Libros Proféticos

El camino de Dios es justo

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Ezequiel > El camino de Dios es justo (26:19:1 - 26:19:14)

“Entona tú un lamento por los gobernantes de Israel,

y di: “¡Qué madre la tuya! Era una leona en medio de los leones. Tendida entre los leoncillos criaba sus cachorros.

Enalteció a uno de sus cachorros, el cual se hizo león. Aprendió a arrebatar la presa y devoró hombres.

Las naciones oyeron de él, y fue cazado en la trampa de ellas. Y lo llevaron con ganchos a la tierra de Egipto.

“Al ver que había aguardado demasiado, y que se había perdido su esperanza, tomó a otro de sus cachorros y lo puso por león.

El merodeaba entre los leones y se hizo león. Aprendió a arrebatar la presa y devoró hombres.

Arruinó sus palacios y asoló sus ciudades. Quedó desolada la tierra y su plenitud a causa del ruido de sus rugidos.

Entonces arremetieron contra él las gentes de las provincias de alrededor. Extendieron sobre él su red, y fue cazado en la trampa de ellas.

Con ganchos lo pusieron en una jaula y lo llevaron al rey de Babilonia. Lo metieron en la prisión, para que su voz ya no fuese oída sobre los montes de Israel.

“Tu madre era como una vid en tu viña plantada junto a las aguas. Era fructífera y llena de ramas a causa de la abundancia de aguas.

Ella tenía varas fuertes para cetros de gobernantes. Se elevó su estatura hasta las nubes; se hizo visible por su altura y por la abundancia de sus ramas.

Pero con ira fue arrancada y derribada a tierra. El viento del oriente secó su fruto; sus varas fuertes fueron quebradas y se secaron. El fuego las consumió.

Ahora está transplantada en el desierto, en una tierra reseca y sedienta.

Y ha salido fuego de la vara de sus renuevos, el cual consumió su fruto. En ella no ha quedado una vara fuerte, un cetro para gobernar.” Este es un lamento, y como lamento servirá.

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Lamentación sobre los príncipes de Israel

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Ezequiel > Lamentación sobre los príncipes de Israel (26:20:1 - 26:20:44)

Aconteció en el día 10 del mes quinto del séptimo año que vinieron algunos hombres de los ancianos de Israel para consultar a Jehovah, y se sentaron delante de mí.

Entonces vino a mí la palabra de Jehovah, diciendo:

“Oh hijo de hombre, habla a los ancianos de Israel y diles que así ha dicho el Señor Jehovah: ¿Habéis venido para consultarme? ¡Vivo yo, que no seré consultado por vosotros!, dice el Señor Jehovah.

¿Quieres juzgarlos tú? ¿Los quieres juzgar tú, hijo de hombre? Hazles conocer las abominaciones de sus padres.

Diles que así ha dicho el Señor Jehovah: El día que escogí a Israel, alcé mi mano jurando a la descendencia de la casa de Jacob, y me di a conocer a ellos en la tierra de Egipto. Entonces alcé mi mano jurando y dije: Yo soy Jehovah vuestro Dios.

Aquel día les alcé mi mano jurando que les sacaría de la tierra de Egipto a la tierra que había explorado para ellos, que fluye leche y miel y que es la más hermosa de todas las tierras.

Entonces les dije: Arroje cada uno de sí los ídolos detestables que sus ojos aman, y no os contaminéis con los ídolos de Egipto. Yo soy Jehovah vuestro Dios.

“Pero ellos se obstinaron contra mí y no quisieron obedecerme. No arrojaron de sí los ídolos detestables que sus ojos aman, ni dejaron los ídolos de Egipto. Entonces yo dije que derramaría sobre ellos mi ira para agotar en ellos mi furor, en medio de la tierra de Egipto.

Pero actué por causa de mi nombre, para no ser profanado a la vista de las naciones en medio de las cuales se encontraban, ante cuya vista me di a conocer al sacarlos de la tierra de Egipto.

“Yo los saqué de la tierra de Egipto y los traje al desierto.

Les di mis estatutos y les hice conocer mis decretos, los cuales, el hombre que los cumpla, por ellos vivirá.

