Libros Proféticos

El nuevo pacto

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Jeremías > El nuevo pacto (24:31:27 - 24:31:40)

“He aquí que vienen días, dice Jehovah, en que sembraré la casa de Israel y la casa de Judá con simiente de hombres y con simiente de animales.

Sucederá que como he vigilado sobre ellos para arrancar, desmenuzar, arruinar, destruir y hacer daño, así vigilaré sobre ellos para edificar y plantar, dice Jehovah.

“En aquellos días no dirán más: Los padres comieron las uvas agrias, y los dientes de los hijos sufren la dentera;

sino que cada cual morirá por su propio pecado. Los dientes de todo hombre que coma las uvas agrias sufrirán la dentera.

“He aquí vienen días, dice Jehovah, en que haré un nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá.

No será como el pacto que hice con sus padres el día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto, mi pacto que ellos invalidaron, a pesar de ser yo su señor, dice Jehovah.

Porque éste será el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehovah: Pondré mi ley en su interior y la escribiré en su corazón. Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.

Ya nadie enseñará a su prójimo, ni nadie a su hermano, diciendo: Conoce a Jehovah. Pues todos ellos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehovah. Porque yo perdonaré su iniquidad y no me acordaré más de su pecado.”

Así ha dicho Jehovah, quien da el sol para luz del día, y la luna y las estrellas para luz de la noche, el que agita el mar de manera que rugen sus olas—Jehovah de los Ejércitos es su nombre—:

“Si esas leyes faltasen delante de mí, dice Jehovah, entonces la descendencia de Israel dejaría de ser nación delante de mí, perpetuamente.”

Así ha dicho Jehovah: “Si se pueden medir los cielos arriba y se pueden explorar los cimientos de la tierra abajo, entonces yo desecharé toda la descendencia de Israel por todo lo que hicieron, dice Jehovah.

“He aquí que vienen días, dice Jehovah, en que la ciudad será edificada para Jehovah desde la torre de Hananeel hasta la puerta de la Esquina.

El cordel de medir irá directamente hasta la colina de Gareb, y dará la vuelta hacia Goa.

Todo el valle de los cadáveres y de las cenizas, y todas las terrazas hasta el arroyo de Quedrón, hasta la esquina de la puerta de los Caballos, al este, estará consagrado a Jehovah. Nunca más será arrancada ni destruida.”

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Jeremías compra la heredad de Hanameel

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Jeremías > Jeremías compra la heredad de Hanameel (24:32:1 - 24:32:44)

La palabra que vino a Jeremías de parte de Jehovah en el año 10 de Sedequías, rey de Judá, que fue el año 18 de Nabucodonosor.

En aquel entonces el ejército del rey de Babilonia tenía sitiada a Jerusalén. Y el profeta Jeremías estaba preso en el patio de la guardia que estaba en la casa del rey de Judá,

porque Sedequías, el rey de Judá, lo había apresado, diciéndole: “¿Por qué profetizas diciendo que así ha dicho Jehovah: He aquí, yo entrego esta ciudad en mano del rey de Babilonia, y él la tomará;

Sedequías, rey de Judá, no escapará de mano de los caldeos, sino que ciertamente será entregado en mano del rey de Babilonia y hablará con él cara a cara, y sus ojos verán sus ojos;

él hará llevar a Sedequías a Babilonia y estará allá hasta que yo le visite, dice Jehovah, y aunque combatáis contra los caldeos, no tendréis éxito?”

Jeremías dijo: Vino a mí la palabra de Jehovah, diciendo:

“He aquí que Hanameel, hijo de tu tío Salum, viene a ti para decir: Compra mi campo que está en Anatot, porque tuyo es el derecho de redención para adquirirlo.”

