Epístolas

La vida antigua y la nueva

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Epístola de San Pablo a los Colosenses > La vida antigua y la nueva (51:3:5 - 51:3:17)

Por lo tanto, haced morir lo terrenal en vuestros miembros: fornicación, impureza, bajas pasiones, malos deseos y la avaricia, que es idolatría.

A causa de estas cosas viene la ira de Dios sobre los rebeldes.

En ellas anduvisteis también vosotros en otro tiempo cuando vivíais entre ellos.

Pero ahora, dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia y palabras groseras de vuestra boca.

No mintáis los unos a los otros; porque os habéis despojado del viejo hombre con sus prácticas,

y os habéis vestido del nuevo, el cual se renueva para un pleno conocimiento, conforme a la imagen de aquel que lo creó.

Aquí no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, esclavo ni libre; sino que Cristo es todo y en todos.

Por tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, vestíos de profunda compasión, de benignidad, de humildad, de mansedumbre y de paciencia,

soportándoos los unos a los otros y perdonándoos los unos a los otros, cuando alguien tenga queja del otro. De la manera que el Señor os perdonó, así también hacedlo vosotros.

Pero sobre todas estas cosas, vestíos de amor, que es el vínculo perfecto.

Y la paz de Cristo gobierne en vuestros corazones, pues a ella fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos.

La palabra de Cristo habite abundantemente en vosotros, enseñándoos y amonestándoos los unos a los otros en toda sabiduría con salmos, himnos y canciones espirituales, cantando con gracia a Dios en vuestros corazones.

Y todo lo que hagáis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.

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Deberes sociales de la nueva vida

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Epístola de San Pablo a los Colosenses > Deberes sociales de la nueva vida (51:3:18 - 51:4:6)

Esposas, estad sujetas a vuestros esposos, como conviene en el Señor.

Esposos, amad a vuestras esposas y no os amarguéis contra ellas.

Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, porque esto es agradable en el Señor.

Padres, no irritéis a vuestros hijos, para que no se desanimen.

Siervos, obedeced en todo a vuestros amos humanos; no sirviendo sólo cuando se os está mirando, como los que agradan a los hombres, sino con sencillez de corazón, temiendo a Dios.

Y todo lo que hagáis, hacedlo de buen ánimo como para el Señor y no para los hombres,

sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia. ¡A Cristo el Señor servís!

Pero el que comete injusticia recibirá la injusticia que haga, porque no hay distinción de personas.

Amos, haced lo que es justo y equitativo con vuestros siervos, sabiendo que también vosotros tenéis un amo en los cielos.

Perseverad siempre en la oración, vigilando en ella con acción de gracias.

A la vez, orad también por nosotros, a fin de que el Señor nos abra una puerta para la palabra, para comunicar el misterio de Cristo, por lo cual estoy aún preso.

Orad para que yo lo presente con claridad, como me es preciso hablar.

Andad sabiamente para con los de afuera, redimiendo el tiempo.

Vuestra palabra sea siempre agradable, sazonada con sal, para que sepáis cómo os conviene responder a cada uno.

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Salutaciones finales

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Epístola de San Pablo a los Colosenses > Salutaciones finales (51:4:7 - 51:4:18)

Todos mis asuntos os los hará saber Tíquico, hermano amado, fiel ministro y consiervo en el Señor.

Le envío a vosotros con este fin: para que conozcáis nuestros asuntos y para que él anime vuestros corazones.

Le envío con Onésimo, el fiel y amado hermano, quien es uno de vosotros. Ellos os informarán de todo lo que pasa aquí.

Os saludan Aristarco, prisionero conmigo; Marcos, el primo de Bernabé (ya habéis recibido instrucciones acerca de él; si va a vosotros, recibidle)

y Jesús, llamado Justo. Ellos son los únicos de la circuncisión que son colaboradores conmigo en el reino de Dios y que me han servido de consuelo.

Os saluda Epafras, quien es uno de vosotros, siervo de Cristo siempre solícito por vosotros en oración, para que estéis firmes como hombres maduros y completamente entregados a toda la voluntad de Dios.

Porque doy testimonio de él, de que tiene gran celo por vosotros, por los de Laodicea y por los de Hierápolis.

Os saludan Lucas, el médico amado, y Demas.

Saludad a los hermanos que están en Laodicea: a Ninfa y a la iglesia que está en su casa.

Cuando esta carta haya sido leída entre vosotros, haced que se lea también en la iglesia de los laodicenses; y la de Laodicea leedla también vosotros.

Decid a Arquipo: “Cuida el ministerio que has recibido del Señor, para que lo cumplas.”

Ahora, la salutación de mi propia mano, de Pablo. Acordaos de mis prisiones. La gracia sea con vosotros.

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Salutación

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Primera epístola de San Pablo a los Tesalonicenses > Salutación (52:1:1 - 52:1:1)

Pablo, Silas y Timoteo; a la iglesia de los tesalonicenses, en Dios Padre y en el Señor Jesucristo: Gracia a vosotros y paz.

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Ejemplo de los tesalonicenses

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Primera epístola de San Pablo a los Tesalonicenses > Ejemplo de los tesalonicenses (52:1:2 - 52:1:10)

Damos siempre gracias a Dios por todos vosotros, haciendo mención de vosotros en nuestras oraciones.

Nos acordamos sin cesar, delante del Dios y Padre nuestro, de la obra de vuestra fe, del trabajo de vuestro amor y de la perseverancia de vuestra esperanza en nuestro Señor Jesucristo.

Porque hemos conocido, hermanos amados de Dios, vuestra elección;

por cuanto nuestro evangelio no llegó a vosotros sólo en palabras, sino también en poder y en el Espíritu Santo, y en plena convicción. Vosotros sabéis de qué manera actuamos entre vosotros a vuestro favor.

También os hicisteis imitadores de nosotros y del Señor, recibiendo la palabra en medio de gran tribulación, con gozo del Espíritu Santo;

de tal manera que habéis sido ejemplo a todos los creyentes en Macedonia y en Acaya.

Porque la palabra del Señor ha resonado desde vosotros, no sólo en Macedonia y en Acaya, sino que también vuestra fe en Dios se ha extendido a todo lugar, de modo que nosotros no tenemos necesidad de decir nada.

Pues ellos mismos cuentan de nosotros la buena recepción que tuvimos por parte de vosotros, y cómo os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero

y para esperar de los cielos a su Hijo, a quien resucitó de entre los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera.

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