes de agua han vertido mis ojos por la ruina de la hija de mi pueblo.

“Mis ojos vierten lágrimas y no cesan, porque no hay tregua,

hasta que Jehovah observe y vea desde los cielos.

Mis ojos causan dolor a mi alma, debido a todas las hijas de mi ciudad.

“Ciertamente los que me odian sin motivo me cazaron como a un pájaro.

Silenciaron mi vida en la cisterna y arrojaron una piedra sobre mí.

Me cubrieron las aguas por encima de la cabeza; yo dije: ¡He sido eliminado!

“Invoqué tu nombre, oh Jehovah, desde la profunda cisterna.

Mi voz has oído: ¡No escondas tu oído cuando clamo por alivio!

Tú te has acercado el día en que te invoqué, y dijiste: ¡No temas!

“Tú has abogado, oh Señor, por la causa de mi alma; has redimido mi vida.

Tú has visto, oh Jehovah, mi opresión; defiende mi causa.

Tú has visto toda la venganza de ellos, todos sus planes contra mí.

“Tú has oído, oh Jehovah, la afrenta de ellos, todas sus maquinaciones contra mí,

los dichos de los que se levantan contra mí y sus diarias murmuraciones.

Su sentarse y su levantarse, observa; yo soy el objeto de su copla.

“Dales, oh Jehovah, su retribución según la obra de sus manos.

Dales endurecimento de corazón; venga sobre ellos tu maldición.

Persíguelos, oh Jehovah, en tu furor y destrúyelos debajo de tus cielos.”

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El castigo de Sion consumado

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Lamentaciones > El castigo de Sion consumado (25:4:1 - 25:4:22)

¡Cómo se ha empañado el oro! ¡Cómo se ha alterado el buen oro! Las piedras del santuario están esparcidas por los cruces de todas las calles.

Los apreciados hijos de Sion, que eran estimados en oro fino, ¡cómo son tenidos ahora como vasijas de barro, obra de manos de alfarero!

Hasta los chacales dan la teta y amamantan a sus cachorros, pero la hija de mi pueblo se ha vuelto cruel, como los avestruces del desierto.

Se pega a su paladar la lengua del niño de pecho, a causa de la sed. Los pequeñitos piden pan, y no hay quien se lo reparta.

Los que comían delicados manjares han quedado desolados en las calles. Los que fueron criados con carmesí han abrazado la basura.

Es mayor la iniquidad de la hija de mi pueblo que el pecado de Sodoma, que fue trastornada en un momento sin que pusieran manos sobre ella.

Eran más limpios sus príncipes que la nieve, más blancos que la leche. Sus mejillas eran sonrosadas, más que las perlas. Su talle era como el zafiro.

Más oscuros que el hollín están ahora sus semblantes; no los reconocen por las calles. Su piel está encogida sobre sus huesos, reseca como un palo.

Más afortunados fueron los muertos por la espada que los muertos por el hambre. Porque éstos murieron poco a poco, atravesados por falta de los productos del campo.

Las manos de las mujeres compasivas cocinaron a sus propios hijos. Ellos les sirvieron de comida en medio del quebranto de la hija de mi pueblo.

Agotó Jehovah su furor; derramó el ardor de su ira. Prendió fuego en Sion, el cual devoró sus cimientos.

No creían los reyes de la tierra, ni ninguno de los habitantes del mundo, que el adversario y el enemigo entrarían por las puertas de Jerusalén.

Fue por los pecados de sus profetas y por las iniquidades de sus sacerdotes, que derramaron en medio de ella la sangre de los justos.

Deambulaban como ciegos por las calles y se contaminaban con sangre, de modo que nadie pudiese tocar sus vestiduras.

“¡Apartaos, inmundos!,” les gritaban. “¡Apartaos, apartaos, no toquéis!” Cuando huían y deambulaban, les decían entre las naciones: “¡No morarán más aquí!”

La presencia de Jehovah los ha dispersado; no los volverá a mirar. De la persona de los sacerdotes no tuvieron respeto; ni a los ancianos mostraron consideración.

Todavía se consumen nuestros ojos tras la vana espera de nuestro socorro. Desde nuestro mirador miramos hacia una nación que no puede salvar.

Acecharon nuestros pasos, para que no anduviéramos por nuestras propias calles. Nuestro fin se acercó; se cumplieron nuestros días, porque había llegado nuestro fin.