Y vino a mí Hanameel, hijo de mi tío, al patio de la guardia, conforme a la palabra de Jehovah, y me dijo: “Compra, por favor, mi campo que está en Anatot, en tierra de Benjamín; porque tuyo es el derecho de posesión, y a ti te corresponde la redención. Cómpralo para ti.” Entonces comprendí que había sido palabra de Jehovah;

y compré el campo de Hanameel, hijo de mi tío, el cual estaba en Anatot. Le pesé el dinero: 17 siclos de plata.

Luego escribí el documento y lo sellé. Convoqué a los testigos y pesé la plata en la balanza.

Luego tomé el documento de la compra, sellado, con las obligaciones y los términos, y la copia abierta.

Entregué el documento de la compra a Baruc hijo de Nerías, hijo de Maasías, en presencia de Hanameel, hijo de mi tío, en presencia de los testigos que habían firmado el documento de la compra y en presencia de todos los judíos que permanecían en el patio de la guardia.

Luego mandé a Baruc, en presencia de ellos, diciendo que

así ha dicho Jehovah de los Ejércitos, Dios de Israel: “Toma estos documentos (el documento de compra sellado y la copia abierta), y ponlos en una vasija de cerámica para que se conserven por mucho tiempo.

Porque así ha dicho Jehovah de los Ejércitos, Dios de Israel: Todavía se comprarán casas, campos y viñas en esta tierra.”

Después que di el documento de compra a Baruc hijo de Nerías, oré a Jehovah diciendo:

“¡Oh Señor Jehovah! He aquí que tú has hecho el cielo y la tierra con tu gran poder y con tu brazo extendido. Nada hay que sea difícil para ti.

Tú haces misericordia a millares, pero retribuyes la maldad de los padres en el seno de sus hijos después de ellos. ¡Oh Dios grande y poderoso, cuyo nombre es Jehovah de los Ejércitos!

Grande eres en designios y magnífico en hechos, pues tus ojos están abiertos sobre todos los caminos de los hijos del hombre, para dar a cada uno según sus caminos y según el fruto de sus obras.

Has hecho señales y prodigios en la tierra de Egipto, y hasta este día en Israel y entre todos los hombres. Así te has hecho de renombre, como en este día.

Sacaste a tu pueblo Israel de la tierra de Egipto, con señales y prodigios, con mano poderosa, con brazo extendido y con gran terror.

Y les diste esta tierra, de la cual juraste a sus padres que se la darías: una tierra que fluye leche y miel.

Ellos entraron y tomaron posesión de ella; pero no escucharon tu voz, ni anduvieron en tu ley, ni hicieron nada de lo que les mandaste hacer. Por eso has hecho que les ocurriera todo este mal.

“He aquí que los terraplenes ya han alcanzado hasta la ciudad para tomarla. La ciudad va a ser entregada en mano de los caldeos que combaten contra ella, a causa de la espada, del hambre y de la peste. Ha llegado a suceder lo que dijiste; y he aquí, tú lo estás viendo.

Sin embargo, oh Señor Jehovah, aun cuando la ciudad es entregada en mano de los caldeos, tú me dices: Cómprate el campo por dinero y convoca testigos.”

Entonces vino la palabra de Jehovah a Jeremías, diciendo:

“He aquí que yo soy Jehovah, Dios de todo mortal. ¿Habrá alguna cosa difícil para mí?

Por tanto, así ha dicho Jehovah: He aquí, yo voy a entregar esta ciudad en mano de los caldeos y en mano de Nabucodonosor, rey de Babilonia; y él la tomará.

Vendrán los caldeos que combaten contra esta ciudad, le prenderán fuego y la incendiarán; asimismo, a las casas sobre cuyas azoteas quemaban incienso a Baal y derramaban libaciones a otros dioses, provocándome a ira.

Porque los hijos de Israel y los hijos de Judá no han hecho desde su juventud sino lo malo ante mis ojos. Porque los hijos de Israel no han hecho más que provocarme a ira con la obra de sus manos, dice Jehovah.