También les di mis sábados para que fueran una señal entre yo y ellos, para que supieran que yo soy Jehovah, el que los santifico.

Pero la casa de Israel se rebeló contra mí en el desierto; no anduvieron en mis estatutos. Más bien, rechazaron mis decretos, los cuales, el hombre que los cumpla, por ellos vivirá. Y profanaron gravemente mis sábados, por lo cual dije que había de derramar sobre ellos mi ira en el desierto, para acabar con ellos.

Pero actué por causa de mi nombre, para no ser profanado a vista de las naciones, ante cuya vista los saqué.

También en el desierto alcé mi mano, jurándoles que no les llevaría a la tierra que les había dado, que fluye leche y miel y que es la más hermosa de todas las tierras.

Fue porque rechazaron mis decretos, no anduvieron en mis estatutos y profanaron mis sábados; porque el corazón de ellos se iba tras sus ídolos.

A pesar de ello, mi ojo les tuvo lástima, para no destruirlos, y no acabé con ellos en el desierto.

“Y dije a sus hijos en el desierto: No andéis según las leyes de vuestros padres; no guardéis sus decretos, ni os contaminéis con sus ídolos.

Yo soy Jehovah vuestro Dios. Andad según mis estatutos, guardad mis decretos y ponedlos por obra.

Santificad mis sábados, y serán una señal entre mí y vosotros, para que se sepa que yo soy Jehovah vuestro Dios.

“Pero los hijos se rebelaron contra mí. No anduvieron según mis estatutos, ni guardaron mis decretos poniéndolos por obra, los cuales, el hombre que los cumpla, por ellos vivirá. Y profanaron mis sábados, por lo cual dije que derramaría sobre ellos mi ira para agotar en ellos mi furor en el desierto.

Pero yo retiré mi mano y actué por causa de mi nombre, para no ser profanado a vista de las naciones, ante cuya vista los saqué.

También en el desierto les alcé mi mano jurándoles que los dispersaría entre las naciones y que los esparciría entre los países,

porque no pusieron por obra mis decretos, rechazaron mis estatutos, profanaron mis sábados, y sus ojos se fueron tras los ídolos de sus padres.

Yo también les di leyes que no eran buenas y decretos por los cuales no pudiesen vivir.

Y cuando hacían pasar por fuego a todo primogénito del vientre, los consideré inmundos, juntamente con sus dones, para desolarlos, a fin de que supiesen que yo soy Jehovah.

“Por tanto, oh hijo de hombre, habla a la casa de Israel y diles que así ha dicho el Señor Jehovah: Aun en esto vuestros padres me afrentaron cuando actuaron contra mí con infidelidad.

Los llevé a la tierra con respecto a la cual yo había alzado mi mano jurándoles que les habría de dar, pero ellos vieron toda colina alta y todo árbol frondoso, y allí sacrificaron sus víctimas y presentaron sus ofrendas que me indignan. Allí pusieron también su grato olor y allí derramaron sus libaciones.

Les dije: ¿Qué es este lugar alto adonde vais? Y fue llamado su nombre Bamah, hasta el día de hoy.

“Por tanto, di a los de la casa de Israel que así ha dicho el Señor Jehovah: ¿A la manera de vuestros padres os contamináis vosotros y os prostituís tras sus ídolos abominables?

Pues al presentar vuestras ofrendas y hacer pasar por fuego a vuestros hijos, os habéis contaminado con todos vuestros ídolos, hasta ahora. ¿Y he de ser consultado por vosotros, oh casa de Israel? ¡Vivo yo, que no seré consultado por vosotros!, dice el Señor Jehovah.

No será como lo habéis pensado. Porque vosotros decís: Seamos como las demás naciones, como las familias de los países, para servir a la madera y a la piedra.

¡Vivo yo, que con mano fuerte, con brazo extendido y con ira derramada he de reinar sobre vosotros!, dice el Señor Jehovah.

Yo os sacaré de entre los pueblos, y os reuniré de los países en los cuales habéis sido dispersados con mano fuerte, con brazo extendido y con ira derramada.

Os traeré al desierto de los pueblos, y allí, cara a cara, entraré en juicio contra vosotros.