Más veloces que las águilas del cielo fueron nuestros perseguidores. Sobre las montañas nos persiguieron febrilmente; en el desierto nos pusieron emboscadas.

El aliento de nuestra vida, el ungido de Jehovah, ha sido atrapado en sus fosas; aquel de quien habíamos dicho: “A su sombra viviremos entre las naciones.”

Gózate y alégrate, oh hija de Edom, tú que habitas en la tierra de Uz. También a ti llegará la copa; te embriagarás y te expondrás desnuda.

Se ha cumplido tu castigo, oh hija de Sion; nunca más te llevará cautiva. Pero él castigará tu iniquidad, oh hija de Edom; pondrá al descubierto tus pecados.

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Oración del pueblo afligido

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Lamentaciones > Oración del pueblo afligido (25:5:1 - 26:34:31)

Acuérdate, oh Jehovah, de lo que nos ha sucedido. Mira y ve nuestro oprobio.

Nuestra heredad ha pasado a los extraños, nuestras casas a los extranjeros.

Estamos huérfanos; no tenemos padre; nuestras madres han quedado viudas.

Nuestra agua bebemos por dinero; nuestra leña nos viene por precio.

Sobre nuestros cuellos están los que nos persiguen. Nos fatigamos, y para nosotros no hay reposo.

Hacia Egipto extendimos las manos; y hacia Asiria, para saciarnos de pan.

Nuestros padres pecaron y ya no están; nosotros cargamos con su castigo.

Aun los esclavos se han enseñoreado de nosotros; no hubo quien nos librara de su mano.

Con riesgo de nuestras vidas traemos nuestro pan, ante la espada del desierto.

Nuestra piel se ha ennegrecido como un horno, a causa de los ardores del hambre.

A las mujeres violaron en Sion, y a las vírgenes en las ciudades de Judá.

Los príncipes fueron colgados de sus manos; no fue respetada la persona de los ancianos.

Los jóvenes cargaron piedras de molino; los muchachos desfallecieron bajo la carga de la leña.

Los ancianos han dejado de acudir a las puertas de la ciudad; los jóvenes han dejado sus canciones.

Ha cesado el regocijo de nuestro corazón; nuestra danza se ha convertido en duelo.

Cayó la corona de nuestra cabeza. ¡Ay de nosotros, porque hemos pecado!

Por esto está enfermo nuestro corazón; por esto se han ensombrecido nuestros ojos.

Por el monte Sion, que ha quedado desolado, se pasean las zorras.

Pero tú, oh Jehovah, reinarás para siempre; tu trono es de generación en generación.

¿Por qué te olvidarás de nosotros para siempre y nos dejarás a lo largo de los días?

Haz que volvamos a ti, oh Jehovah, y volveremos. Renueva nuestros días como en los tiempos pasados,

aunque nos hayas desechado y te hayas airado en gran manera contra nosotros.

A ellos y a los alrededores de mi colina daré bendición. Haré descender la lluvia a su tiempo; serán lluvias de bendición.

Los árboles del campo darán su fruto, y la tierra entregará sus productos. Estarán seguros en su propio suelo, y sabrán que soy Jehovah cuando yo rompa las coyundas de su yugo y los libre de mano de los que se sirven de ellos.

Ya no serán más una presa para las naciones, ni los devorarán las fieras de la tierra. Habitarán seguros, y no habrá quien los espante.

Levantaré para ellos un vergel de paz, y nunca más serán consumidos de hambre en la tierra, ni cargarán más con la afrenta de las naciones.

Sabrán que yo, su Dios Jehovah, estoy con ellos; y que ellos, la casa de Israel, son mi pueblo, dice el Señor Jehovah.

Vosotras, ovejas mías, ovejas de mi prado, hombres sois, y yo soy vuestro Dios,” dice el Señor Jehovah.

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Profecía contra el Monte Seir

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Ezequiel > Profecía contra el Monte Seir (26:35:1 - 26:35:15)

Entonces vino a mí la palabra de Jehovah, diciendo:

“Oh hijo de hombre, pon tu rostro hacia el monte Seír y profetiza contra él.

Dile que así ha dicho el Señor Jehovah: He aquí, yo estoy contra ti, oh monte Seír, y contra ti extiendo mi mano. Te convertiré en desolación y soledad.