Porque esta ciudad me ha provocado a ira e indignación desde el día en que la edificaron y hasta el día de hoy, de manera que la quitaré de mi presencia,

por toda la maldad que los hijos de Israel y los hijos de Judá han hecho, provocándome a ira: ellos, sus reyes, sus magistrados, sus sacerdotes, sus profetas, los hombres de Judá y los habitantes de Jerusalén.

Ellos me dieron la espalda y no la cara. Y a pesar de que les he enseñado persistentemente, no han escuchado para recibir corrección.

Más bien, han puesto sus ídolos abominables en el templo que es llamado por mi nombre, contaminándolo.

Han edificado lugares altos a Baal, que están en el valle de Ben-hinom, para hacer pasar por fuego a sus hijos y a sus hijas a Moloc; lo cual no les mandé ni me vino a la mente que hiciesen esta abominación, para hacer pecar a Judá.”

Ahora pues, así ha dicho Jehovah Dios de Israel: “Con todo, en cuanto a esta ciudad de la cual decís: En mano del rey de Babilonia será entregada por la espada, por el hambre y por la peste,

he aquí que yo los reuniré de todos los países a los cuales los he expulsado en mi furor, con mi ira y con gran indignación. Los haré volver a este lugar y les haré habitar seguros.

Ellos serán mi pueblo, y yo seré su Dios.

Les daré un solo corazón y un solo camino, a fin de que me teman perpetuamente, para su propio bien y para el bien de sus hijos después de ellos.

Haré con ellos un pacto eterno; no desistiré de hacerles bien. Pondré mi temor en el corazón de ellos, para que no se aparten de mí.

Me regocijaré por causa de ellos al hacerles el bien. Los plantaré en esta tierra con verdad, con todo mi corazón y con toda mi alma.”

Porque así ha dicho Jehovah: “Así como traje sobre este pueblo todo este gran mal, así traeré sobre ellos todo el bien que hablo acerca de ellos.

Y se comprarán campos en esta tierra de la cual vosotros decís: Está desolada, sin hombres y sin animales, y es entregada en mano de los caldeos.

Comprarán campos por dinero; harán documentos, los sellarán y llamarán testigos, en tierra de Benjamín, en los alrededores de Jerusalén y en las ciudades de Judá, en las ciudades de la región montañosa, en las ciudades de la Sefela y en las ciudades del Néguev, porque yo les restauraré de su cautividad,” dice Jehovah.

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Restauración de la prosperidad de Jerusalén

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Jeremías > Restauración de la prosperidad de Jerusalén (24:33:1 - 24:33:26)

Vino por segunda vez la palabra de Jehovah a Jeremías, estando él todavía detenido en el patio de la guardia, y dijo:

“Así ha dicho Jehovah, quien hizo la tierra, Jehovah que la formó para afirmarla—Jehovah es su nombre—:

Clama a mí, y te responderé; y te revelaré cosas grandes e inaccesibles que tú no conoces.

Porque así ha dicho Jehovah Dios de Israel acerca de las casas de esta ciudad y de las casas de los reyes de Judá, que fueron derribadas para construir defensas contra los terraplenes y la espada:

Los caldeos vienen para combatir contra ellos y para llenarlas de cadáveres de hombres, a quienes he herido con mi furor y con mi ira, pues he escondido mi rostro de esta ciudad a causa de toda su maldad.

“He aquí que yo les traeré medicina y sanidad. Yo los sanaré y les revelaré tiempos de paz y de verdad.

Restauraré de la cautividad a Judá y a Israel, y los edificaré como al principio.

Los limpiaré de toda la maldad con que pecaron contra mí; perdonaré todos sus pecados con que pecaron y se rebelaron contra mí.

Y esta ciudad me será motivo de regocijo, de alabanza y de gloria para todas las naciones de la tierra que oirán de todo el bien que yo les haré. Temerán y se estremecerán por todo el bien y por toda la paz que yo les haré.”