Como entré en juicio contra vuestros padres en el desierto de la tierra de Egipto, así entraré en juicio contra vosotros, dice el Señor Jehovah.

Os haré pasar bajo la vara y os haré entrar en el vínculo del pacto.

Eliminaré de entre vosotros a los rebeldes y a los que han transgredido contra mí. Los sacaré de la tierra de sus peregrinaciones, pero no entrarán en la tierra de Israel. Y sabréis que yo soy Jehovah.

“Y en cuanto a vosotros, oh casa de Israel, así ha dicho el Señor Jehovah: Si a mí no me escucháis, ¡vaya cada uno tras sus dioses y sírvalos! Pero no profanéis más mi santo nombre con vuestras ofrendas y vuestros ídolos.

“Ciertamente en mi santo monte, en el alto monte de Israel, dice el Señor Jehovah, allí me servirá toda la casa de Israel, cuando toda ella esté en la tierra. Allí los aceptaré, y allí reclamaré vuestras ofrendas alzadas y las primicias de vuestros obsequios con todas vuestras cosas sagradas.

Como grato olor os aceptaré cuando yo os haya sacado de entre los pueblos y os haya reunido de los países en que estáis dispersados. Entonces en medio de vosotros seré tratado como santo, ante la vista de las naciones.

Y sabréis que yo soy Jehovah, cuando os traiga a la tierra de Israel, la tierra por la cual alcé mi mano jurando que la daría a vuestros padres.

Allí os acordaréis de vuestros caminos y de todos vuestros hechos con que os habéis contaminado, y os detestaréis a vosotros mismos por todas vuestras maldades que habéis hecho.

Y sabréis que yo soy Jehovah, cuando por causa de mi nombre yo haga con vosotros, no según vuestros malos caminos, ni según vuestras perversas obras, oh casa de Israel,” dice el Señor Jehovah.

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Profecía contra el Neguev

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Ezequiel > Profecía contra el Neguev (26:20:45 - 26:20:49)

Entonces vino a mí la palabra de Jehovah, diciendo:

—Oh hijo de hombre, pon tu rostro en dirección de Temán; predica contra el sur y profetiza contra el bosque del campo del Néguev.

Dirás al bosque del Néguev: “Escucha la palabra de Jehovah; así ha dicho el Señor Jehovah: He aquí, yo enciendo fuego en ti, el cual devorará en ti todo árbol verde y todo árbol seco. La poderosa llama no se apagará, y por causa de ella todas las caras serán quemadas, desde el Néguev hasta el norte.

Y verá todo mortal que yo, Jehovah, la encendí; no se apagará.”

Entonces dije: —¡Ah, Señor Jehovah! Ellos dicen de mí: “¿Acaso no es éste el que anda diciendo parábolas?”

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Modo de proceder de Dios con Israel

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Ezequiel > Modo de proceder de Dios con Israel (26:21:1 - 26:21:27)

Entonces vino a mí la palabra de Jehovah, diciendo:

“Oh hijo de hombre, pon tu rostro hacia Jerusalén; predica contra los santuarios y profetiza contra la tierra de Israel.

Dirás a la tierra de Israel que así ha dicho Jehovah: He aquí que yo estoy contra ti; sacaré mi espada de su vaina y eliminaré de ti al justo y al impío.

Por cuanto he de eliminar de ti al justo y al impío, por eso mi espada saldrá de su vaina contra todo mortal, desde el Néguev hasta el norte.

Y sabrá todo mortal que yo, Jehovah, he sacado mi espada de su vaina; no volverá a ella.

“Y tú, oh hijo de hombre, gime con quebrantamiento de corazón; gime con amargura ante sus ojos.

Y sucederá que cuando te digan: ¿Por qué gimes?, les dirás: Por la noticia que viene, porque todo corazón desfallecerá y todas las manos se debilitarán. Todo espíritu desmayará, y todas las rodillas se escurrirán como agua. ¡He aquí que viene, y va a suceder!,” dice el Señor Jehovah.

Entonces vino a mí la palabra de Jehovah, diciendo:

“Oh hijo de hombre, profetiza y di que así ha dicho el Señor: ¡La espada, la espada está afilada y pulida también!

