Epístolas

Reconciliación por medio de la cruz

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Epístola de San Pablo a los Efesios > Reconciliación por medio de la cruz (49:2:11 - 49:2:22)

Por tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los gentiles en la carne, erais llamados incircuncisión por los de la llamada circuncisión que es hecha con mano en la carne.

Y acordaos de que en aquel tiempo estabais sin Cristo, apartados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, estando sin esperanza y sin Dios en el mundo.

Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos habéis sido acercados por la sangre de Cristo.

Porque él es nuestra paz, quien de ambos nos hizo uno. El derribó en su carne la barrera de división, es decir, la hostilidad;

y abolió la ley de los mandamientos formulados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos hombres un solo hombre nuevo, haciendo así la paz.

También reconcilió con Dios a ambos en un solo cuerpo, por medio de la cruz, dando muerte en ella a la enemistad.

Y vino y anunció las buenas nuevas: paz para vosotros que estabais lejos y paz para los que estaban cerca,

ya que por medio de él, ambos tenemos acceso al Padre en un solo Espíritu.

Por lo tanto, ya no sois extranjeros ni forasteros, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios.

Habéis sido edificados sobre el fundamento de los apóstoles y de los profetas, siendo Jesucristo mismo la piedra angular.

En él todo el edificio, bien ensamblado, va creciendo hasta ser un templo santo en el Señor.

En él también vosotros sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.

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Ministerio de Pablo a los gentiles

Imagen Ministerio de Pablo a los gentiles 1

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Epístola de San Pablo a los Efesios > Ministerio de Pablo a los gentiles (49:3:1 - 49:3:13)

Por esta razón yo Pablo, prisionero de Cristo Jesús a favor de vosotros los gentiles

Sin duda habéis oído de la administración de la gracia de Dios que me ha sido conferida en vuestro beneficio.

Por revelación me fue dado a conocer este misterio, como antes lo he escrito brevemente.

Por tanto, leyéndolo, podréis entender cuál es mi comprensión en el misterio de Cristo.

En otras generaciones, no se dio a conocer este misterio a los hijos de los hombres, como ha sido revelado ahora a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu,

a saber: que en Cristo Jesús los gentiles son coherederos, incorporados en el mismo cuerpo y copartícipes de la promesa por medio del evangelio.

De éste llegué a ser ministro, conforme a la dádiva de la gracia de Dios que me ha sido conferida, según la acción de su poder.

A mí, que soy menos que el menor de todos los santos, me ha sido conferida esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo

y para aclarar a todos cuál es la administración del misterio que desde la eternidad había estado escondido en Dios, quien creó todas las cosas.

Todo esto es para que ahora sea dada a conocer, por medio de la iglesia, la multiforme sabiduría de Dios a los principados y las autoridades en los lugares celestiales,

conforme al propósito eterno que realizó en Cristo Jesús, nuestro Señor.

En él tenemos libertad y acceso a Dios con confianza, por medio de la fe en él.

Por tanto, os pido que no os desaniméis por mis tribulaciones a vuestro favor, pues ellas son vuestra gloria.

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El amor que excede a todo conocimiento

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Epístola de San Pablo a los Efesios > El amor que excede a todo conocimiento (49:3:14 - 49:3:21)

Por esta razón doblo mis rodillas ante el Padre,

de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra,

a fin de que, conforme a las riquezas de su gloria, os conceda ser fortalecidos con poder por su Espíritu en el hombre interior;

para que Cristo habite en vuestros corazones por medio de la fe; de modo que, siendo arraigados y fundamentados en amor,

seáis plenamente capaces de comprender, junto con todos los santos, cuál es la anchura, la longitud, la altura y la profundidad,

y de conocer el amor de Cristo que sobrepasa todo conocimiento; para que así seáis llenos de toda la plenitud de Dios.

Y a aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o pensamos, según el poder que actúa en nosotros,

a él sea la gloria en la iglesia y en Cristo Jesús, por todas las generaciones de todas las edades, para siempre. Amén.

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La unidad del Espíritu

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Epístola de San Pablo a los Efesios > La unidad del Espíritu (49:4:1 - 49:4:16)

Por eso yo, prisionero en el Señor, os exhorto a que andéis como es digno del llamamiento con que fuisteis llamados:

con toda humildad y mansedumbre, con paciencia, soportándoos los unos a los otros en amor;

procurando con diligencia guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz.

Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como habéis sido llamados a una sola esperanza de vuestro llamamiento.

Hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo,

un solo Dios y Padre de todos, quien es sobre todos, a través de todos y en todos.

Sin embargo, a cada uno de nosotros le ha sido conferida la gracia conforme a la medida de la dádiva de Cristo.

Por esto dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad y dio dones a los hombres.

Pero esto de que subió, ¿qué quiere decir, a menos que hubiera descendido también a las partes más bajas de la tierra?

El que descendió es el mismo que también ascendió por encima de todos los cielos, para llenarlo todo.

Y él mismo constituyó a unos apóstoles, a otros profetas, a otros evangelistas, y a otros pastores y maestros,

a fin de capacitar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo,

hasta que todos alcancemos la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, hasta ser un hombre de plena madurez, hasta la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.

Esto, para que ya no seamos niños, sacudidos a la deriva y llevados a dondequiera por todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar, emplean con astucia las artimañas del error;

sino que, siguiendo la verdad con amor, crezcamos en todo hacia aquel que es la cabeza: Cristo.

De parte de él todo el cuerpo, bien concertado y entrelazado por la cohesión que aportan todas las coyunturas, recibe su crecimiento de acuerdo con la actividad proporcionada a cada uno de los miembros, para ir edificándose en amor.

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La nueva vida en Cristo

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Epístola de San Pablo a los Efesios > La nueva vida en Cristo (49:4:17 - 49:4:32)

Esto digo e insisto en el Señor: que no os conduzcáis más como se conducen los gentiles, en la vanidad de sus mentes,

teniendo el entendimiento entenebrecido, alejados de la vida de Dios por la ignorancia que hay en ellos, debido a la dureza de su corazón.

Una vez perdida toda sensibilidad, se entregaron a la sensualidad para cometer ávidamente toda clase de impurezas.

Pero vosotros no habéis aprendido así a Cristo,

si en verdad le habéis oído y habéis sido enseñados en él, así como la verdad está en Jesús.

Con respecto a vuestra antigua manera de vivir, despojaos del viejo hombre que está viciado por los deseos engañosos;

pero renovaos en el espíritu de vuestra mente,

y vestíos del nuevo hombre que ha sido creado a semejanza de Dios en justicia y santidad de verdad.

Por lo tanto, habiendo dejado la mentira, hablad la verdad cada uno con su prójimo, porque somos miembros los unos de los otros.

Enojaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo,

ni deis lugar al diablo.

El que robaba no robe más, sino que trabaje esforzadamente, haciendo con sus propias manos lo que es bueno, para tener qué compartir con el que tenga necesidad.

Ninguna palabra obscena salga de vuestra boca, sino la que sea buena para edificación según sea necesaria, para que imparta gracia a los que oyen.

Y no entristezcáis al Espíritu Santo de Dios en quien fuisteis sellados para el día de la redención.

Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritos y calumnia, junto con toda maldad.

Más bien, sed bondadosos y misericordiosos los unos con los otros, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.

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