Así ha dicho Jehovah: “En este lugar del cual decís que está destruido, sin hombres y sin animales, en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén (que están desoladas, sin hombres, sin habitantes y sin animales),

todavía se ha de escuchar la voz del gozo y la voz de la alegría, la voz del novio y la voz de la novia, la voz de los que al traer sacrificios de acción de gracias a la casa de Jehovah, digan: Alabad a Jehovah de los Ejércitos, porque Jehovah es bueno; porque para siempre es su misericordia. Porque restauraré de su cautividad a la tierra, como al principio,” ha dicho Jehovah.

Así ha dicho Jehovah de los Ejércitos: “En este lugar destruido, sin hombres y sin animales, y en todas sus ciudades, otra vez habrá pastizales donde los pastores hagan recostar a sus ovejas.

Otra vez pasarán las ovejas bajo las manos de quien las cuente en las ciudades de la región montañosa, en las ciudades de la Sefela, en las ciudades del Néguev, en la tierra de Benjamín, alrededor de Jerusalén y en las ciudades de Judá, ha dicho Jehovah.

“He aquí vienen días, dice Jehovah, en que yo cumpliré la buena promesa que he hecho a la casa de Israel y a la casa de Judá.

En aquellos días y en aquel tiempo haré brotar para David un Retoño de justicia, que practicará el derecho y la justicia en la tierra.

En aquellos días será salvo Judá, y Jerusalén habitará segura. Y éste es el nombre con el cual será llamada: Jehovah, justicia nuestra.

Porque así ha dicho Jehovah: No faltará a David un hombre que se siente sobre el trono de la casa de Israel.

Tampoco a los sacerdotes, los levitas, les faltará en mi presencia un hombre que ofrezca holocausto, encienda ofrenda vegetal y presente sacrificios perpetuamente.”

Vino a Jeremías la palabra de Jehovah, diciendo:

“Así ha dicho Jehovah: Si podéis invalidar mi pacto con el día y mi pacto con la noche, de modo que no haya día ni noche a su tiempo,

entonces también podrá ser invalidado mi pacto con mi siervo David para que deje de tener un hijo que reine sobre su trono, y mi pacto con los levitas, los sacerdotes que me sirven.

Como no puede ser contado el ejército del cielo, ni se puede medir la arena del mar, así multiplicaré la descendencia de mi siervo David y de los levitas que me sirven.”

Vino a Jeremías la palabra de Jehovah, diciendo:

“¿No has observado lo que ha hablado este pueblo, diciendo: Jehovah ha desechado a las dos familias que escogió? Han tenido en poco a mi pueblo, hasta no considerarlo más como nación.

Así ha dicho Jehovah: Si no he establecido mi pacto con el día y la noche, y si no he puesto las leyes del cielo y de la tierra,

entonces desecharé la descendencia de Jacob y a mi siervo David, para no tomar de su descendencia quien gobierne a la descendencia de Abraham, de Isaac y de Jacob. Porque los restauraré de su cautividad y tendré de ellos misericordia.”

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Jeremías amonesta a Sedequías

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Jeremías > Jeremías amonesta a Sedequías (24:34:1 - 24:34:7)

La palabra que vino a Jeremías de parte de Jehovah (cuando Nabucodonosor rey de Babilonia, todo su ejército, todos los reinos de la tierra que estaban bajo el señorío de su mano y todos los pueblos combatían contra Jerusalén y contra sus ciudades), diciendo

que así ha dicho Jehovah Dios de Israel: “Vé y habla a Sedequías, rey de Judá, y dile que así ha dicho Jehovah: He aquí, yo entrego esta ciudad en mano del rey de Babilonia, y la incendiará.

Tú no escaparás de su mano, sino que ciertamente serás apresado y entregado en su mano. Tus ojos verán los ojos del rey de Babilonia; él te hablará cara a cara, y entrarás en Babilonia.