Está afilada para realizar una matanza, pulida para que tenga resplandor. ¿Hemos de alegrarnos cuando el cetro de mi hijo menosprecia todo consejo?

El la entregó para ser pulida y para tomarla en la mano. Ha afilado la espada; la ha pulido para entregarla en manos del verdugo.

Grita y gime, oh hijo de hombre, porque ella está contra mi pueblo; ella está contra todos los gobernantes de Israel. Ellos, juntamente con mi pueblo, son arrojados a la espada; por tanto, golpea tu muslo.

Porque será probado, ¿y qué si ella aún desprecia al cetro? ¡El dejará de ser!, dice el Señor Jehovah.

Tú, pues, oh hijo de hombre, profetiza y golpea mano contra mano, y la espada se duplicará y se triplicará. Esta es la espada de la matanza. Esta es la espada de la gran matanza, que los traspasará,

para que se derrita su corazón y se multipliquen los caídos. En todas las puertas de ellos he puesto el degüello a espada. ¡Ay! Está hecha para resplandecer, y pulida para degollar.

Agúzate; dirígete a la derecha; ponte a la izquierda. Pon tu rostro hacia donde están dirigidos tus filos.

Yo también golpearé mano contra mano y haré que se asiente mi ira. Yo, Jehovah, he hablado.”

Entonces vino a mí la palabra de Jehovah, diciendo:

“Tú, oh hijo de hombre, traza dos caminos por donde pueda ir la espada del rey de Babilonia. Ambos caminos han de salir de la misma tierra. Pon al comienzo de cada camino una señal que conduzca a la ciudad.

Señala el camino por donde vaya la espada contra Rabá de los hijos de Amón, y contra Judá y la fortificada Jerusalén.

Porque el rey de Babilonia se ha detenido en la encrucijada, al comienzo de los dos caminos, para tomar consejo de adivinación. Ha sacudido las flechas, ha consultado por medio de los ídolos domésticos y ha observado el hígado.

“La adivinación señala a la derecha, a Jerusalén, para poner arietes, para abrir la boca con griterío, para levantar la voz con grito de guerra, para poner arietes contra las puertas y para levantar terraplenes y construir muros de asedio.

Sin embargo, a sus ojos eso parecerá una adivinación mentirosa, por estar aliados con ellos bajo juramento. Pero él traerá a la memoria la ofensa, a fin de prenderlos.

Por tanto, así ha dicho el Señor Jehovah: Seréis atrapados en sus manos, porque habéis hecho recordar vuestras ofensas, poniendo al descubierto vuestras transgresiones, quedando a la vista vuestros pecados en todas vuestras obras. Porque habéis sido traídos a la memoria, seréis apresados por su mano.

“Y tú, profano y malvado gobernante de Israel, cuyo día ha llegado con el tiempo del castigo final,

así ha dicho el Señor Jehovah: ¡Despójate del turbante y quítate la corona! ¡Esto no será más así! Hay que enaltecer al humilde y humillar al altivo.

¡En ruinas, en ruinas, en ruinas la convertiré, y no existirá más, hasta que venga aquel a quien le pertenece el derecho; y a él se lo entregaré!

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Juicio contra los amonitas

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > Ezequiel > Juicio contra los amonitas (26:21:28 - 26:21:32)

“Y tú, oh hijo de hombre, profetiza y di que así ha dicho el Señor Jehovah acerca de los hijos de Amón y de sus afrentas. Dirás: ¡La espada, la espada está desenvainada para la matanza, pulida para exterminar y para resplandecer!

Porque cuando te profetizan, es vanidad; cuando adivinan, es mentira; para ponerte junto con los cuellos de los más pervertidos de los pecadores, cuyo día ha llegado con el tiempo del castigo final.

¿Ha de volver a su vaina? En el lugar donde fuiste creado, en tu tierra de origen, allí te juzgaré.

Derramaré sobre ti mi indignación, soplaré el fuego de mi ira contra ti y te entregaré en manos de hombres brutales, artífices de destrucción.

Serás combustible para el fuego; tu sangre quedará en medio de la tierra. No habrá más memoria de ti, porque yo, Jehovah, he hablado.”

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