A tus ciudades convertiré en ruinas, y serás una desolación. Y sabrás que yo soy Jehovah.

Por cuanto habéis guardado una enemistad perpetua y habéis entregado a los hijos de Israel al poder de la espada en el tiempo de su aflicción, en el tiempo del castigo final;

por eso, ¡vivo yo, que a la sangre te destinaré, y la sangre te perseguirá!, dice el Señor Jehovah. Ya que no aborreciste la sangre, ésta te perseguirá.

Convertiré al monte Seír en desolación y soledad, y eliminaré de allí al que pasa y al que vuelve.

Llenaré sus montes con sus cadáveres. En tus colinas, en tus valles y en todas tus quebradas caerán muertos a espada.

Te convertiré en desolación perpetua, y tus ciudades nunca más serán habitadas. Y sabréis que yo soy Jehovah.

“Por cuanto dijiste: Estas dos naciones y estas dos tierras serán mías, y tomaremos posesión de ellas, a pesar de que Jehovah estaba allí,

por eso, ¡vivo yo, que haré conforme a tu ira y conforme al celo con que has procedido a causa de tu odio contra ellos!, dice el Señor Jehovah. Y seré conocido en ti cuando te juzgue.

Tú sabrás que yo, Jehovah, he oído todas las infamias que proferiste contra los montes de Israel, diciendo: ¡Son desolados y a nosotros nos son entregados como comida!

Con vuestra boca os habéis engrandecido contra mí, y contra mí os habéis insolentado. Y yo he oído vuestras palabras.”

Así ha dicho el Señor Jehovah: “Cuando toda la tierra se regocije, yo te haré una desolación.

Como te regocijaste porque fue desolada la heredad de la casa de Israel, así te haré a ti. Tú, oh monte Seír con toda Edom, serás una desolación. Y sabrán que yo soy Jehovah.

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Restauración futura de Israel

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Ezequiel > Restauración futura de Israel (26:36:1 - 26:36:38)

“Pero tú, oh hijo de hombre, profetiza acerca de los montes de Israel, y di: ¡Oh montes de Israel, oíd la palabra de Jehovah!

Así ha dicho el Señor Jehovah: Por cuanto el enemigo dijo de vosotros: ¡Bravo! ¡También estas alturas eternas nos han sido dadas por heredad!,

por eso, profetiza y di que así ha dicho el Señor Jehovah: Por cuanto os desolaron y os aplastaron por todos lados, para que fueseis hechos heredad de las demás naciones, de modo que se os puso como objeto de habladuría y calumnia ante los pueblos;

por eso, oh montes de Israel, oíd la palabra del Señor Jehovah. Así ha dicho el Señor Jehovah a los montes y a las colinas, a las quebradas y a los valles, a las ruinas desoladas y a las ciudades abandonadas que fueron expuestas al saqueo y al escarnio ante el resto de las naciones que están alrededor.”

Por tanto, así ha dicho el Señor Jehovah: “Ciertamente en el fuego de mi celo he hablado contra el resto de las naciones y contra todo Edom, quienes en medio del regocijo de todo corazón y con despecho del alma, se dieron a sí mismos mi tierra como heredad, para que su campo fuese expuesto al pillaje.

Por tanto, profetiza acerca de la tierra de Israel y di a los montes y a las colinas, a las quebradas y a los valles, que así ha dicho el Señor Jehovah: He aquí, en mi celo y en mi furor he hablado, porque habéis cargado con la afrenta de las naciones.

Por tanto, así ha dicho el Señor Jehovah, yo he alzado mi mano jurando que las naciones que están a vuestro alrededor han de cargar con su afrenta.

“Pero vosotros, oh montes de Israel, daréis vuestras ramas y produciréis vuestro fruto para mi pueblo Israel, porque ellos están a punto de venir.

Porque he aquí, yo estoy a favor de vosotros; me volveré a vosotros, y seréis cultivados y sembrados.

Multiplicaré sobre vosotros los hombres, a toda la casa de Israel, a toda ella. Las ciudades serán habitadas, y las ruinas serán reconstruidas.

Multiplicaré sobre vosotros a hombres y animales; se multiplicarán y fructificarán. Os haré habitar como solíais en el pasado; os haré mejores que en vuestros comienzos. Y sabréis que yo soy Jehovah.