No obstante, escucha la palabra de Jehovah, oh Sedequías, rey de Judá. Así ha dicho Jehovah acerca de ti: No morirás a espada.

En paz morirás; y como se quemó incienso por tus padres, los reyes que te precedieron, así se quemará por ti. Y harán lamentación por ti diciendo: ¡Ay señor!, porque yo he hablado la palabra,” dice Jehovah.

El profeta Jeremías habló todas estas palabras a Sedequías, rey de Judá, en Jerusalén.

El ejército del rey de Babilonia combatía contra Jerusalén y contra las ciudades de Judá que habían quedado: contra Laquis y contra Azeca. Porque sólo éstas habían quedado de las ciudades fortificadas de Judá.

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Violación del pacto de libertar a los siervos hebreos

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Jeremías > Violación del pacto de libertar a los siervos hebreos (24:34:8 - 24:34:22)

La palabra que vino a Jeremías de parte de Jehovah, después que el rey Sedequías hizo pacto con todo el pueblo en Jerusalén para promulgarles libertad,

a fin de que cada uno dejase libre a su esclavo o a su esclava hebreos, de modo que ninguno se sirviese de sus hermanos judíos como esclavos.

Oyeron esto todos los magistrados y todo el pueblo que habían participado en el pacto de dejar en libertad, cada uno a su esclavo o a su esclava, para que ninguno se sirviese más de ellos como esclavos, y obedecieron dejándoles en libertad.

Pero después cambiaron de parecer e hicieron volver a los esclavos y a las esclavas que habían dejado en libertad, y los sometieron como esclavos y esclavas.

Entonces la palabra de Jehovah vino a Jeremías, de parte de Jehovah, diciendo:

“Yo hice pacto con vuestros padres, ha dicho Jehovah Dios de Israel, el día que los saqué de la tierra de Egipto, de casa de esclavitud, diciendo:

Cada siete años dejaréis en libertad, cada uno a su hermano hebreo que se os haya vendido. Te servirá seis años, y lo dejarás ir libre de ti. Pero vuestros padres no me escucharon, ni inclinaron su oído.

Ahora vosotros os habíais vuelto a mí y habíais hecho lo recto ante mis ojos, al proclamar libertad cada uno a su prójimo, y habíais hecho un pacto en mi presencia, en el templo sobre el cual es invocado mi nombre.

Pero os habéis vuelto atrás profanando mi nombre, y habéis vuelto a tomar cada uno a su esclavo y cada una a su esclava que habíais dejado en libertad, a su entera voluntad; y los habéis sometido para seros esclavos y esclavas.

Por tanto, así ha dicho Jehovah, vosotros no me habéis obedecido en proclamar cada uno libertad a su hermano, y cada uno a su prójimo. He aquí, dice Jehovah, yo os proclamo libertad para la espada, para la peste y para el hambre. Haré que seáis motivo de espanto a todos los reinos de la tierra.

Haré que los hombres que traspasaron mi pacto y que no han cumplido las palabras del pacto que hicieron en mi presencia, sean como el becerro que dividieron en dos partes y pasaron en medio de las mitades.

A los magistrados de Judá y a los magistrados de Jerusalén, a los funcionarios, a los sacerdotes y a todo el pueblo de la tierra que pasaron entre las partes del becerro,

los entregaré en mano de sus enemigos y en mano de los que buscan sus vidas; y sus cadáveres servirán de comida a las aves del cielo y a los animales de la tierra.

Y a Sedequías rey de Judá y a sus oficiales entregaré en mano de sus enemigos, en mano de los que buscan sus vidas y en mano del ejército del rey de Babilonia, quienes se han retirado de vosotros.

He aquí, yo daré órdenes y les haré volver a esta ciudad, dice Jehovah. Ellos combatirán contra ella; la tomarán y la incendiarán. Y a las ciudades de Judá las convertiré en una desolación, de modo que no haya quien las habite.”

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