Sobre vosotros haré que transiten hombres, los de mi pueblo Israel. Os tomarán en posesión, y vosotros seréis su heredad. Nunca más les volveréis a privar de sus hijos.”

Así ha dicho el Señor Jehovah: “Por cuanto te dicen: Tú devoras hombres y privas de hijos a tu nación,

por tanto, no devorarás más a los hombres, ni nunca más privarás de hijos a tu nación, dice el Señor Jehovah.

Nunca más te haré oír la afrenta de las naciones, ni llevarás más el oprobio de los pueblos, ni privarás de hijos a tu nación,” dice el Señor Jehovah.

Entonces vino a mí la palabra de Jehovah, diciendo:

“Oh hijo de hombre, cuando la casa de Israel habitaba en su tierra, la contaminaban con su conducta y sus obras. Su conducta delante de mí fue como la inmundicia de una mujer menstruosa.

Y yo derramé mi ira sobre ellos, por la sangre que derramaron sobre la tierra y porque la contaminaron con sus ídolos.

Los dispersé por las naciones, y fueron esparcidos por los países. Los juzgué conforme a su conducta y a sus obras.

Pero cuando llegaron a las naciones a donde fueron, profanaron mi santo nombre cuando se decía de ellos: ¡Estos son el pueblo de Jehovah, pero de la tierra de él han salido!

He tenido dolor al ver mi santo nombre profanado por la casa de Israel en las naciones adonde fueron.

Por tanto, di a la casa de Israel que así ha dicho el Señor Jehovah: Yo no lo hago por vosotros, oh casa de Israel, sino por causa de mi santo nombre, al cual habéis profanado en las naciones adonde habéis llegado.

Yo mostraré la santidad de mi gran nombre que fue profanado en las naciones, en medio de las cuales vosotros lo profanasteis. Y sabrán las naciones que soy Jehovah, cuando yo muestre mi santidad en vosotros a vista de ellos, dice el Señor Jehovah.

“Yo, pues, os tomaré de las naciones y os reuniré de todos los países, y os traeré a vuestra propia tierra.

Entonces esparciré sobre vosotros agua pura, y seréis purificados de todas vuestras impurezas. Os purificaré de todos vuestros ídolos.

Os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros. Quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne.

Pondré mi Espíritu dentro de vosotros y haré que andéis según mis leyes, que guardéis mis decretos y que los pongáis por obra.

Y habitaréis en la tierra que di a vuestros padres. Vosotros seréis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios.

Os libraré de todas vuestras impurezas. Llamaré al trigo y lo multiplicaré, y no os someteré más al hambre.

Multiplicaré, asimismo, el fruto de los árboles y el producto de los campos, para que nunca más recibáis afrenta entre las naciones, por causa del hambre.

Entonces os acordaréis de vuestros malos caminos y de vuestros hechos que no fueron buenos, y os detestaréis a vosotros mismos por vuestras iniquidades y por vuestras abominaciones.

No es por causa de vosotros que hago esto; sabedlo bien, dice el Señor Jehovah. ¡Avergonzaos y cubríos de afrenta a causa de vuestros caminos, oh casa de Israel!”

Así ha dicho el Señor Jehovah: “El día en que yo os purifique de todas vuestras iniquidades, haré también que sean habitadas las ciudades y que sean reconstruidas las ruinas.

La tierra desolada será cultivada, en contraste con haber estado desolada ante los ojos de todos los que pasaban.

Y dirán: Esta tierra que estaba desolada ha venido a ser como el jardín de Edén, y estas ciudades que estaban destruidas, desoladas y arruinadas ahora están fortificadas y habitadas.

Entonces las naciones que fueron dejadas en vuestros alrededores sabrán que yo, Jehovah, he reconstruido las ciudades arruinadas y he plantado la tierra desolada. Yo, Jehovah, he hablado y lo haré.”

Así ha dicho el Señor Jehovah: “Aún he de ser buscado por la casa de Israel para hacerles esto: Multiplicaré los hombres como los rebaños.

Como las ovejas consagradas, como las ovejas de Jerusalén en sus festividades, así las ciudades desiertas estarán llenas de rebaños de hombres. Y sabrán que yo soy Jehovah.”

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